Autor Tema: Enigmas jerezanos, Martín de Vargas y el Priorato de Sion (Leído 2847 veces)

Perfil · Registrado: 22/01/2008 Gracias: 1034/226 Mensajes 74395

Enigmas jerezanos, Martín de Vargas y el Priorato de Sion

EN 1982, a raíz de la publicación del libro 'El Enigma sagrado' (Baigent, Leigh y Lincoln), se suscitó una gran polémica. Uno de los aspectos más sugestivos del libro es la aparición de una orden religiosa desconocida: El Priorato de Sion (Le Prieuré de Sion). El libro de Michael Baigent gira en torno a las declaraciones de un personaje, Pierre Plantard, tras el que se encontraba una oscura trama en la que se mezclaban los derechos dinásticos, la historia y la religión.
Pierre Plantard se vio envuelto hacia el final de su vida en problemas con la justicia, y la mayor parte de los historiadores otorgaron poca o ninguna credibilidad a la existencia de ese supuesto Priorato de Sion.
A pesar de ello, hay que tener en cuenta dos hechos ciertos (entre otros) que se relatan en el libro:
En 1967, una persona llamada Henri Lobineau, deposita en la BNF (Biblioteca Nacional de Francia) una pequeña carpeta titulada 'Dossiers Secrets', Impresa en París (P. Toscan du Plantier). Queda inscrita en el 'Indice de l'Histoire de France': Lk= (HC). Notice nº FRBNF33167908.
Es la primera vez que aparece por escrito el nombre del Prieuré. Y también, era conocida la existencia de una abadía construida sobre las ruinas de la iglesia bizantina en el Monte de Sion (Jerusalén): '…Arnaldus, prior de Monte Sion…'- Regesta Regni Hierosolymitani, Jul.19, ind. IX. Piverni. 83. Esta abadía se encontraba a cargo de la orden franciscana.
No hay ninguna fuente histórica antigua conocida que hable de dicha orden. En el siglo XVIII, el padre franciscano P. Hélyot, escribe una obra magna de cinco volúmenes titulada 'Dictionnaire des ordres religieux u, Histoire des ordres monastiques religieux et militaires, et des congrégations séculiéres de l'un et de l'autre sexe, qui ont été établies jusqu'á présent... Et l'Histoire des sociétés religieuses établies depuis que cet auteur a publié son ouvrage', tome premier, París, 1847. Hélyot, Pierre. (1660-1716); Badiche, Marie-Léandre. (1798-1867).
Esta obra fue publicada primero anónimamente bajo el título 'Histoire des ordres monástiques, religieux et militaires', París, N. Goselin: entre 1714-1719. El padre franciscano tardó 25 años en escribirla.
En ella, aunque no directamente, alude a un Priorato de Sion (o Monte de Sion), pero, y esto es lo curioso, no en Francia. Hay un capítulo que dedica a la Orden del Císter en España y que titula: 'De los monjes del Císter, de la congregación de la observancia en España, con la vida de Martín de Vargas, su reformador'. He aquí su traducción:
La disciplina regular estaba bastante relajada en la orden del Císter al comienzo del siglo XV, Dios suscitó a Martin de Vargas o Bargas para restaurarla en España, y para vivificar el primer espíritu que llevó a los fundadores de esta orden. Nació en la ciudad de Jerez de la Frontera (Andalucía)'. A este respecto, incluyo la descripción que de él hacen Ángel Manrique 'Anales Cístercienses' (1659): "Nació en la noble Bética, en la ciudad denominada Assidonam por los antiguos, Jerez de la Frontera por los modernos"; y Bernardo de Cartes en su 'Historia de Monsalud' (1721): "Este varón insigne fue natural de Xerez de la frontera, noble pueblo de Andalucía a quién debió sus primeras luces dejando empañada a la Religión al agradecimiento de la Bética, pues de ella salió ánimo tan esforzado para vencer las dificultades gravísimas que halló en la Reforma que consiguió". El padre Damián Yáñez Neira en su obra 'En el Monasterio de Piedra se forjó la congregación de Castilla' dice: "No obstante hoy podemos dar si no por cierto, al menos por muy probable, su entronque en la ilustre familia de los Vargas, oriundos de Toledo, héroes en la conquista de Jerez y pobladores más tarde de la ciudad".
Después de un maravilloso progreso en todas las ciencias humanas y divinas, se convirtió en el primer religioso entre los ermitaños de San Jerónimo de Italia (en opinión de Ángel Manrique, el autor de los Anales del Císter), donde obtuvo estima tan grande por el Papa Martin-V, que le eligió como su confesor y predicador.
Pero sea porque su humildad no le permitía ejercer estos empleos, o por alguna otra razón, se fue de Italia tal como llegó de España, donde, para vivir más retirado y desconocido, fijó su residencia en el reino de Aragón, donde, con el permiso que él obtuvo del soberano pontífice tomó la habito de la orden Císterciense en la abadía de Piedra, diócesis de Tarragona.
El mismo Ángel Manrique no se atreve a asegurar que se extralimitó en sus deseos para abrazar una vida más austera, ya que la observancia regular estaba enteramente prohibida en todos los conventos de España; pero es mucho la apariencia de que fue llevado por el espíritu de Dios para restaurar esta misma observancia. Lo que anima a emprender la reforma de esta orden fue que en el mismo Monasterio de Piedra se encuentra diez o doce religiosos quejándose continuamente de los desórdenes que allí reinaban.
El les comunica su plan, que aprobaron. Tenían un compañero, que fue el P. Miguel de Cuenca, que viajó a Roma para obtener los permisos necesarios para llevar a cabo sus deseos. Cuando llegó, se detuvo un tiempo refugiado en el Monasterio de Santa Cecilia, ocupándose en la oración, pidiendo a Dios que su empresa tuviese un final feliz. Finalmente, restituida la confianza en Dios, salió de su retiro y se fue arrojar a los pies del Papa Martín V. Fue bien recibido; y he aquí que fue entendido el deseo de Martín Vargas. (El Papa) no solamente lo aprueba, sino que incluso le alienta a proseguir aquella piadosa empresa; le dio unas cartas datadas el 24 de Octubre de 1425, por las cuales le concedió plenos poderes (se trata de la bula 'Pia supplicum vota') para ejecutar su plan, acordando todo lo que el pedía a tal efecto, y en especial para el establecimiento de dos monasterios o ermitas (como las llamaba Vargas) en los reinos de Castilla y de León, donde la regla de San Benito y las constituciones del Císter serían observadas al pié de la letra; que los superiores de estos monasterios no serían perpetuos, sino temporales; que estos mismos monasterios estarían exentos de la jurisdicción del Capítulo general e incluso de los abades del Císter, así como del abad (del monasterio) de la Piedra; que sólo obedecen al superior que tuviera el título de reformador, y que sería elegido por los monjes de esos dos monasterios y elegir entre ellos; como en la dificultades que se producirían, abrían de recurrir al Abad de Poblet, Padre inmediato del Monasterio de Piedra, y que los monjes de otros monasterios podrían pasar a los de esta reforma sin el permiso de sus superiores.
El Papa acometió el asunto al cardenal de Sevilla, abad de Salas, y en el informe que él hizo a su Santidad, por un acto del 7 de julio de 1426, el Papa concedió un permiso nuevo para construir estos monasterios. El P. Vargas, provisto con estos permisos regresó a España. Su vuelta consuela mucho a los compañeros que había dejado en Piedra fuertemente doloridos por una larga ausencia y apenados por saber si podía tener éxito en su empresa; pero cuando se enteraron del buen éxito que tuvo en todo lo que le había pedido al Papa, concibieron como una santa alegría, y no pensaron más que en los medios para poner en práctica su propósito piadoso, dejando el monasterio de Piedra'.

Fuente iariodejerez.es