Como esta mañana se me olvido pasar a saludar, aqui les dejo una merienda ( tambien para desayuno) bien Argentino
Desayuno con facturas. Café con leche con facturas. Mate con facturas. Cualquiera de estas invitaciones que pueda hacerle un amigo porteño no son para rechazar. Pero, ¿qué son las facturas? Indudablemente un clásico porteño, uno de los acompañamientos dulces más requeridos de la ciudad. Ni más ni menos que masas dulces, hechuras clásicas como la medialuna (croissant) -en sus versiones de manteca y grasa- o las palmeritas que vienen desde los tiempos en que la inmigración alemana importó sus delicias a Buenos Aires.
Varían sus formas y rellenos, incluso sus nombres que pueden llegar a ser tan estrafalarios como vigilante (parecido a la medialuna pero de forma recta y larga, toma su nombre de los policías o “vigilantes” que solía verse parados firmes en las esquinas) o bolas de frailes (los clásicos berlines o berlinesas cuya forma redondeada inspiró la atípica comparación). Junto a los mencionados también destacan las tortitas negras (rematadas por azúcar morena cocida en su superficie) y los cañoncitos (generalmente rellenos de dulce de leche). Otro clásico exitoso que ha logrado incluso independizarse hasta tener lugares propios que sólo se dedican a su producción son los churros (rellenos o comunes).
El lugar para conseguir facturas es la panadería o confitería del barrio. Cada barrio cuenta con un buen número de ellas y son los vecinos los encargados de analizar, catar y discutir arduamente hasta definir “la mejor panadería de Buenos Aires”. Porque -es bueno aclararlo-, cuando un porteño encuentra cerca de su casa buenas facturas, es tal la satisfacción espiritual que su fabricante da el salto directo de mejor panadero del barrio a mejor panadero del mundo, sin escalas. Exagerado, si… pero contento.
Se piden generalmente por docena; aceptando las variantes de media docena o docena y media. Rara vez por unidad. Idealmente se mezclan las variedades mencionadas, aunque suele haber más medialunas, churros o palmeritas, que son las más populares. Otra infinidad de pastelitos, buñuelos y hechuras variadas pueden encontrarse hoy en día. Son infaltables los domingos junto al mate o en el desayuno o merienda de tanto en tanto. De precio accesible, son un imperdible de la experiencia porteña.