UN POCO DE HISTORIA DE DINA, ÚNICA MARCA MEXICANA
Al crecimiento de la economía en México durante los años 50 se le puede calificar como rápido y equilibrado, hecho que atrajo la atención de los inversionistas en el sector automotriz.
La preocupación del gobierno mexicano por crear autonomía para el mercado interno se orientó a sustituir importaciones y propiciar el desarrollo de un aparato productivo básico.
Anteriormente, en la década de los 20, algunas empresas automotrices habían decidido establecer oficinas administrativas y plantas en México; en consecuencia surgió formalmente la industria del autotransporte.
Las primeras industrias que sustituyeron los antiguos carruajes por vehículos motorizados fueron la textil, la cervecera, la maderera, la refresquera, la del hierro y el acero y la alimenticia.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el mercado interno mexicano resultó atractivo para la industria automotriz que veía con interés el surgimiento de nuevos polos de desarrollo.
Sin embargo, los vehículos fabricados con tecnología importada, tanto de los Estados Unidos como de Europa, no respondían al 100% a las necesidades del mercado nacional.
A mediados de 1951, fue creada la empresa DIESEL NACIONAL (Dina) como una sociedad mixta de participación mayoritaria estatal e inversión de capital privado mexicano e italiano, aportado por la compañía Fiat.
Bajo la licencia y asesoría técnica de Fiat, se construyó el complejo industrial automotriz de Ciudad Sahagún, en el estado de Hidalgo.
Al iniciarse los años 50, el mercado mexicano disponía de camiones producidos en México por la marca DINA, con motores FIAT y en 1952 nace la red de distribuidores Dina en el Distrito Federal, Monterrey y Puebla. Diez años después, Dina fabrica autobuses foráneos con tecnología flexible. Así mismo inicia la comercialización de los primeros tractocamiones quinta rueda modelo Diamond T. Posteriormente en 1963 empieza la producción del camión D500 con cabina Loadstar de International.
Por un buen tiempo el transporte de carga y el urbano se hizo en vehículos de la marca Dina, quien controlaba un buen porcentaje del mercado nacional.
Los nombres Dorado y Avante, lanzados en 1982 y 1987 respectivamente, fueron sinónimos de calidad en vehículos de pasajeros en nuestro país. Siguiendo la tradición se incorporaron en 1992 y 1994 las líneas de autobuses Paradiso y Vaggio.
A los constantes cambios de tecnología en el mercado, decidieron lanzar un camión que cumpliera las expectativas de carrocería y motor demandadas por los transportistas de la época.
Dina presento en 1964, el camión 501 iniciando una nueva generación de vehículos con motor a diesel que la ubicó en el primer lugar en ventas.
Al mismo tiempo establece programas de capacitación para sus trabajadores en instituciones nacionales e internacionales.
Entre la década de los 60 y principios de los 70, la empresa estableció una serie de alianzas estratégicas con diversas firmas automotrices internacionales para recibir apoyo tecnológico, abastecimiento de partes y mantener la vanguardia en diseño.
Hacia 1972 la capacidad instalada de producción de Dina se amplía a 25 mil unidades anuales siendo la empresa camionera más importante de México y América Latina. Con la ventaja de ser la única empresa fabricante de camiones medianos y pesados en territorio nacional, hecho que la privilegiaba en un mercado cerrado, además de tener el reconocimiento de la marca. Pero también enfrentó la problemática surgida de una mala administración provocada por un aparato burocrático e ineficiente que gastaba más de lo que ganaba.
A finales de la década de los 80, dentro del gobierno salinista (Carlos Salinas de Gortari), se decidió vender la empresa automotriz. Una vez privatizada los buenos resultados llegaron de inmediato cobijados por un interesante inicio de sexenio (6 años de mandato de cada presidente mexicano, en este caso Ernesto Zedillo
1994-2000).
La recuperación de la inversión comienza a darse de manera acelerada hasta que llegó la crisis económica de 1995, donde la historia de la empresa tomó otro sendero. A finales de ese año, la firma registró una pérdida cambiaria de 600 millones de nuevos pesos como consecuencia de la devaluación iniciada en diciembre de 1994.
A partir del 1995 la empresa emprendió un proceso de transformación enfrentando los altibajos de la economía nacional. Entre ellos, el fuerte endeudamiento a raíz de los créditos contratados en dólares y la caída del mercado de camiones y autobuses a partir de ese trágico año. En un hecho sin precedentes para la historia automotriz mexicana, Grupo Dina adquirió meses antes de la devaluación de 1994, la empresa norteamericana MCI, el mayor fabricante de autobuses de Estados Unidos y Canadá.
Un año después MCI contribuyó con el 75% de los mil 200 millones de dólares reportados como las ventas totales del grupo. Sin embargo, ese paso hacia la globalización también contribuyó a incrementar el endeudamiento, que a la postre fue saneado vendiendo a la misma empresa.