Aston Martin Vantage. Porsche en el punto de mira
El diseñador jefe, Marek Reichman, entiende perfectamente cuál es su cometido en este trabajo. Su jefe, Andy Palmer (que llegó en 2014 procedente de Nissan), utilizó un símil inmejorable para referirse a sus coches: “No podemos seguir construyendo muñecas rusas ‘matrioskas’, que solo difieren en tamaño”. Ya sea un Vantage, un Vanquish, un Virage o incluso un DB9, la realidad es que hay muy poca diferenciación entre los modelos de la gama Aston Martin, y eso es lo que Reichman se ha propuesto cambiar junto a todo su equipo.
El Gran Turismo DB11 fue el comienzo de este pequeño gran cambio, y ahora con el Vantage, queda totalmente claro que los británicos están en el camino correcto. Mientras que el DB11 imita a un atleta elegante metido en un traje de gala, con gran envergadura y musculatura potente (son 600 cv de potencia), el Vantage se ha metido directamente en un mono de competición y luce con orgullo todo el trabajo tras horas sudorosas en el gimnasio.
Una mirada llamativa
El diseño en conjunto es poderosísimo. El frontal del Vantage (4,47 metros) está ocupado íntegramente por la parrilla, que solo está separada de la carretera por un estrecho splitter. Las luces frontales y traseras realizan todas sus funciones mediante LEDS y, en la parte trasera, la pronunciada caída de la silueta no pierde la suavidad. Existe un difusor de carbono del mismo color del spliter delantero que también subraya el potencial que los británicos quieren mostrar desde la parte trasera.
El gimnasio donde se ha esculpido esta preciosa figura no ha sido sólo el de Gaydon, sede central de la marca. Aquí se ha desarrollado y construido el Vantage, pero gran parte del entrenamiento y refinamiento de este biplaza ha tenido lugar en Affalterbach. Si, así es, en AMG. Mercedes-Benz ha puesto su granito de arena aportando el motor de ocho cilindros, con cuatro litros de cilindrada y doble turbo, el mismo que ya conocemos en el AMG GT. ¡Menuda aportación!
Motor ya conocido, nueva transmisión
Mientras que Mercedes-Benz ha vuelto a reorganizar sus niveles de rendimiento en la gama del AMG GT (ahora dan 476, 522, 557 y 585 cv), el V8 de este Vantage ofrece 510 cv, es decir, es 74 cv más potente que el Vantage S anterior. Con este nivel de rendimiento – y aquí es donde está la parte británica del entrenamiento – el británico puede ser tan rápido con el AMG GT R de 585 cv. Ambos pueden firmar un cero a cien en tan sólo 3,6 segundos a pesar de estar separados por casi un centenar de caballos. Donde Aston Martin tiene una ligera desventaja en cuanto a la velocidad máxima se refiere, ya que con un máximo de 314 km/h, el británico se queda cuatro kilómetros por hora por detrás del gigante alemán.
Además de una unidad de control del motor adaptada, los ingleses han introducido un par de cambios significativos. Por un lado, se ha renunciado a la caja de cambios AMG (un doble embrague de siete relaciones) para optar por la transmisión ZF de ocho marchas que (y este es el segundo cambio) ahora está situada muy cerca de las ruedas del eje trasero. La ventaja de esta transmisión no es solamente que el cambio es súper preciso y se produce a la velocidad del rayo, sino que también ofrece una gran comodidad. Después de todo, el cliente de Aston Martin es de un perfil más conservador y prefiere conservar ese lado ‘racional’ dentro de una máquina que puede ofrecer una de las sensaciones dinámicas más salvajes del mercado.
Bien apretado
En el primer test con el Aston Martin Vantage podemos sacar una conclusión clara: el DB11 es mucho más cómodo. A pesar de que el modo ‘Normal’ del DB11 proporciona la suficiente comodidad y el acelerador y la dirección responden de manera suave, tenemos que recordar que estamos ante un deportivo de solo 1,27 metros de altura, y por tanto, el centro de gravedad va siempre rozando el suelo. El habitáculo también es demasiado apretado, no es fácil que una persona alta entre cómodamente y nos llama la atención que la consola central está un poco sobrecargada de controles. Por cierto, el sistema de infoentretenimiento también es una aportación de Mercedes-Benz.
A pesar de que cuesta más de 30.000 euros más que su antecesor, los 178.000 euros que cuesta de entrada este Vantage no le hará perder demasiados clientes. Los puntos fuertes son tantos (y tan fuertes) que a priori no debería ser un problema. El nuevo Vantage ofrece una dirección afinadísima, y con los pulsar un botón, la transmisión y el chasis lo convierten en un auténtico purasangre. Hay tres modos de conducción diferentes (Sport, Sport Plus y Track) y al menos por el momento es el único Aston Martin que cuenta con diferencial trasero electrónico.
Casi tan bueno como un Porsche
El motor V8 responde a cada demanda de aceleración como si el pie derecho estuviese directamente conectado a la bomba de combustible. Cada movimiento se convierte en una patada hacia delante y se acompaña de un fuerte estruendo en el escape, que si nos permitís, suena todavía más fuerte que en el Mercedes. El Aston Martin es un auténtico devorador de curvas, muerde con firmeza el asfalto y ‘clava’ los vértices y puntos de entrada y salida de las curvas casi con la misma precisión que un Porsche 911 Turbo. Pero decimos casi, porque al Vantage solo le falta la ligereza del ‘nueveonce’, un pequeño pero importantísimo matiz que solo le preocupará a los pilotos profesionales. La mayoría de los conductores, no obstante, no se percatarán de esto, ya que sus límites se alcanzan mucho antes de los del coche.
Por cierto, el Vantage llega a su extenuación física mucho antes de lo que parece. Y es que, a pesar de que el dato de homologación es de 10,5 litros cada cien kilómetros, lo cierto es que el consumo mixto en condiciones de diversión (sin hablar de circuitos) es muy superior. Nuestro ordenador de a bordo reflejó un consumo mixto cercano a los 20 litros pero, igual que ocurre en este tipo de coches, esto importa bien poco.
Marek Reichman ha hecho un buen trabajo. El Vantage, con un diseño frontal espectacular y único, se diferencia notablemente del DB11 a pesar de que con él comparte numerosos componentes. Los ingenieros han querido darle un toque mucho más deportivo a su presentación estética y también ha su puesta a punto y esto le ha permitido poder plantar cara a todo un Porsche 911 Turbo. El hecho de que el motor lo hayan proporcionado desde la casa AMG no es precisamente una desventaja. Incluso, como decíamos arriba, el sonido es mucho más bonito a pesar de la diferencia de potencia.