Las cosas que te tengo que decir
probablemente no te agraden.
Puede que te hagan sentir insegura de lo que dices ya no sentir por mí,
de esos sentimientos que te rodeaban
al estar conmigo pero que, según tú,
ya no están en ti.
Pero dime, ¿qué pasaría si me acerco a tu cuerpo,
te hablo al oído como en los viejos tiempos,
te tomo de la cintura y muerdo tu cuello con suavidad?
¿Estás segura que no volverás a sentir nada?
No quiero que pienses que me aprovecho de las debilidades
que sé que tu cuerpo posee,
sólo quiero estar seguro que ya no habita ninguna emoción
en ti hacia mis caricias y mis besos,
hacia el roce de mi piel y tu piel, pues si te dejo ir con alguna de ellas,
podemos tener un problema en el futuro.
— Jonathan Montes