El número 3 de la calle Francesc Bastos de Tarragona fue escenario, a finales de agosto de 1993, de extraños fenómenos paranormales. Singulares movimientos. de objetos se producían a diario en el inmueble, habitado por un matrimonio de octogenarios, Ramón Martí y Mercé Caballé, que además percibían murmullos y gemidos y veían cómo las puertas de la casa no cesaban de abrirse y cerrarse sin causa que lo justificase. «Todos los objetos de tamaño mediano o pequeño" recuerda Francesc Bisbal, uno de los investigadores del caso fueron recogidos por los dueños para evitar que se rompieran. Habían atado con cuerdas las puertas de todos los muebles para impedir que se abrieran por efecto de los fenómenos psicocinéticos. Aquella pareja de ancianos estaba verdaderamente aterrorizada.
Éstas son características típicas del poltergeist, nombre con el que se designa el fenómeno consistente en un pretendido «espíritu» que atormenta a las familias arrojando objetos por toda da la casa. Pero la realidad es bien diferente. «Las perturbaciones de tal género -explica el parapsicólogo Scott Rogo- se centran muy a menudo en un niño de diez años o más. La persona «foco» utiliza inconscientemente la psicocinesis para exteriorizar sus hostilidades, personalidades y emociones reprimidas».
En efecto, la moderna parapsicología trata de alejarse del marco de las creencias y las supersticiones y busca una explicación alternativa en la denominada Psicocinesia Espontánea Recurrente (RSPK). Este extraño efecto sería causado por la mente de una persona que siempre se halla presente cuando se desencadenan las manifestaciones.
Sin embargo, para los investigadores que analizaron el poltergeist sucedido en Tarragona, no estaba tan clara la relación entre los fenómenos y el supuesto responsable, ya que los moradores del inmueble eran ancianos y normalmente el causante del poltergeist es un adolescente. ¿Se trataba de una excepción a la regla o la prueba de que intervenían fuerzas desconocidas? Un estudio estadístico realizado por un psicólogo de la Universidad de Nottingham, Alan Gauld, reveló que el 73% de los individuos «foco» son mujeres cuya media de edad se encuentra entre 16 y 20 años. Pero otro investigador, William G. Roll, constató años más tarde que un número creciente de personas mayores de 70 años también producían estos fenómenos.
Así, mientras el paragnosta español Ramón Gaibar, que también participó en la investigación de Tarragona, atribuyó los movimientos a «alguna entidad del más allá», el parapsicólogo catalán Francesc Bisbal dijo que podían deberse al psiquismo de alguno de los habitantes del piso, que actuaba como esponja de una energía contenida en el inmueble. Sin embargo, esta explicación no satisfizo al matrimonio Martí quienes, en su ignorancia, prefirieron seguir creyendo que aquellos acontecimientos eran fruto de un espíritu virulento.
Por Josep Guijarro-aluznformación