El Barcelona no pudo regalar a Navarro (21 puntos) por su cumpleaños un triunfo que hubiera dejado la final de la ACB vista para sentencia en la práctica. Sigue siendo favorito porque ha robado el factor cancha y por aquello de que la estadística es tozuda a la hora de hacer campeón al que gana el primer partido. Pero seguramente tendrá en el cuerpo cierta sensación de ocasión perdida. Hablando de estadísticas, el Tau hizo valer otra: desde abril de 2008 no pierde dos partidos seguidos en casa en ACB. Así seguirá porque en el Fernando Buesa Arena ganó el hambre. El Tau, absolutamente necesitado, subió al máximo la apuesta defensiva y el Barcelona no supo responder. Se quedó mudo y, quizá confiado en la fuerza del Palau, dejó escapar una victoria que por minutos sintió más que posible. Las circunstancias le avalaban: Splitter jugó muy mermado por una contractura y Teletovic sufrió un esguince de tobillo en el segundo cuarto. Volvió a jugar, pero ya entre algodones.
El Tau ganó porque supo rehacerse a su peor momento y reconoció las armas que tenía a su disposición, la principal la defensa. En el último cuarto y medio, los de Ivanovic ajustaron al máximo el trabajo en torno a su aro y anularon a un Barcelona que ya sólo respondió con chispazos de Navarro y con los 8 puntos casi seguidos que logró al final y a la desesperada un Lakovic que pasó demasiados minutos en el banquillo tras cometer demasiado pronto la segunda falta. Consciente de que jugaba sin margen de error y con el arsenal ofensivo disminuido en el juego interior, el Tau se puso en manos de su defensa y desde ahí construyó la victoria. Desde el 40-40, cuando el Barcelona parecía con más recursos, más capaz de hacer daño, el Tau tiró de fundamentos colectivos y de corazón. Y en ataque le bastó un final devastador de Rakocevic, con dos triples seguidos para la ruptura final y un total de 22 puntos. Antes, había habido tiempo para la reivindicación, así son estas series con partidos tan seguidos, para Prigioni (de -3 de valoración en el primer partido a 15 con 16 puntos anotados) y Mickeal (de -4 a 26 con 19 puntos y 9 rebotes).
Antes de ese último cuarto en el que el Barcelona estuvo casi cuatro minutos sin anotar y no pudo invertir la inercia que había tomado el partido en el tramo final del tercer parcial gracias a la energía de Prigioni, Vidal y San Emeterio, el partido amenazó con calcar el guión del estreno de la final. Pascual buscó, en el undécimo partido de la temporada entre estos equipos, un improbable factor sorpresa con un quinteto gigante (Andersen y Santiago dentro, Ilyasova de alero) mientras que Ivanovic dejaba en el banquillo a un Splitter que a pesar de sus problemas físicos se dosificó con criterio y fue importante en el último cuarto. Acabó con 6 puntos y 6 rebotes. Jugando prácticamente lesionado y haciendo fuerza en la zona para sellar el dominio reboteador del Tau (40-34). Los 13 rechaces ofensivos de los vitorianos fueron determinantes. Esas segundas opciones les dieron vida en sus peores momentos y minimizaron la influencia de Fran Vázquez, que durante una fase del partido se comió las dos zonas (4 rebotes, 4 tapones).
Decía que el partido siguió en el primer tiempo un guión idéntico al del primer choque porque el Tau salió embalado de la mano de Rakocevic y McDonald, y desde la lanzadera de un 12-5 llegó a los diez de ventaja (19-9) ante un Barcelona atónito que vivía de Navarro, que esta vez se quedó en 2 asistencias aunque sostuvo a su equipo pese a perder (21 a 22) el duelo de cañoneros con Rakocevic.
Después, también otra vez, el Tau se nubló en cuanto el Barcelona ajustó sus variantes defensivas, en zona e individual, y paró la sangría de pérdidas de balón. El trabajo de Sada y la aparición de Ilyasova fueron generando un vuelco al que contribuyeron los triples de Basile, cada uno un navajazo en el corazón de la grada porque con los tres puntos viajaba el recuerdo de la estocada del primer partido.
Con un Tau negado, el Barça alcanzó parciales de 0-10 y 4-16 para tomar pequeñas ventajas a las que los vitorianos sobrevivieron hasta el citado 40-40, cuando la actitud de Vidal y los puntos de Prigioni y Mickeal primero y Rakocevic después llevaron la final al 1-1. Incontestable. De la máxima ventaja (68-57) se pasó al último susto (71-67) pero ya sin vuelta atrás. Nadie en el Barcelona más allá de Navarro alcanzó los dobles dígitos de anotación. La estadística de triples, letal al descanso, se estropeó, Andersen se quedó en 9 puntos y no encontró los tiros abiertos que decantaron el primer partido. Y el equipo de Xavi Pascual, en definitiva, terminó emitiendo señales de impotencia, sin poder dar el mazazo definitivo al Tau aunque, seguramente, consciente de que su final pasa, tras el botín amarrado con el triple de Basile, por los dos partidos del Palau. Ahí el Tau deberá dar el máximo, pendiente del estado físico de Splitter y Rakocevic, para ganar al menos un partido y que la final vuelva a Vitoria. Por ahora ha salvado el cuello en la segunda batalla y ha demostrado que queda mucha guerra.