El fútbol suele jugar malas pasadas a quienes celebran antes de tiempo.

Este miércoles, Junior y Once Caldas juegan el segundo partido de la final del fútbol colombiano, final que antes de jugarse en la cancha se daba por sentado que sería disputada entre Millonarios y Santa Fe.

En la calle, las oficinas e incluso los medios de comunicación existía la sensación de que los dos equipos bogotanos lucharían por el título, acabando así con el ayuno de títulos ligueros que lleva ya varios años (36 para Santa Fe, 23 para Millonarios).

Pero ambos quedaron eliminados después de haber sacado resultados positivos en los juegos de ida de la semifinal (3-0 a favor para los azules, empate 1-1 de visitante los rojos) sumiendo en la tristeza a una ciudad que tiene ya suficiente con el invierno y los trancones de fin de año.

Si sirve de consuelo, no es la primera ni la más dolorosa de las derrotas inesperadas en la historia del fútbol, un deporte alegra y amarga con la misma facilidad. Acá un recuento de las más recordadas.

La derrota más grande del mundo

Si no hubiera existido el 'Maracanazo' Brasil tendría seis campeonatos del mundo, o ninguno, porque fue un hecho tan determinante que rompió para siempre la historia del país.

El campeonato mundial de 1950 jugado en dicho país se definió con un cuadrangular final donde, además del anfitrión, estaban España y Suecia. Brasil enfrentaba en la última fecha a Uruguay y con empatar alzaba la copa. Mientras que los rivales, que hasta la fecha no había perdido un solo partido de copa del mundo tenían que ganar sí o sí, de visitante y en el Maracaná, un estadio de 200.000 personas construido especialmente para el torneo.

Los brasileños venían de marcar trece goles en sus dos juegos más recientes, mientras que Uruguay había empatado de milagro contra España y vencido por apenas un gol a Suecia.

Espectáculos de Fuegos artificiales ya habían sido ensayados, los periódicos ya estaban listos desde la noche anterior, con el titular y el espacio en blanco para ser llenados con la crónica, mientras que en las calles existía un aire triunfalista que se afianzó cuando Friaça marcó el 1-0 a los dos minutos del segundo tiempo. La fiesta estaba a 43 minutos de distancia.

Pero a los minutos 66 y 79 aparecieron Schiaffino y Ghighia para darle el título a Uruguay y construir con goles la leyenda más grande en la historia del fútbol. El desasosiego fue tal que cuenta el mismo Jules Rimet, entonces presidente de la FIFA, que una vez terminado el juego se vio con el trofeo en la mano sin saber a quién entregárselo, Todo el protocolo se había cancelado y la gente caminaba de un lado a otro de la cancha sin saber qué hacer. Cuenta que por casualidad se cruzó con Obdulio Varela, capitán uruguayo, le dio la copa, estrechó su mano y se fue de allí.

El hecho dejó dos frases para la posteridad. Una, la de Moacyr Barbosa, portero de Brasil, quien afirmo: "La pena máxima en Brasil son 20 años, yo ya llevo cumpliendo 44 de condena". La otra salió de la boca de Alcides Ghiggia, autor del gol que valió la copa: "Sólo tres personas silenciaron Maracaná: el Papa, Sinatra y yo".

La ventaja de ser el débil

Pese a que los alemanes son conocidos por su determinación y fortaleza mental, consiguieron sus dos primeros títulos mundiales gracias a llegar a la final como el equipo débil.

En Suiza 54 tuvieron que enfrentar a la final a Hungría, el mejor equipo que hasta entonces había visto el mundo. Con un invicto de cuatro años y 33 partidos, la medalla de oro en fútbol  de los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952, el logro de haber sido el primer equipo no británico en derrotar a Inglaterra en Wembley y 25 goles marcados en sus cuatro partidos previos, Hungría prometía quedarse con la copa. De hecho, días antes, en un partido de primera fase, había vencido a Alemania, que ese día jugó con varios suplentes.

Ese 4 de julio en Berna, los húngaros ya ganaban por 2-0 a los ocho minutos, pero Alemania se recuperó y terminó imponiéndose por 3-2 con dos tantos de Helmut Rahn, su goleador. Desde entonces se habla del 'Milagro de Berna', episodio que ayudó al renacimiento alemán después del desastre de la II Guerra Mundial.

20 años después, jugando el mundial de local, Alemania se enfrentó en la final a Holanda, que practicaba el llamado 'fútbol total', donde todos atacaban y todos defendían. El equipo se basaba en el Ajax tricampeón de Europa y tenía en Johan Cruyff a su máxima figura. Holanda marcó el primer gol antes del minuto de juego sin que ningún alemán hubiera tocado el balón, pero terminó perdiendo 1-2.

"Regálame los guantes"

El 15 de mayo de 1974 Atlético de Madrid jugó la que hasta ahora ha sido su única final de Copa de Europa, hoy llamada 'Liga de Campeones'. Al frente estaba el Bayern Munich de Beckenbauer y Gerd Muller. Tras un empate sin goles en los 90 minutos el partido se fue a prórroga, donde a los 113 minutos Luis Aragonés, quien fuera después el entrenador que dio a España la Eurocopa de 2008, marcó el 1-0 que prácticamente sentenciaba el partido.

Quedaban pocos segundos para cumplirse el tiempo y Miguel Reina, portero del Atlético, abandonó su arco para regalarle sus guantes a un fotógrafo que se los había pedido de recuerdo en caso de que ganaran el partido y que se encontraba detrás de él. El alemán Georg Schwarzenbeck notó la acción y sacó un zapatazo de más de treinta metros que entró sin oposición alguna en la portería.

La regla de la UEFA establecía que el juego tendría que repetirse y dos días después, en el mismo estadio. Bayern ganó sin atenuantes por 4-0 y en el arco español seguía Miguel Reina (padre de Pepe, hoy portero del Liverpool), quien ya no tenía la misma confianza de 48 horas antes.

Somos los campeones del mundo

La historia es conocida: el 5 de septiembre de 1993 Colombia venció 5-0 a Argentina en el estadio monumental de Buenos Aires, clasificándose así para el Mundial de Estados Unidos 94 y mandando a los bicampeones del mundo a jugar el repechaje contra Australia.

Meses antes del Mundial, Colombia se enfrascó en una serie de amistosos que no hicieron otra cosa que reafirmar el poderío del equipo de Valderrama, Rincón, Asprilla y Valencia, algunas veces contra equipos que presentaban nóminas de segundo orden.

El propio Pelé dio a Colombia como campeón mundial días antes del torneo, incapaz de prever lo que se venía: peleas en la concentración del equipo, escándalos por roscas y apuestas, motines internos, derrotas ante Rumania y Estados Unidos, eliminación en primera ronda y el asesinato de Andrés Escobar al regreso de la delegación al país.

Tocaba perder 7-0

Colombia tenía listo el tiquete a los juegos Olímpicos de Sydney 2000 de la mano de Javier Álvarez, técnico que representaba la nueva sangre del fútbol nacional luego del fracaso en el mundial de Francia 98.

Era 30 de enero de 2000 y la clasificación era cosa segura luego de que el equipo goleara a Chile y necesitara perder por 7-0 frente al local, Brasil, para quedar eliminado. Esa tarde en Londrina, Colombia no perdió por siete sino por nueve tantos, escribiendo así uno de los peores capítulos en la historia del fútbol nacional. De esa selección hicieron parte jugadores como jairo 'El tigre' Castillo, Robinson Zapata, león Darío Muños y Alex Viveros.

El marcador les permitió a los chilenos jugar en Sydney, donde fueron medalla de bronce luego de perder en semifinales contra la selección de Camerún, a la postre ganadora.

El peor resultado es el 3-0

Dicen que el peor resultado del fútbol es el 2-0 porque da una falsa sensación de comodidad, y que apenas el equipo que va abajo marca el descuento, se va con todo por el empate, lo que muchas veces ocurre.

Pero el 25 de mayo de 2005 el estadio Ataturk de Estambul (Turquía) vio algo histórico en la final de la Liga de Campeones entre Milan y Liverpool. Los italianos venían de ganar el trofeo dos años atrás y tenían la seguridad de Paolo Maldini, la conducción del joven Kaká y los goles de Hernán Crespo y Andriy Shevchenko.

En efecto, con dos goles de Crespo y uno de Maldini, Milan ganaba 3-0 al final del primer tiempo. La reacción inglesa, producto de un tanto de Steven Gerrard a los 10 minutos del complemento no creo mucha preocupación. Pero dos minutos después el checo Smicer puso el 2-3 y a los 60, el español Sabih Alonso marcó el empate de penal. El Milan quiso reaccionar pero no pudo, mientras que, agotado por la reacción, Liverpool aguantó el resto del tiempo reglamentario y el alargue.

Los penales favorecieron a los ingleses, que consiguieron así su quinta Copa de Europa. Dos años después, en Atenas, ambos equipos volvieron a verse las caras y esa vez fue victoria italiana por 2-1.