La increíble historia de un famoso físico preso por narco
Por Marina Aizen
Se llama Paul Howard Frampton y es un hombre brillante para la ciencia. Fue detenido en Ezeiza con 2 kilos de cocaína. Está en Devoto a la espera de un juicio. Dice que fue engañado.
El señuelo. Denise Milani. No se sabe si la chica tuvo alguna vez contacto con Frampton.
22/07/12 - 17:32
El 23 de enero pasado, Paul Howard Frampton, un prolífico físico teórico, mundialmente reconocido por sus trabajos sobre cosmología y sobre la naturaleza intrínseca de la materia o física de las partículas, oyó su nombre por altoparlante en el aeropuerto de Ezeiza. Llevaba, a esa altura, 36 horas deambulando por la estación aérea, después de haber pasado unos 10 días insólitos en La Paz, Bolivia.
Estaría fatigado –no es un pibe, tiene 68 años–, seguramente también sucio y mentalmente perturbado:
36 horas de espera en un aeropuerto pueden fulminar a cualquiera. ¿Qué hacía ahí como alma errante?Paul Frampton, con Yoichiro Nambu, Premio Nobel de Física 2008.
Esperaba que una mujer de fisonomía verdaderamente espectacular, a quien había creído conocer en un chat de Yahoo!, le mandara un boleto electrónico con destino a Bruselas, donde se iban a reunir cara a cara, luego de una frustrada cita romántica en Bolivia. El pasaje no llegaba y un amigo suyo que intuyó que estaba en peligro logró disuadirlo desde los Estados Unidos para que cambiara inmediatamente de planes y se olvidara de la chica. Por eso, cuando escuchó que lo llamaban, estaba a punto de abordar un vuelo que lo llevaría de regreso a Carolina del Norte –donde es catedrático distinguido en la Universidad– con una escala en Lima y otra en Miami. Empezaba de esa manera el "peor día de mi vida", como confesaría luego. Es que la valija que había despachado, y que creía vacía, tenía escondido en un compartimento secreto un paquete con 2,080 kilos de cocaína envueltos con papel de regalo. Es una cantidad suficiente como para 18 mil dosis. Fue así que el académico, que ha compartido trabajos con tres premios Nobel, terminó en el pabellón número 4 de la cárcel de Devoto, con otros 80 presos comunes. Y allí sigue, pensando en los agujeros negros del universo y de su propia existencia, lamentablemente muy lejos de las partículas elementales y del Gran Acelerador de Hadrones (la máquina de Dios), otro de los temas sobre los que estuvo elaborando hipótesis y publicando papers, aún detrás de estos infranqueables barrotes.El selecto mundillo de los físicos, que está acostumbrado a debates abstractos que resultan incomprensibles, de repente se vio metido en un revuelo de naturaleza mundana y policial. Y a la par que celebraban los hallazgos sobre el bosón de Higgs –la primera partícula con masa considerada clave en el origen del Universo–, un núcleo de notables de esta ciencia ("la ciencia de las ciencias", dicen a veces con cierta jactancia intelectual) se ocupaba también de mandarle –vía diplomacia de los Estados Unidos– una carta a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para que intercediera por la situación del desafortunado profesor.
Desde aquel fatídico día de su detención hasta ahora también han escrito al juzgado por lo menos tres premios Nobel con los que trabajó –Sheldon Glashow, George Smoot y Yoichiro Nambu–, así como decenas de académicos de todos lados. Su caso fue discutido –aunque con cierta sorna, hay que decirlo– en The Reference Frame, un blog que frecuentan los físicos de todo el mundo, porque en todas las grandes universidades, desde Oxford a La Plata, de Singapur a Princeton, se ha hablado –y se sigue hablando– de las desventuras del pobre Frampton. Cómo un hombre de carrera impecable terminó cayendo en una treta en la que suelen quedar atrapados tipos que están desesperados, son malandras o ignorantes es una cuestión que intriga de verdad a la justicia argentina.-¿Por qué una persona joven querría pagarle un pasaje y un hotel, y no al revés?
Creo que pensé que esta mujer tenía mucho dinero. Me dijo que le pagaban millones de dólares para hacer lo que ella hace (posar en bikini).
-¿Nunca le pareció que había cosas incoherentes en la conversación?Tal vez tendría que haberme dado cuenta. Pero el estafador era muy bueno. Muy inteligente, creo. Nunca pensé que esa profesión existiría. Está basada en una total deshonestidad, por supuesto. Tengo que admitir que por 11 semanas, desde el 7 de noviembre al 23 de enero, creía que estaba chateando con una mujer, una mujer atractiva, y sí, le expliqué que mi clase (en la universidad) se había cancelado, que tenía una semana o dos en las que podría reunirme con ella.
-¿No le pareció raro que lo invitara a encontrarse en Bolivia?
Pensé que era un país con mano de obra barata. Esta mujer se especializa en que le tomen fotografías en diferentes lugares. No me sonó raro en el sentido que usted le da. Pensé que yo iría allí y que ella regresaría al lugar donde vivo conmigo en un par de días. Esa fue la idea. ¿Por qué me quedé por muchos días? Estaba trabajando en un hotel. Claro que tenía internet, una computadora, teléfono... era todo lo que necesitaba para estar en contacto con el mundo. No me importa mucho donde esté. Yo estaba en un buen sitio para trabajar en ese momento. Creo que dejé el hotel un par de veces en los 10 días que me quedé. Estaba trabajando y esperando para ver cuál era el próximo paso. Yo había llegado tres días tarde a La Paz porque hubo una confusión con los pasajes de avión. Tal vez me tendría que haber dado cuenta de que había algo raro.-Llegó a Toronto y no pudo viajar porque el pasaje había sido pagado con una tarjeta trucha...
Pero después la reemplazaron con una buena tarjeta...
-¿Se acuerda quién le dio la valija?
Estuve con esa persona un minuto. Estaba oscuro. Era hispano, creo. Podría haber tenido entre 30 y 50 años. No lo reconocería. La prueba de mi inocencia está en un mensaje del 20 de enero, en el que el estafador me pide que baje a la entrada del hotel y reciba una valija.
-Usted tenía un amigo en Canadá que le advirtió no llevar ninguna valija que no le perteneciera...
Sí. John Dixon. Vea, yo no lo tomé a él seriamente en el momento. No se me ocurrió que fuera relevante para mí. Hay un par de mails que pueden ser interpretados como chistes. Pero suenan mal, claro.
-En la fiscalía no sabían eso...
Tienen que entender mi personalidad. Si John Dixon no hubiera dicho nada no se me hubiera ocurrido (lo de la droga). Pero eran chistes.
-¿Por qué le interesaría a una chica como esa reunirse con un viejo profesor de física?
Ella dijo que a ella le gustaban hombres mayores y que estaba cansada de las sesiones de fotografía.
-Y usted le creyó...
Obviamente le creí. El era muy inteligente. Antes del 23 de enero era ella y después de un par de semanas de estar pensando en todo esto, se convirtió en él: en el criminal. Ella me preguntó si podría estar orgulloso de alguien como ella. Fue bastante convincente.-¿Por qué se quedó en Bolivia, aun sabiendo que ella no estaría allí?
Llegué a Santiago un lunes, pero el primer vuelo que pude abordar hacia La Paz fue un miércoles. Me enteré de que no estaba allí el miércoles. En ese momento, me tendría que haber vuelto a los Estados Unidos. Pero yo siempre me propongo completar mis proyectos, como lo hago con mis papers de física. Ella era mi proyecto.
Frampton tiene defensores oficiales. Ya han pasado tres por su causa, con lo cual es difícil entender cuál será la estrategia en el juicio. En algún momento, se ordenó que se le hiciera una pericia psicológica, en la que diagnosticaron su trastorno. Dijo sobre esto: “La manera en la que había pensado previamente en mí es que la parte izquierda de mi cerebro es demasiado fuerte y domina mi lado derecho. Mi lado izquierdo es el racional, el lógico, matemático, científico... Mi lado derecho es el emocional, y para las relaciones interpersonales. Mi lado izquierdo siempre ha dominado mi lado derecho. Tal vez es la razón por la cual soy tan bueno en mi profesión. Creo que me la pasé demasiado tiempo haciendo física”.
El profesor se consideraba más inteligente que Newton. Hasta lo escribió en un paper, que lo dejó en ridículo ante los pares que ahora lo tratan de ayudar. No sé si su autoestima sigue tan alta. Su humor es variable. A veces está desesperado, pero después me reta porque no soy lo suficientemente optimista sobre su situación. Se hizo una rutina de trabajo, junto a su cama, en la cocina... Sólo espera no morirse por una enfermedad pulmonar antes de poder salir.Así se encuentra hoy, abandonado engañado