Según la FAO, actualmente hay 923 millones de personas afectadas por el hambre (1), 75 millones más que un año antes y, según el Banco Mundial, 33 países están en peligro de desestabilización y conflictos internos debido al aumento de los precios de los alimentos El cambio climático producirá un fuerte aumento de las personas hambrientas en los próximos años. China, el país con más habitantes del mundo perderá su capacidad de alimentar a su población en 2030 debido a los efectos del cambio climático . Como resultado de una combinación de factores (aumento de temperaturas, pérdida de tierras cultivables, escasez de agua, condiciones meteorológicas extremas, enfermedades vegetales o aumento de plagas), la producción alimentaria china caerá un 23% en 2050 con respecto a los niveles de 2000. Una situación que también se dará en muchos otros países.
“Nuestras administraciones deben realizar un cambio de modelo para que la agricultura deje de ser una de las causas que contribuyen al cambio climático y pase a convertirse en parte de la solución", ha declarado Juan-Felipe Carrasco, portavoz de agricultura de Greenpeace.
Agrocombustibles
En ausencia de criterios ambientales y sociales, el cultivo a gran escala de agrocombustibles, en lugar de ser una de las posibles soluciones al cambio climático, contribuye a aumentar sus efectos.
Transgénicos
Los transgénicos no contribuirán a solucionar el hambre, "son una tecnología monopolizada por un grupo de empresas que se comportan como 'dictadores de la alimentación', impiden ejercer el ancestral derecho a guardar e intercambiar semillas, socavan las bases de una agricultura social y medioambientalmente sostenible y concentran la riqueza"
Pesca
El pescado es la principal fuente de proteínas animales para unos dos mil millones de personas en todo el mundo, particularmente en algunas de las zonas costeras más pobres de África, Asia o Latinoamérica. La sobreexplotación de los recursos pesqueros y el aumento del consumo de pescado en los grandes mercados de Europa, Japón y Estados Unidos, amenazan la subsistencia de comunidades pesqueras enteras, que se ven privadas del acceso a un alimento tan completo como el pescado, a la vez que pierden una fuente de empleo fundamental.
La confluencia de la crisis alimentaria y financiera global junto a los impactos del cambio climático, exigen la inmediata puesta en marcha de cambios significativos en las políticas y los modelos productivos.