Michael Desjoyeaux gana la Venndeé
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Profesor Leyenda
Suso Pérez | 02/02/2009 - 16:34 horas
Michel Desjoyeaux saluda como vencedor de la Vendée 2008-09 en Les Sables d'Olonne
Desjoyeaux entra con el Foncia en el canal de Les Sables d'Olonne en medio de miles de espectadores y escoltado por numerosas embarcaciones
Jacques Vapillon - DPPI/Vendée Globe Michel Desjoyeaux saluda como vencedor de la Vendée 2008-09 en Les Sables d"Olonne
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Michel Desjoyeaux ha ganado la Vendée Globe 2008-09 dejando tras de sí una estela de hitos que hará inolvidable esta victoria. En primer lugar, un tiempo récord de 84 días, 3 horas, 9 minutos 8 segundos para recorrer 24.840 millas alrededor del mundo, a una velocidad media de 12,3 nudos. En segundo lugar, el hecho de haber reiniciado la regata casi dos días después de tomar la salida con el resto de los competidores, llegar a tener 652,4 millas de desventaja respecto al primero y, a partir de ahí, haber remontado milla a milla a lo largo del Atlántico y del Índico para situarse líder cuando entraba en el Pacífico. Y luego mantenerse firme en ese puesto mientras otros muchos barcos rompían y se retiraban. Y, finalmente, todavía aumentar la ventaja, de nuevo en el Atlántico, sobre los que quedaban en competición hasta llegar a meta.
En tercer lugar, y esto parece sólo un dato estadístico y sin embargo es una hazaña inimaginable, haber ganado la Vendée Globe en las dos ocasiones en que este precoz marino nacido hace 43 años en el Finisterre francés, ha participado. Desjoyeaux, llamado El Profesor por su propios rivales-compañeros, que forman la elite de la navegación mundial, entra así en la leyenda tras su hazaña en la exigente regata de solitarios alrededor del mundo, sin escalas y sin ayuda, después de alzarse también con la victoria en 2000-01, con un tiempo entonces de 93 días, 3 horas, 57 minutos y 32 segundos.
Mich' Desj' entró con el velero Foncia en Les Sables d'Olonne a las 4 y 11 minutos de la tarde del domingo (15.11 UTC) en medio de un recibimiento apoteósico. El pequeño puerto atlántico, elevado a la cumbre del deporte (y del turismo) gracias a esta mítica regata, acogió de nuevo, al igual que el pasado 9 de noviembre cuando se dio la salida, a decenas de miles de personas que querían ver la llegada del héroe del mar. Numerosas embarcaciones salieron a encontrarse con el marino, casado y padre de tres hijos, y luego lo escoltaron en su entrada por el canal de Port Olona, llamado ya Los Campos Elíseos de la vela.
Discreto y poco hablador, Desjoyeaux respondió a las primeras preguntas a pie de pantalán manifestando su emoción por el rayo de sol que iluminó la tarde nublada y gris justo en el momento en que cruzó la línea. Luego, en la conferencia de prensa, negó que hubiera ido demasiado rápido, exprimiendo excesivamente el barco, durante la regata. "Ninguna de las averías que he tenido se debió a ir demasiado rápido, por ir pisando a fondo. Cuando me llegaban voces que decían que iba demasiado rápido me preguntaba a mí mismo si era así o no, y la respuesta era que no".
También comentó el regreso al que vio obligado tras la salida comparándolo con una parada en boxes en la fórmula 1 y explicando que en una Vendée Globe siempre pasan muchas cosas: "Ayer mismo, a mediodía, golpeé los timones al chocar con un palé. Podía haber sido un contenedor. Hasta que no cruzas la línea de llegada no te puedes relajar".
Desjoyeaux tuvo igualmente palabras de recuerdo para los demás competidores, especialmente para Loïck Peyron, a quien, según comentó, envió un mail con una bronca cariñosa tras su abandono por la rotura del mástil, lamentando que ya no se divertirían compitiendo, como tantas veces lo han hecho a bordo de multicascos, y para Roland Jourdain, hasta ahora segundo clasificado, que ha perdido la quilla y que todavía ayer valoraba seguir navegando las mil millas que le separan de Les Sables d'Olonne para completar la vuelta al mundo.
Hoy, Jourdain ha tomado finalmente la decisión de abandonar la regata y dirigirse a las Azores. Además del bulbo que va en el extremo de la quilla y que actúa de contrapeso con las enormes velas de un Imoca Open 60, el barco parece haber perdido un buen trozo de la propia quilla, de manera que, además del riesgo de volcar, dispone de muy poca maniobrabilidad para otra cosa que no sea dejarse llevar por el viento. Para los próximos días la previsión en la zona es de 50 nudos de viento y olas de 10 metros.
En esa tesitura, Jourdain ha puesto rumbo al sur de la isla de Sâo Miguel, de donde le separan sólo unas decenas de millas. Dos de los miembros de su equipo de tierra volaron a las Azores y han salido al mar para ayudarle. El propio Roland Jourdain comentaba en unas de sus últimas comunicaciones con la dirección de la regata la vieja máxima de las gentes del mar y que siempre le recuerdan sus amigos pescadores: "El mejor marino es el que consigue llegar a puerto". Una decisión muy difícil, de todas formas, para el regatista después de haber mantenido una brillante segunda posición durante 47 días y ya tan cerca de la meta.