Los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), conocidos internacionalmente por su acrónimo inglés POPs (Persistent Organic Pollutants), son sustancias químicas que:
-Tienen una elevada permanencia en el medio ambiente al ser resistentes a la degradación
-son bioacumulables, incorporándose en los tejidos de los seres vivos y pudiendo aumentar su concentración a través de la cadena trófica
-son altamente tóxicos y provocan graves efectos sobre la salud humana y el medio ambiente y
-tienen potencial para trasportarse a larga distancia, pudiendo llegar a regiones en las que nunca se han producido o utilizad
Por todo esto, suponen una amenaza para la salud humana y el medio ambiente de todo el planeta.
La Comunidad Internacional, y más concretamente las Naciones Unidas, ha generado instrumentos importantes para regular y controlar los COP. El más ambicioso es el Convenio de Estocolmo, cuyo objetivo es proteger la salud humana y el medio ambiente frente a los COP, eliminando, y cuando esto no sea posible reduciendo, las emisiones y las descargas de estos contaminantes.
La Conferencia Diplomática para la firma de este Convenio tuvo lugar el 22 y 23 de mayo de 2001 en Estocolmo, y contó con la firma de más de 120 países. La Unión Europea y todos sus Estados Miembros firmaron el Convenio y las Resoluciones que lo acompañan, manifestando en este acto la importancia de este acuerdo internacional y su voluntad decidida para promover su entrada en vigor.
La Convención de Estocolmo pide medidas internacionales sobre la que denomina "docena sucia", 12 COPs agrupados en tres categorías:
Pesticidas: Aldrina, clordano, DDT, dieldrina, endrina, heptacloro, mirex, y toxafeno
Productos químicos industriales: Hexaclorobenceno (HCB) y bifenilos ploriclorados (PCB)
COPs producidos de forma no intencional
ioxinas y furanos