Una verdadera vergüenza fue la que pasó el Rey Juan Carlos de España cuando fue descubierto que su accidente que quebró su cadera derecha en tres partes se produjo mientras andaba de safari de caza de elefantes en África.
Además de lo repudiable que resultan esta sanguinaria y cruel práctica realizada nada más que por diversión (aparte de traficar su marfíl, los africanos utilizan su carne para alimentarse a módicos precios) le costó miles de euros al desfinanciado estado español. Para colmo, otro de los agravantes en el caso es que el monarca detenta el cargo de “presidente de honor” de la ONG ecologista WWF ( World Wide Fund for Nature) dedicada a la conservación de las especies, desde 1968.
Cuando se desató el escándalo, de inmediato llegó la presión para la organización que comenzó a estudiar la forma de que sus miembros decidieran que hacer al respecto. Se habló hace tres meses de hacer una votación para ver si continuaba detentando el cargo. Según el comunicado: “La Junta Rectora de WWF España, en reunión extraordinaria celebrada el 17 de abril de 2012, ha acordado por unanimidad iniciar el proceso necesario para modificar el artículo 6º de sus estatutos, en relación con las figuras honoríficas de la organización”, pero no fue sino hasta ahora cuando se fijó la fecha oficial. El 21 de julio se realizará una asamblea extraordinaria donde por fin se decidirá si el Rey aún merece su título en la institución conservacionista.
Pero no creas que es tan lógico que se le quite el piso para continuar siendo el “presidente de honor” ya que en ese momento la WWF a pesar de estar dañando gravemente su imagen y tener a Alemania y Holanda con el grito en el cielo, argumentaron que la caza de elefantes era “perfectamente legal y hasta aceptable en términos de sostenibilidad, ya que la gestión de la fauna en Botsuana es tenida como ejemplar y los ejemplares se abaten de forma controlada y entre los ‘sobrantes’ de un plan de gestión científicamente aprobado”.
fuente-elpais