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LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad... con despreocupación, con armonía y con
amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor, creamos éxito y buena fortuna con
gran facilidad.
Un ser integral conoce sin viajar, ve sin mirar, y realiza sin hacer.
Lao-TSE
La cuarta ley espiritual del éxito es la ley del menor esfuerzo. Esta ley se basa en el hecho de que la inteligencia
de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, de la no
resistencia. Por consiguiente, es el principio de la armonía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos
enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos.
Si observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hierba no tiene que
hacer ningún esfuerzo para crecer; sencillamente, crece. Los peces no se esfuerzan para nadar; sencillamente,
nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se esfuerzan para
volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca. La Tierra no se esfuerza para girar sobre su eje; es
su naturaleza girar a velocidad vertiginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en estado de
dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titilar y destellar. Y es la naturaleza
humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con facilidad y sin esfuerzo.
En la ciencia védica, la filosofía milenaria de la India, este principio se conoce como economía de esfuerzo, o
"hacer menos para lograr más". Al final, llegamos al estado en que sin hacer nada lo realizamos todo. Esto
significa que una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo alguno. Lo que conocemos normalmente
como "milagros" son en realidad manifestaciones de la ley del menor esfuerzo.
La inteligencia de la naturaleza funciona sin esfuerzo, sin resistencia, espontáneamente. No es lineal; es intuitiva,
holística y estimulante. Y cuando estamos en armonía con la naturaleza, cuando estamos seguros del
conocimiento de nuestro verdadero yo, podemos utilizar la ley del menor esfuerzo.
Es mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor, porque es la energía del amor la que
aglutina la naturaleza. Cuando tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás, gastamos energía.
Cuando buscamos el dinero o el poder para satisfacer al ego, gastamos energía persiguiendo la ilusión de la felicidad,
en lugar de disfrutar la felicidad del momento. Cuando anhelamos el dinero para beneficio personal
únicamente, cortamos el flujo de energía hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la
naturaleza. Pero cuando nuestras actuaciones nacen del amor, no hay desperdicio de energía. Cuando nuestros
actos brotan del amor, la energía se multiplica y se acumula - y el exceso de energía que recogemos y disfrutamos
puede canalizarse para crear cualquier cosa que deseemos, incluida la riqueza sin límites.
Podemos considerar el cuerpo como un aparato para controlar la energía: puede generar, almacenar y gastar
energía. Si sabemos cómo generar, almacenar y gastar la energía de una manera eficiente, podemos crear
cualquier cantidad de riqueza. Fijar nuestra atención en el ego consume la mayor parte de la energía. Cuando
nuestro punto interno de referencia es el ego, cuando buscamos poder y control sobre los demás, o la aprobación
del resto del mundo, desperdiciamos nuestra energía.
Sin embargo, cuando liberamos esa energía podemos recanalizarla para crear cualquier cosa que deseemos.
Cuando nuestro punto interno de referencia es nuestro espíritu, cuando nos volvemos inmunes a la crítica y
perdemos el temor a los desafíos, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente la energía para
vivir la abundancia y la evolución.
En El arte de soñar, don Juan le dice a Carlos Castañeda: "Gastamos la mayor parte de nuestra energía
sosteniendo nuestra importancia... Si pudiéramos perder parte de esa importancia, nos sucederían dos cosas
extraordinarias. Una, liberaríamos la energía que se mantiene atada alimentando la idea ilusoria de nuestra
grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para ... vislumbrar la grandeza real del universo".
La ley del menor esfuerzo tiene tres componentes - tres cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento
este principio de "hacer menos para lograr más". El primer componente es la aceptación. Aceptar significa
sencillamente contraer un compromiso: "Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los
hechos tal como se presenten". Eso significa que sabremos que este momento es como debe ser, porque todo el
universo es como debe ser. Este momento - el que estamos viviendo ahora mismo - es la culminación de todos
los momentos que hemos vivido en el pasado. Este momento es como es porque todo el universo es como es.
Cuando luchamos contra este momento, en realidad luchamos contra todo el universo. En lugar de eso, podemos
tomar la decisión de no luchar hoy contra todo el universo, no luchando contra este momento. Eso significa que
nuestra aceptación de este momento es total y completa. Aceptamos las cosas como son, no como quisiéramos
que fueran, en este momento. Es importante comprender esto: podemos desear que las cosas sean diferentes en
el futuro, pero en este momento debemos aceptarlas como son.
Cuando nos sintamos frustrados o estemos molestos a causa de una persona o una situación, recordemos que
nuestra reacción no es contra la persona o la situación, -sino contra nuestros sentimientos acerca de esa persona
o esa situación. Ésos son nuestros sentimientos, y nadie tiene la culpa de ellos. Cuando reconozcamos y
comprendamos esto plenamente, estaremos listos para asumir la responsabilidad de lo que sentimos y para
cambiarlo. Y si podemos aceptar las cosas como son, estaremos listos para asumir la responsabilidad de nuestra
situación y de todos los sucesos que percibimos como problemas.
Esto nos lleva al segundo componente de la ley del menor esfuerzo: la responsabilidad. ¿Qué significa
responsabilidad? Significa no culpar a nadie o a nada - ni siquiera a nosotros mismos - de nuestra situación. Una
vez aceptado un suceso, un problema o una circunstancia, responsabilidad significa la capacidad de tener una
respuesta creativa a la situación tal como es en este momento. En todos los problemas hay un principio de
oportunidad, y esta conciencia nos permite aprovechar el momento y transformarlo en una situación o una cosa
mejor.
Cuando hacemos esto, toda situación supuestamente enojosa se convertirá en una oportunidad para crear algo
nuevo y bello; y todo supuesto torturador o tirano se convertirá en maestro. La realidad es una interpretación. Y si
optamos por interpretar la realidad de esta manera, tendremos muchos maestros a nuestro alrededor, y muchas
oportunidades para evolucionar.
Siempre que enfrentemos a un tirano, torturador, maestro, amigo o enemigo (todos son la misma cosa),
recordemos: "Este momento es como debe ser". Cualesquiera que sean las relaciones que tengamos en este
momento de nuestra vida, son precisamente las que necesitamos en este momento. Hay un significado oculto
detrás de todos los acontecimientos, y ese significado oculto está trabajando a favor de nuestra evolución.
El tercer componente de la ley del menor esfuerzo es asumir una actitud no defensiva, lo que significa que nuestra
conciencia abandona su actitud defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los
demás de que nuestro punto de vista es el correcto. Si observamos a las personas que nos rodean, veremos que
ellas pasan el noventa y nueve por ciento del tiempo defendiendo sus puntos de vista. Si sencillamente
renunciamos a la necesidad de defender nuestro punto de vista, a través de esa renuncia lograremos acceso a
una cantidad enorme de energía que anteriormente desperdiciábamos.
Cuando estamos a la defensiva, cuando culpamos a los demás y no aceptamos ni nos rendimos ante el
momento, nuestra vida se llena de resistencia. Cada vez que encontremos resistencia, reconozcamos que forzar
la situación sólo aumentará la resistencia. No es bueno alzarse rígido como un gran roble que se agrieta y
sucumbe a la tempestad; al contrario, debemos tratar de ser flexibles como la caña que se dobla en la tormenta y
sobrevive.
Desistamos completamente de defender nuestro punto de vista. Cuando no hay un punto que defender, no puede
haber discusión. Si hacemos esto constantemente - si dejamos de luchar y de resistirnos - viviremos plenamente
el presente, el cual es un regalo. Alguien me dijo una vez que "el pasado es historia, el futuro es un misterio, y
este momento es un regalo. Por esa razón este momento se denomina «el presente»".
Si abrazamos el presente y nos volvemos uno con él, si nos fusionamos con él, sentiremos un fuego, un brillo,
una chispa de energía palpitando en cada ser consciente. A medida que experimentemos este júbilo del espíritu
en cada ser vivo, cuando entremos en intimidad con él, la dicha nacerá en nuestro interior y podremos deshacernos
de las terribles cargas y molestias de la actitud defensiva, el resentimiento y el rencor. Sólo entonces nos
sentiremos despreocupados, festivos, alegres y libres.
En medio de esta libertad alegre y sencilla, sabremos sin duda en nuestro corazón que lo que deseemos estará
disponible para nosotros cuando lo deseemos, porque nuestro deseo vendrá del nivel de la felicidad, y no del nivel
de la ansiedad o el temor. No necesitamos justificarnos; simplemente declaremos nuestro propósito ante nosotros
mismos, y experimentaremos realización, deleite, alegría, libertad y autonomía en todos los momentos de nuestra
vida.
Comprometámonos a seguir el camino de la no resistencia. Ése es el camino a través del cual la inteligencia de
la naturaleza se desarrolla espontáneamente, sin resistencia ni esfuerzo. Cuan
do alcancemos esa deliciosa combinación de aceptación, responsabilidad e indefensión, sentiremos la facilidad
con que fluye la vida.
Si permanecemos abiertos a todos los puntos de vista - no aferrados rígidamente a uno -, nuestros sueños y
nuestros deseos fluirán con los deseos de la naturaleza. Entonces podremos liberar nuestros deseos sin apego, y
después sólo esperar el momento propicio para que florezcan convertidos en realidad. Podemos estar seguros de
que cuando el momento sea el indicado, nuestros deseos se cumplirán. Ésa es la ley del menor esfuerzo.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
Pondré a funcionar la ley del menor esfuerzo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los sucesos tal
como se presenten. Sabré que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. No
lucharé contra todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es total y completa.
Acepto las cosas como son en este momento, no como me gustaría que fueran.
2) Habiendo aceptado las cosas como son, aceptaré la responsabilidad de mi situación y de todos los sucesos
que percibo como problemas. Sé que asumir la responsabilidad significa no culpar a nada ni a nadie de mi situación
(y eso me incluye a mí). También sé que todo problema es una oportunidad disfrazada, y que esta actitud de
alerta ante todas las oportunidades me permite transformar este momento en un beneficio mayor.
3) Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de
vista. No sentiré la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que acepten mi punto de vista. Permaneceré
abierto a todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas.
5
LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su realización... la intención y el
deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder organizador.
Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, ponemos a trabajar para
nosotros ese infinito poder organizador.
En el principio era el deseo, primera semilla de la mente; los sabios, habiendo meditado en su corazón,
descubrieron por su sabiduría la conexión entre lo existente y lo inexistente.
- Himno de la Creación, Rig Veda
La quinta ley espiritual del éxito es la ley de la intención y el deseo. Esta ley se basa en el hecho de que la
energía y la información existen en todas partes en la naturaleza. En efecto, a nivel del campo cuántico solamente
hay energía e información. Campo cuántico es sólo otra manera de denominar el campo de la conciencia pura o
de la potencialidad pura. Y en este campo cuántico influyen la intención y el deseo. Examinemos este proceso en
detalle.
Cuando una flor, un arco iris, un árbol, una hoja de hierba, un cuerpo humano se descomponen en sus partes
esenciales, vemos que éstas son energía e información. Todo el universo, en su naturaleza esencial, es el
movimiento de la energía y la información. La única diferencia entre nosotros y un árboles el contenido de
información y de energía de nuestros respectivos cuerpos.
En el plano material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos reciclados:
principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en cantidades minúsculas. Estos
elementos se podrían comprar en un laboratorio. Por tanto, la diferencia entre nosotros y el árbol no reside en el
carbono, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol intercambiamos constantemente
nuestro carbono y nuestro oxígeno. La verdadera diferencia entre los dos está en la energía y en la información.
En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos, pertenecemos a una especie privilegiada.
Tenemos un sistema nervioso capaz de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo
particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo subjetivamente en forma de
pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo campo
es percibido objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, percibimos ese campo como el mundo.
Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es eso, todo
esto es eso, y eso es todo lo que existe".
Nuestro cuerpo no es independiente del cuerpo del universo, porque al nivel de la mecánica cuántica no existen
fronteras bien definidas. Somos como una onda, una ola, una fluctuación, una circunvolución, un remolino, una
perturbación localizada en un campo cuántico más grande. Ese campo cuántico más grande - el universo - es
nuestro cuerpo ampliado.
El sistema nervioso humano no solamente es capaz de tomar conciencia de la información y de la energía de su
propio campo cuántico, sino que, como la conciencia humana es infinitamente flexible a través de ese maravilloso
sistema nervioso, podemos cambiar conscientemente el contenido de información que da origen a nuestro cuerpo
físico. Podemos cambiar conscientemente el contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo de
mecánica cuántica y, por tanto, influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado -
nuestro entorno, el mundo - y hacer que sucedan cosas en él.
Este cambio consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes a la conciencia: la atención y la
intención. La atención da energía, y la intención transforma. Cualquier cosa a la cual prestemos atención, crecerá
con más fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual dejemos de prestar atención, se marchitará, se
desintegrará y desaparecerá. Por otro lado, la intención estimula la transformación de la energía y de la información.
La intención organiza su propia realización.
El acto de dirigir la intención sobre el objeto de la atención desencadenará una infinidad de sucesos espaciotemporales
orientados a producir el resultado buscado, siempre y cuando que uno cumpla las otras leyes
espirituales del éxito. Esto se debe a que la intención, dirigida sobre el campo fértil de la atención, tiene un infinito
poder organizador. Infinito poder organizador significa poder para organizar una infinidad de sucesos espaciotemporales,
todos al mismo tiempo. Vemos la expresión de este infinito poder organizador en cada hoja de hierba,
en cada flor de manzano, en cada célula de nuestro cuerpo. Lo vemos en todo lo que vive.
En el orden general de la naturaleza, todo se conecta y se correlaciona con todo lo demás. Cuando la marmota
sale de su madriguera subterránea, sabemos que se avecina la primavera. Las aves comienzan a migrar en cierta
dirección en determinada época del año. La naturaleza es una sinfonía. Y esa sinfonía es orquestada en silencio
desde el fundamento último de la creación.
El cuerpo humano es otro buen ejemplo de esta sinfonía. Una sola célula del cuerpo humano realiza cerca de seis
billones de funciones por segundo, y debe saber lo que todas las demás células están haciendo al mismo tiempo.
El cuerpo humano puede tocar un instrumento musical, matar gérmenes, hacer un bebé, recitar poesías y
observar el movimiento de las estrellas, todo al mismo tiempo, porque el campo de la correlación infinita es parte
de su campo de información.
Lo que es asombroso acerca del sistema nervioso de la especie humana es que puede gobernar ese infinito poder
organizador a través de la intención consciente. En la especie humana, la intención no está fija o encerrada en
una red rígida de energía e información. Tiene una flexibilidad infinita. En otras palabras, mientras no infrinjamos
las otras leyes de la naturaleza, a través de nuestra intención podemos, literalmente, dirigir las leyes de la
naturaleza para convertir en realidad nuestros sueños y nuestros deseos.
Podemos poner a trabajar para nosotros al computador cósmico, con su infinito poder organizador. Podemos ir
hasta ese fundamento último de la creación e introducir una intención, y con sólo hacerlo, activar el campo de la
correlación infinita.
La intención sienta las bases para el flujo fácil, espontáneo y suave de la potencialidad pura, que busca pasar de
lo inmanifiesto a lo manifiesto. La única advertencia es que utilicemos nuestra intención para beneficio de la
humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está alineado con las siete leyes espirituales
del éxito.
La intención es el verdadero poder detrás del deseo. La sola intención es muy poderosa, porque es deseo sin
apego al resultado. El solo deseo es débil, porque en la mayoría de los casos es atención con apego. La
intención es desear respetando estrictamente todas las demás leyes, pero en particular la sexta ley espiritual del
éxito: la ley del desapego.
La intención, combinada con el desapego, lleva a una conciencia del momento presente centrada en la vida. Y
cuando la acción se realiza teniendo conciencia del momento presente, su eficacia es máxima. La intención mira
hacia el futuro, pero la atención está en el presente. Mientras la atención esté en el presente, la intención hacia el
futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. Debemos aceptar el presente tal como es. Aceptemos
el presente y proyectemos el futuro. El futuro es algo que siempre podemos crear por medio de la intención
desapegada, pero nunca debemos luchar contra el presente.
El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia. El pasado es recuerdo, memoria; el futuro es
expectación; el presente es conciencia. Por consiguiente, el tiempo es el movimiento del pensamiento. Tanto el
pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el presente, que es conciencia, es real y es eterno. Lo
es. Es la potencialidad para el mundo del espacio y el tiempo, la materia y la energía. Es un
campo eterno de posibilidades que se experimenta a sí mismo en forma de fuerzas abstractas, trátese de la luz,
el calor, la electricidad, el magnetismo o la gravedad. Estas fuerzas no están ni en el pasado ni en el futuro;
sencillamente son.
Nuestra interpretación de estas fuerzas abstractas hace posible que tengamos la experiencia de los fenómenos
concretos. Las interpretaciones que recordamos de las fuerzas abstractas crean la experiencia del pasado,
mientras que las que anticipamos crean el futuro. Ellas son las cualidades de la atención en la conciencia.
Cuando estas cualidades se liberan de la carga del pasado, la acción en el presente se convierte en suelo fértil
para la creación del futuro.
La intención, apoyada en esta libertad indiferente del presente, actúa como catalizador para la mezcla correcta de
materia, energía y sucesos espacio-temporales para crear cualquier cosa que deseemos.
Si tenemos conciencia del momento presente centrada en la vida, entonces los obstáculos imaginarios - los
cuales constituyen más del noventa por ciento de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El
restante cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en oportunidades por medio de
la intención focalizada.
La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Tener una intención focalizada significa
mantener nuestra atención en el resultado que perseguimos, con un propósito tan inflexible que impida
completamente que cualquier obstáculo consuma o disipe la concentración de nuestra atención. Se eliminan de la
conciencia todos los obstáculos, de manera total y completa. Así podemos mantener una serenidad inconmovible,
a la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro objetivo. Éste es, simultáneamente, el
poder de la conciencia sin apego y la intención focalizada.
Aprendamos a aprovechar el poder de la intención, y podremos crear cualquier cosa que deseemos. Todavía será
posible obtener resultados a través del esfuerzo y la constancia, pero a un precio; ese precio puede ir desde la
tensión emocional hasta una enfermedad cardíaca o un trastorno de la función del sistema inmunológico. Es
mucho mejor dar los siguientes cinco pasos para poner en práctica la ley de la intención y el deseo. Cuando
sigamos estos cinco pasos para cumplir nuestros deseos, la intención generará su propio poder.
1) Entremos en el espacio de la conciencia pura. Eso significa ubicarnos en medio de ese espacio silencioso que
hay entre los pensamientos, entrar en el silencio - ese nivel de sólo ser que es nuestro estado esencial.
2) Una vez establecidos en ese estado de sólo ser, liberemos nuestras intenciones y nuestros deseos. Cuando
uno está realmente en ese espacio, no hay pensamiento, no hay intención; pero en cuanto sale de él - en esa
unión entre el espacio silencioso y un pensamiento - es posible introducir la intención. Si tenemos una serie de
metas, escribámoslas y concentremos nuestra intención en ellas antes de entrar en el espacio silencioso. Si
deseamos una carrera de éxito, por ejemplo, debemos entrar en el espacio silencioso con esa intención, y así la
intención ya estará allí como una tenue llama vacilante en nuestra conciencia. Liberar las intenciones y los
deseos en este espacio significa sembrarlos en el suelo fértil de la potencialidad pura y esperar a que florezcan en
el momento propicio. No es conveniente desenterrar las semillas de los deseos para ver si están creciendo, o
aferrarse rígidamente a la manera como deberán desarrollarse. Lo único que hay que hacer es dejarlas libres.
3) Permanezcamos en el estado de auto-referencia. Esto significa permanecer establecidos en la conciencia de
nuestro verdadero yo - nuestro espíritu, nuestra conexión con el
campo de la potencialidad pura. También significa no vernos a nosotros mismos a través de los ojos del mundo, o
dejarnos influir por las opiniones y las críticas de los demás. Una buena manera de mantener el estado de autoreferencia
es no divulgar nuestros deseos; no compartirlos con nadie, a menos que la otra persona tenga
exactamente los mismos deseos que nosotros y entre los dos exista una unión fuerte.
4) Renunciemos a nuestro apego al resultado. Esto significa renunciar a nuestro rígido interés por un resultado
específico y vivir en la sabiduría de la incertidumbre. Significa disfrutar cada momento de la jornada de la vida,
aunque desconozcamos el desenlace.
5) Dejemos que el universo se encargue de los detalles. Nuestras intenciones y nuestros deseos, una vez
liberados en el espacio silencioso, tienen un infinito poder organizador.
Confiemos en que ese infinito poder organizador de la intención orquestará todos los detalles por nosotros.
Recordemos que nuestra verdadera naturaleza es el espíritu puro. Llevemos la conciencia de este espíritu a donde
quiera que vayamos, liberemos suavemente nuestros deseos, y el universo manejará los detalles por nosotros.
CÓMO APLICAR LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
Pondré a funcionar la ley de la intención y el deseo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Haré una lista de todos mis deseos, y la llevaré a donde quiera que vaya. Miraré la lista antes de entrar en mi
silencio y mi meditación. La miraré antes de dormir por la noche. La miraré al despertar por la mañana.
2) Liberaré esta lista de mis deseos y la entregaré al seno de la creación, confiando en que cuando parezca que
las cosas no están saliendo bien, hay una razón, y en que el plan cósmico tiene para mí unos designios mucho
más importantes que los que yo he concebido.
3) Recordaré practicar la conciencia del momento presente en todos mis actos. No permitiré que los obstáculos
consuman o disipen la concentración de mi atención en el momento presente. Aceptaré el presente tal como es,
y proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos y queridos.
6
LA LEY DEL DESAPEGO
La sabiduría de la incertidumbre reside en el desapego... en la sabiduría de la incertidumbre reside la
liberación del pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento anterior.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos entregamos a la
mente creativa, que orquesta la danza del universo.
Como dos aves doradas posadas en el mismo árbol, el ego y el yo, íntimos amigos, viven en el mismo cuerpo. El
primero come los frutos dulces y amargos del árbol de la vida., mientras que el segundo observa con indiferencia.
- Upanishad Mundaka
-
La sexta ley espiritual del éxito es la ley del desapego. Esta ley dice que para adquirir cualquier cosa en el
universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de
cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.
Es grande el poder que se deriva de esto. Tan pronto como renunciamos al interés por el resultado, combinando al
mismo tiempo la intención concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos. Podemos conseguir
cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la confianza incuestionable en el
poder del verdadero yo. El apego, en cambio, se basa en el temor y en la inseguridad - y la necesidad de sentir
seguridad emana del desconocimiento del verdadero yo.
La fuente de la abundancia, de la riqueza o de cualquier cosa en el mundo físico es el yo; es la conciencia que
sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un símbolo: vehículos, casas, cheques, ropa, aviones.
Los símbolos son transitorios; llegan y se van. Perseguir símbolos es como contentarse con el mapa en lugar del
territorio. Es algo que produce ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque
cambiamos el yo por los símbolos del yo.
El apego es producto de la conciencia de la pobreza, porque se interesa siempre por los símbolos. El desapego
es sinónimo de la conciencia de la riqueza, porque con él viene la libertad para crear. Sólo a partir de un
compromiso desprendido, podemos tener alegría y felicidad. Entonces,
los símbolos de la riqueza aparecen espontáneamente y sin esfuerzo. Sin desapego somos prisioneros del
desamparo, la desesperanza, las necesidades mundanas, los intereses triviales, la desesperación silenciosa y la
gravedad - características distintivas de una existencia mediocre y una conciencia de la pobreza.
La verdadera conciencia de la riqueza es la capacidad de tener todo lo que deseamos, cada vez que lo deseamos,
y con un mínimo de esfuerzo. Para afianzarnos en esta experiencia es necesario afianzarnos en la sabiduría de la
incertidumbre. En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos.
La gente busca constantemente seguridad, pero con el tiempo descubriremos que esa búsqueda es en realidad
algo muy efímero. Hasta el apego al dinero es una señal de inseguridad. Uno podría decir: "Me sentiré seguro
cuando tenga X cantidad de dinero porque entonces tendré independencia económica y podré jubilarme. Y entonces
haré todo lo que he querido hacer siempre". Pero eso es algo que nunca sucede - que nunca llega.
Quienes buscan la seguridad la persiguen durante toda la vida sin encontrarla jamás. La seguridad es evasiva y
efímera porque no puede depender exclusivamente del dinero. El apego al dinero siempre creará inseguridad, no
importa cuánto dinero se tenga en el banco. De hecho, algunas de las personas que más dinero tienen son las
más inseguras.
La búsqueda de la seguridad es una ilusión. Según las antiguas tradiciones de sabiduría, la solución de todo este
dilema reside en la sabiduría de la inseguridad o la sabiduría de la incertidumbre. Esto significa que la búsqueda
de seguridad y de certeza es en realidad un apego a lo conocido. ¿Y qué es lo conocido? Lo conocido es el
pasado. Lo conocido no es otra cosa que la prisión del condicionamiento anterior. Allí no hay evolución -
absolutamente ninguna evolución. Y cuando no hay evolución, sobrevienen el estancamiento, el desorden, el caos
y la decadencia.
La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad. La incertidumbre es
penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las
posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones. Sin la incertidumbre
y sin lo desconocido, la vida es sólo una vil repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en
víctimas del pasado, y nuestro torturador de hoy es el yo que ha quedado de ayer.
Renunciemos a nuestro apego a lo conocido y adentrémonos en lo desconocido, así entraremos en el campo de
todas las posibilidades. La sabiduría de la incertidumbre jugará un importante papel en nuestro deseo de entrar en
lo desconocido. Esto significa que en cada momento de nuestra vida habrá emoción, aventura, misterio; que experimentaremos
la alegría de vivir: la magia, la celebración, el júbilo y el regocijo de nuestro propio espíritu.
Cada día podemos buscar la emoción de lo que puede ocurrir en el campo de todas las posibilidades. Si nos
sentimos inseguros, estamos en el camino correcto - no nos demos por vencidos. En realidad no necesitamos
tener una idea rígida y completa de lo que haremos la semana próxima o el año próximo, porque si tenemos una
idea clara de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a ella, dejaremos por fuera un enorme abanico de
posibilidades.
Una de las características del campo de todas las posibilidades es la correlación infinita. Este campo puede
orquestar una infinidad de sucesos espacio-temporales con el fin de producir el resultado esperado. Pero cuando
hay apego, la intención queda atrapada en una forma de pensar rígida y se pierden la fluidez, la creatividad y la
espontaneidad inherentes al campo de todas las posibilidades. Cuando nos apegamos a algo, congelamos
nuestro deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo encerramos dentro de un rígido marco que
obstaculiza el proceso total de la creación.
La ley del desapego no obstaculiza la ley de la intención y el deseo - la fijación de metas. Siempre tenemos la
intención de avanzar en una determinada dirección, siempre tenemos una meta. Sin embargo, entre el punto A y
el punto B hay un número infinito de posibilidades, y si la incertidumbre está presente, podremos cambiar de dirección
en cualquier momento si encontramos un ideal superior o algo más emocionante. Al mismo tiempo, será
menos probable que forcemos las soluciones de los problemas, lo cual hará posible que nos mantengamos
atentos a las oportunidades.
La ley del desapego acelera el proceso total de la evolución. Cuando entendemos esta ley, no nos sentimos
obligados a forzar las soluciones de los problemas. Cuando forzamos las soluciones, solamente creamos nuevos
problemas. Pero si fijamos nuestra atención en la incertidumbre y la observamos mientras esperamos
ansiosamente a que la solución surja de entre el caos y la confusión, entonces surgirá algo fabuloso y
emocionante.
Cuando este estado de vigilancia - nuestra preparación en el presente, en el campo de la incertidumbre - se suma
a nuestra meta y a nuestra intención, nos permite aprovechar la oportunidad. ¿Qué es la oportunidad? Es lo que
está contenido en cada problema de la vida. Cada problema que se nos presenta en la vida es la semilla de una
oportunidad para algún gran beneficio. Una vez que tengamos esta percepción, nos abriremos a toda una gama de
posibilidades - lo cual mantendrá vivos el misterio, el asombro, la emoción y la aventura.
Podremos ver cada problema de la vida como la oportunidad de algún gran beneficio. Habiéndonos afianzado en la
sabiduría de la incertidumbre, podremos permanecer alerta a las oportunidades. Y, cuando nuestro estado de
preparación se encuentre con la oportunidad, la solución aparecerá espontáneamente.
Lo que resulta de esto es lo que denominamos comúnmente "buena suerte". La buena suerte no es otra cosa que
la unión del estado de preparación con la oportunidad. Cuando los dos se mezclan con una vigilancia atenta del
caos, surge una solución que trae beneficio y evolución para nosotros y para todos los que nos rodean. Ésta es la
receta perfecta para el éxito, y se basa en la ley del desapego.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL DESAPEGO
Pondré a funcionar la ley del desapego comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy me comprometeré con el desapego. Me permitiré y les permitiré a los que me rodean la libertad de ser
como somos. No impondré tercamente mi opinión de cómo deben ser las cosas. No forzaré las soluciones de los
problemas, y, por tanto, no crearé con eso otros nuevos. Participaré en todo con absoluto desprendimiento.
2) Hoy convertiré a la incertidumbre en un elemento esencial de mi experiencia. Y gracias a esa disponibilidad
para aceptar la incertidumbre, las soluciones surgirán espontánea
mente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más
seguro me sentiré porque la incertidumbre es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría de la
incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3) Penetraré en el campo de todas las posibilidades y esperaré la emoción que tiene lugar cuando me mantengo
abierto a una infinidad de alternativas. Cuando entre en el campo de todas las posibilidades, experimentaré todo el
regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
7
LA LEY DEL "DHARMA" O PROPÓSITO EN LA VIDA
Todo el mundo tiene un propósito en la vida... un don único o talento especial para ofrecer a los demás. Y
cuando combinamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo
de nuestro propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
Cuando trabajas, eres como una flauta a través de cuyo corazón el susurro de las horas se convierte en música...
¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer una tela con hilos sacados de tu corazón, como si tu amado fuese a
vestirse con esa tela...
- KHALIL GIBRAN, El profeta
La séptima ley espiritual del éxito es la ley del dharma. "Dharma" es un vocablo sánscrito que significa "propósito
en la vida". Esta ley dice que nos hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito. El campo de la
potencialidad pura es la divinidad en su esencia, y la divinidad adopta la forma humana para cumplir un propósito.
De acuerdo con esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una manera única de expresarlo. Hay una
cosa que cada individuo puede hacer mejor que cualquier otro en todo el mundo - y por cada talento único y por
cada expresión única de dicho talento, también existen unas necesidades únicas. Cuando estas necesidades se
unen con la expresión creativa de nuestro talento, se produce la chispa que crea la abundancia. El expresar
nuestros talentos para satisfacer necesidades, crea riqueza y abundancia sin límites.
Si pudiéramos enseñarles a los niños desde el principio esta manera de pensar, veríamos el efecto que esto
tendría en su vida. En realidad, yo lo hice con mis hijos. Les dije una y otra vez que había una razón para que
ellos estuvieran aquí, y que ellos debían descubrir esa razón por sí mismos. Eso fue algo que oyeron desde los
cuatro años. También les enseñé a meditar cuando tenían aproximadamente esa edad, y les dije: "No quiero que
se preocupen, nunca, por ganarse la vida. Si cuando sean mayores no pueden ganarse la vida, yo les daré lo
necesario, de manera que no se preocupen por eso. No quiero que se concentren en ser los mejores de la
escuela, en obtener las mejores notas o en ir a la mejor universidad. En lo que realmente quiero que se
concentren es en preguntarse a sí mismos cómo pueden servir a la humanidad y cuáles son sus talentos únicos.
Porque cada uno de ustedes tiene un talento único que nadie más tiene, y una manera especial de expresarlo,
que tampoco tiene nadie más". Mis hijos acabaron estudiando en las mejores escuelas, obteniendo las mejores
notas e incluso en la universidad son los únicos que son económicamente autosuficientes, porque ellos tienen su
atención puesta en el propósito por el cual están aquí. Ésta, entonces, es la ley del dharma.
La ley del dharma tiene tres componentes. El primero dice que cada uno de nosotros está aquí para descubrir su
verdadero yo, para descubrir por su cuenta que el verdadero yo es espiritual y que somos en esencia seres
espirituales que han adoptado una forma física para manifestarse. No somos seres humanos que tienen
experiencias espirituales ocasionales, sino todo lo contrario: somos seres espirituales que tienen experiencias
humanas ocasionales.
Cada uno de nosotros está aquí para descubrir su yo superior o su yo espiritual. Esa es la primera forma de
cumplir la ley del dharma. Debemos descubrir por nuestra cuenta que dentro de nosotros hay un dios en embrión
que desea nacer para que podamos expresar nuestra divinidad.
El segundo componente de la ley del dharma es la expresión de nuestro talento único. La ley del dharma dice que
todo ser humano tiene un talento único. Cada uno de nosotros tiene un talento tan único en su expresión que no
existe otro ser sobre el planeta que tenga ese talento o que lo exprese de esa manera. Eso quiere decir que hay
una cosa que podemos hacer, y una manera de hacerlo, que es mejor que la de cualquier otra persona, en este
planeta. Cuando estamos desarrollando esa actividad, perdemos la noción del tiempo. La expresión de ese talento
único - o más de uno, en muchos casos - nos introduce en un estado de conciencia atemporal.
El tercer componente de la ley del dharma es el servicio a la humanidad - servir a los demás seres humanos y
preguntarse: "¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?"
Cuando combinamos la capacidad de expresar nuestro talento único con el servicio a la humanidad, usamos
plenamente la ley del dharma. Y cuando unimos esto al conocimiento de nuestra propia espiritualidad, el campo
de la potencialidad pura, es imposible que no tengamos acceso a la abundancia ilimitada, porque ésa es la
verdadera manera de lograr la abundancia.
Y no se trata de una abundancia transitoria; ésta es permanente en virtud de nuestro talento único, de nuestra
manera de expresarlo y de nuestro servicio y dedicación a los demás seres humanos, que descubrimos
preguntando: "¿Cómo puedo ayudar?", en lugar de: "¿Qué gano yo con eso?"
La pregunta "¿Qué gano yo con eso?" es el diálogo interno del ego. La pregunta "¿Cómo puedo ayudar?" es el
diálogo interno del espíritu. El espíritu es ese campo de la conciencia en donde experimentamos nuestra
universalidad. Con sólo cambiar el diálogo interno y no preguntar "¿Qué gano yo con eso?" sino "¿Cómo puedo
ayudar?", automáticamente vamos más allá del ego para entrar en el campo del espíritu. Y aunque la meditación
es la manera más fácil de entrar en el campo del espíritu, el simple hecho de cambiar nuestro diálogo interno de
esta manera también nos brinda acceso al espíritu, ese campo de la conciencia donde experimentamos nuestra
universalidad.
Si deseamos utilizar al máximo la ley del dharma, es necesario que nos comprometamos a hacer varias cosas:
Primer compromiso
or medio de la práctica espiritual buscaremos nuestro yo superior, el cual está más allá de
nuestro ego.
Segundo compromiso
escubriremos nuestros talentos únicos, y después de descubrirlos disfrutaremos de la
vida, porque el proceso del gozo tiene lugar cuando entramos en la conciencia atemporal. En ese momento,
estaremos en un estado de dicha absoluta.
Tercer compromiso: Nos preguntaremos cuál es la mejor manera en que podemos servir a la humanidad.
Responderemos esa pregunta, y luego pondremos la respuesta en práctica. Utilizaremos nuestros talentos únicos
para atender a las necesidades de nuestros congéneres los seres humanos; combinaremos esas necesidades
con nuestro deseo de ayudar y servir a los demás.
Hagamos una lista de nuestras respuestas a estas dos preguntas: ¿Qué haría yo si no tuviera que preocuparme
por el dinero y si a la vez dispusiera de todo el tiempo y el dinero del mundo? Si de todas maneras quisiéramos
seguir haciendo lo que hacemos ahora, es porque estamos en dharma, porque sentimos pasión por lo que
hacemos, porque estamos expresando nuestros talentos únicos. La segunda pregunta es: "¿Cuál es la mejor
manera en que puedo servir a la humanidad?" Respondamos esa pregunta y pongamos la respuesta en práctica.
Descubramos nuestra divinidad, encontremos nuestro talento único y sirvamos a la humanidad con él; de esa
manera podremos generar toda la riqueza que deseamos. Cuando nuestras expresiones creativas concuerden con
las necesidades del prójimo, la riqueza pasará espontáneamente de lo inmanifiesto a lo manifiesto, del reino del
espíritu al mundo de la forma. Comenzaremos a experimentar la vida como una expresión milagrosa de la
divinidad - no ocasionalmente, sino a toda hora. Y conoceremos la alegría verdadera y el significado real del éxito -
el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL "DHARMA" O PROPÓSITO EN LA VIDA
Pondré a funcionar la ley del dharma comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy cultivaré con amor al dios en embrión que reside en el fondo de mi alma. Prestaré atención al espíritu
interior que anima tanto a mi cuerpo como a mi mente. Despertaré a esa quietud profunda del interior de mi corazón.
Mantendré la conciencia del ser atemporal y eterno, en medio de la experiencia limitada por el tiempo.
2) Haré una lista de mis talentos únicos. Después haré una lista de las cosas que me encanta hacer cuando
estoy expresando mis talentos únicos. Cuando expreso mis talentos únicos y los utilizo en servicio de la humanidad,
pierdo la noción del tiempo y produzco abundancia tanto en mi vida como en la vida de los demás.
3) Todos los días me preguntaré: "¿Cómo puedo servir?" y "¿Cómo puedo ayudar?" Las respuestas a estas
preguntas me permitirán ayudar y servir con amor a los demás seres humanos.
RESUMEN Y CONCLUSIÓN
Quisiera conocer los pensamientos de Dios... lo demás son detalles.
- ALBERT EINSTEIN
La mente universal es la coreógrafa de todo lo que sucede en miles de millones de galaxias y hace su trabajo con
una precisión exquisita y con una inteligencia inquebrantable. Su inteligencia es máxima y suprema e impregna
cada fibra de la existencia: desde la más pequeña hasta la más grande, desde el átomo hasta el cosmos. Todo lo
que vive es expresión de esta inteligencia. Y esta inteligencia actúa a través de las siete leyes espirituales.
Si miramos cualquiera de las células del cuerpo humano, a través de su funcionamiento veremos la expresión de
estas leyes. Cada célula, sea del estómago, del corazón o del cerebro, se origina en la ley de la potencialidad
pura. El ADN es el ejemplo perfecto de la potencialidad pura; en realidad, es la expresión material de ella. El
mismo ADN que hay en todas las células del cuerpo, se expresa de diferentes maneras para cumplir los
requisitos particulares de cada una.
Cada célula opera además a través de la ley del dar. Una célula vive y permanece sana cuando está en estado de
equilibrio. Este estado es de realización y armonía, pero se mantiene a través de un constante dar y recibir. Cada
célula da y apoya a las demás, y a cambio recibe alimento de ellas. La célula permanece en estado de flujo
dinámico, el cual jamás se interrumpe. En realidad, el flujo es la esencia misma de la vida de la célula. Y
solamente manteniendo este flujo de dar puede la célula recibir y, por tanto, continuar con su existencia vibrante.
Las células ejecutan con suma perfección la ley del karma, porque incorporada en su inteligencia está la
respuesta más apropiada, precisa y oportuna para cada situación que se presenta.
Las células también ejecutan con suma perfección la ley del menor esfuerzo: cumplen su trabajo con tranquila
eficiencia, en un estado de sosegada vigilancia.
Por medio de la ley de la intención y el deseo, cada intención de cada célula utiliza el infinito poder organizador
de la inteligencia de la naturaleza. Hasta una intención simple como la de metabolizar una molécula de azúcar
desencadena inmediatamente una sinfonía de sucesos en el cuerpo para secretar las cantidades exactas de hormonas
en el momento preciso, a fin de convertir la molécula de azúcar en pura energía creativa.
Desde luego, cada célula expresa la ley del desapego. No se aferra al resultado de sus intenciones. No duda ni
tropieza porque su comportamiento es función de una conciencia centrada en la vida y en el momento presente.
Cada célula también expresa la ley del dharma.
Debe descubrir su propia fuente, el yo superior; debe servir a sus congéneres y expresar su talento único. Las
células del corazón, del estómago, del sistema inmune, todas se originan en el yo superior, el campo de la
potencialidad pura. Y como están directamente enlazadas con ese computador cósmico, pueden expresar sus
talentos únicos con toda facilidad y conciencia atemporal. Sólo expresando sus talentos únicos pueden mantener
tanto su propia integridad como la de todo el cuerpo. El diálogo interno de cada una de las células del cuerpo
humano es: "¿Cómo puedo ayudar?" Las células del corazón desean ayudar a las células del sistema inmune, y
éstas desean ayudar a las del estómago y a las de los pulmones, y las células del cerebro se dedican a escuchar
y ayudar a todas las demás. Cada una de las células del cuerpo humano tiene solamente una función: ayudar a
todas las demás.
Observando el comportamiento de las células de nuestro cuerpo, podemos ver la expresión más extraordinaria y
eficiente de las siete leyes espirituales. Ésa es la genialidad de la inteligencia de la naturaleza. Son los
pensamientos de Dios; lo demás son sólo detalles.
Las siete leyes espirituales del éxito son principios poderosos que nos ayudarán a alcanzar el dominio de
nosotros mismos. Si prestamos atención a estas leyes y ponemos en práctica los ejercicios propuestos en este
libro, veremos que podremos hacer realidad cualquier cosa que deseemos - toda la abundancia, todo el dinero y
todo el éxito que deseemos. También veremos que nuestra vida se volverá más alegre y próspera en todo sentido,
porque estas leyes también son las leyes espirituales de la vida, aquéllas que hacen que vivir valga la pena.
Existe una secuencia natural para aplicar estas leyes en la vida diaria, la cual puede ayudarnos a recordarlas. La
ley de la potencialidad pura se experimenta por medio del silencio, de la meditación, del hábito de no juzgar, de la
comunión con la naturaleza, pero es activada por la ley del dar. El principio consiste en aprender a dar lo que se
busca. Así es como uno activa la ley de la potencialidad pura. Si buscamos abundancia, demos abundancia; si
buscamos dinero, demos dinero; si buscamos amor, aprecio y afecto, aprendamos a dar amor, aprecio y afecto.
Por medio de nuestros actos en la ley del dar, activamos la ley del karma. Si creamos un buen karma, éste nos
facilitará todo en la vida. Notaremos que no necesitamos mayor esfuerzo para satisfacer nuestros deseos, lo cual
nos lleva automáticamente a comprender la ley del menor esfuerzo. Cuando todo ocurra con facilidad y sin
esfuerzo, y todos nuestros deseos se cumplan sin cesar, espontáneamente comenzaremos a comprender la ley
de la intención y el deseo. Cuando nuestros deseos se cumplan sin esfuerzo, nos será fácil practicar la ley del
desapego.
Por último, cuando comencemos a comprender todas estas leyes, comenzaremos a concentrarnos en nuestro
verdadero propósito en la vida, lo cual lleva a la ley del dharma. A través del uso de esta ley, expresando nuestros
talentos únicos y satisfaciendo las necesidades de los otros seres humanos, empezaremos a crear lo que
deseemos, cuando lo deseemos. Nos volveremos despreocupados y alegres, y nuestra vida se convertirá en la
expresión de un amor sin límites.
Somos los viajeros de una travesía cósmica -polvo de estrellas danzando y girando en las corrientes y los
torbellinos del infinito. La vida es eterna, pero las expresiones de la vida son efímeras, momentáneas, transitorias.
Siddharta Gautama, el Buda, fundador del budismo, dijo una vez:
Esta existencia nuestra es tan transitoria como las nubes del otoño.
Observar el nacimiento y la muerte de los seres es como mirar los movimientos de una danza. Una vida es como
un relámpago en el cielo, que se desliza veloz como un torrente por la pendiente de una montaña.
Nos hemos detenido momentáneamente para encontrarnos unos a otros, para conocernos, amarnos y compartir.
Este es un momento precioso, pero transitorio. Es un pequeño paréntesis en la eternidad. Si compartimos con
cariño, alegría y amor, crearemos abundancia y alegría para todos. Y entonces este momento habrá valido la
pena.
AGRADECIMIENTOS
Deseo expresarles mi amor y mi gratitud a las siguientes personas:
Janet Mills por cultivar con amor este libro desde su concepción hasta su terminación.
Rita Chopra, Mallika Chopra y Gautama Chopra por ser las expresiones vivientes de las siete leyes espirituales.
Ray Chambers, Gayle Rose, Adrianna Nienow, David Simon, George Harrison, Olivia Harrison y Naomi Judd por
su valentía y su compromiso con una visión imponente, inspiradora, noble, elevada y transformadora.
Roger Gabriel, Brent Becvar, Rose BuenoMurphy y todo mi personal del Centro Sharp para la Medicina de la
Mente y el Cuerpo, por inspirar con su ejemplo a todos nuestros huéspedes y pacientes.
Deepak Singh, Geeta Singh, y todo mi personal de Quantum Publications, por su vitalidad y su dedicación
incesantes.
Muriel Nellis, por su firme intención de mantener el más elevado nivel de integridad en todas nuestras empresas.
Richard Perl por ser un ejemplo maravilloso de la auto-referencia.
Linda Ford, por su fe inconmovible en el autoconocimiento, su compromiso y su contagioso entusiasmo por
transformar la vida de muchas personas.
Y Bill Elkus, por su comprensión y su amistad.
GLOBAL NETWORK FOR SPIRITUAL SUCCESS
Post Office Box 1001
Del Mar, Califomia 92014
Estimado amigo/a:
En Las siete leyes espirituales del éxito he descrito las virtudes y los principios que me han ayudado a mí, y a
muchas otras personas, a alcanzar la satisfacción espiritual y el éxito material. Esta carta es una invitación para
que usted se una - conmigo y potencialmente con millones de personas a lo largo del mundo - a la Asociación
Mundial para el Éxito Espiritual, Global Network for Spiritual Success, que se basará en la práctica diaria de estos
poderosos principios rectores.
La participación en la Asociación está abierta a todas las personas que decidan practicar las siete leyes
espirituales. He descubierto que resulta particularmente enriquecedor el hábito de concentrarse en una ley cada
día de la semana, comenzando el domingo con la ley de la potencialidad pura, y terminando el sábado con la ley
del dharma. Concentrar su atención en una ley espiritual transformará completamente su vida, como ha
transformado la mía, y si todos nos concentramos en la misma ley cada día, pronto podremos formar un enorme
grupo de gente que haya alcanzado el éxito y que pueda transformar la vida en este planeta.
Algunos grupos de amigos, en diferentes partes del mundo, han comenzado ya a concentrarse en una ley cada
día. Yo he hecho lo mismo con mis colaboradores y amigos, y le sugiero que también usted comience con un
grupo de estudio - integrado por miembros de su familia, o amigos o compañeros de trabajo - que se reúna una
vez por semana para discutir las experiencias de cada uno con las leyes espirituales. Si esas experiencias son
extraordinarias, como lo serán en algunas ocasiones, lo invito a que me escriba contándomelas.
Para unirse al Global Network for Spiritual Success todo lo que usted necesita hacer es enviarme su nombre, su
dirección y, si quiere, su número telefónico y/o su dirección de correo electrónico, a la dirección mencionada al
comienzo, y yo le enviaré una tarjeta - que usted podrá conservar en su billetera - con las siete leyes impresas, y
lo mantendré informado sobre las actividades de la Asociación.
El establecimiento de esta Asociación representa la realización de uno de mis sueños más queridos. Uniéndose
al Global Network y practicando las siete leyes espirituales, yo sé que usted logrará el éxito espiritual y la
satisfacción de sus deseos. Me es imposible desearle una bendición mayor.
Con amor y mis mejores deseos,
DEEPAK CHOPRA
SOBRE EL AUTOR
Deepak Chopra es un líder de talla mundial en el campo de la medicina de la mente y el cuerpo y del potencial
humano. Ha escrito once libros, varios de los cuales han sido éxitos de librería, entre ellos, Ageless Body,
Timeless Mind; Quantum Healing; y Creating Af fluence. También ha producido un sinnúmero de programas de
audio y vídeo para promover la salud y el bienestar. Sus libros se han traducido a más de veinticinco idiomas, y ha
dado conferencias en América del Norte, América del Sur, la India, Europa, el Japón y Australia. Actualmente es
director ejecutivo del Instituto de Medicina de la Mente y el Cuerpo y del Potencial Humano, en Sharp HealthCare,
San Diego, California.
NOTA DE CONTRATAPA:
Las siete leyes espirituales del éxito es un libro que usted atesorará durante toda su vida, porque en sus páginas
está el secreto para convertir en realidad los sueños. En él, Deepak Chopra destila la esencia de sus enseñanzas
en siete simples - aunque poderosos - principios, que pueden ser fácilmente puestos en práctica para alcanzar el
éxito en todas las áreas de la vida.
Las siete leyes espirituales del éxito son principios poderosos que le ayudarán a alcanzar el dominio de sí mismo.
Si usted presta atención a estas leyes y pone en práctica los ejercicios propuestos en este libro, verá que podrá
hacer realidad cualquier cosa que quiera - incluida toda la abundancia, todo el dinero y todo el éxito que desee.
También verá que su vida se volverá más alegre y próspera, porque estas leyes también son las leyes espirituales
de la vida, aquéllas que hacen que vivir valga la pena.
Con base en las leyes naturales que gobiernan toda la creación, este libro destruye el mito según el cual el éxito
sólo se logra a través del esfuerzo, la estrategia y la ambición.
Según Deepak Chopra, necesitamos acercarnos al éxito y a la riqueza de una manera más espiritual. El éxito
tiene muchos aspectos, y la riqueza material – que no es otra cosa que el flujo abundante de todas las cosas
buenas hacia nosotros – es sólo uno de sus componentes. La salud, la energía, el entusiasmo por la vida, la
realización en las relaciones personales, la libertad creativa, la estabilidad emocional y psicológica, la paz y el
bienestar también son parte del éxito.
Pero hay un elemento más que es indispensable para alcanzar el éxito: la comprensión de nuestra verdadera
naturaleza. Somos una manifestación de la divinidad, y a menos que cultivemos la semilla de la divinidad que
llevamos adentro, nunca podremos realizarnos. Por tanto, el éxito verdadero es el despliegue de la divinidad en
cualquier lugar a donde vayamos y en cualquier cosa que veamos. Cuando comencemos a vivir la vida como la
expresión milagrosa de la divinidad – no de vez en cuando sino en todo momento – comprenderemos el verdadero
significado del éxito.
ÍNDICE:
Introducción
CAPÍTULO 1: La ley de la potencialidad pura
CAPÍTULO 2: La ley del dar.
CAPÍTULO 3: La ley del “Karma” o de causa y efecto.
CAPÍTULO 4: La ley del menor esfuerzo.
CAPÍTULO 5: La ley de la intención y el deseo.
CAPÍTULO 6: La ley del desapego.
CAPÍTULO 7: La ley del “Drama” o propósito de vida.
Resumen y conclusión
Agradecimientos
fuente:mercadeo.com