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Chincheta Autor Tema: EL SECRETO ESCONDIDO  (Leído 2175 veces)

10/04/2009, 11:34 -

EL SECRETO ESCONDIDO

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EL SECRETO ESCONDIDO. LA DISTORSION DE LA FIGURA HISTORICA DE JESUS EN LA NOVELISTICA COMERCIAL ACTUAL. ESTUDIO DE DOS CASOS: EL CODIGO DA VINCI Y CABALLO DE TROYA I



(Extraido del Blog de Antonio Piñero)

Ponente: Fray Víctor Mora Mesén, OFM Conventual

Acabada la segunda parte del Curso, con la afirmación de la existencia histórica de Jesús de Nazaret y con el establecimiento de criterios filológicos para recobrar su figura histórica, se dedicaron las dos últimas ponencias a la deformación moderna de la persona de Jesús en los “modernos apócrifos”. Son éstos las novelas más o menos serias que ofrecen una visión variopinta y bastante distinta a la de los Evangelios del personaje Jesús. Algunas de estas novelas se presentan –dentro de la ficción, naturalmente- como una contrapartida seria y una competencia verdadera, con pretensiones de veracidad, a la imagen de Jesús ofrecida por la ciencia histórica o por las iglesias cristianas.
Divido el resumen de la primera de estas ponencia, en dos partes porque la sesión resultó muy larga, y porque me parece que el resumen debe se amplio. El ponente trató de dos novelas: El Código da Vinci de Dan Brown, y El Caballo de Troya I, de J.J. Benítez.
Argumentó el ponente que los hechos históricos no son meros sucesos, sino que se convierten por medio de la trama que ellos constituyen en referentes de un significado dado a priori por el investigador. Lo acontecido no obedece necesariamente a un significado, sino que éste es impuesto a posteriori por el historiador que intenta darle consistencia narrativa a una secuencia de sucesos.
Esto vale para aclarar lo sucedido con las narraciones de Dan Brown y J.J. Benítez. Mora intenta en primera instancia analizar la manera en que los autores deforman una reconstrucción histórica de Jesús, luego se pregunta acerca de una posible relación entre estas obras y la tendencia de pensamiento mayoritario de la sociedad occidental.

I La relativización de las fuentes del Nuevo Testamento para el conocimiento de Jesús
1.1 El código que desdice la historia
El Código Da Vinci relativiza las fuentes neotestamentarias para el conocimiento histórico de Jesús desde una serie de premisas interpretativas.
La primera mantiene que toda religión, sobre todo las más antiguas, divide al mundo en una mitad masculina y otra femenina. Esta división de las cosas está determinada por el orden natural. La mitad femenina siempre se representaba en su relación con la naturaleza y la Madre Tierra, asumiendo diversos nombres dependiendo de las culturas.
Esta característica de las religiones antiguas fue alterada por la Iglesia Católica, a fin de erradicar las religiones paganas, basadas en esa división de sexos, que competían con ella. Así, el cristianismo se fundamenta en una mentira básica, pues niega la realidad. El intento, básicamente, es eliminar el elemento femenino por diversos intereses.
Una de las estrategias principales para lograr este propósito fue –según Dan Brown- la reescritura de los Evangelios, que fue supervisada por el emperador Constantino el Grande, quien era pagano y solo bautizado cuando en su lecho de muerte no se podía oponer. Esta reescritura se realizó a partir de la religión que profesaba el emperador, el culto al Sol Invictus, del cual era el Sumo Sacerdote.
La estrategia de Constantino se vio motivada por el gran aumento de los cristianos, que comenzaron a tener conflictos serios con los paganos, lo que amenazaba con dividir el Imperio en una guerra civil. Por ello, decidió unificar el Imperio por medio del cristianismo, ya que era la religión que estaba en expansión. Su táctica fue introducir símbolos, fechas y rituales paganos en el cristianismo. Esto permitió que una religión híbrida fuese aceptada por ambas partes. Así, todos los elementos rituales católicos provienen de los ritos paganos de las religiones de misterios.
De todo ello se sigue que en el cristianismo no hay nada original, porque incluso la fe en la resurrección de Jesús fue tomada del culto precristiano a Mitra (llamado Hijo de Dios y Luz del Mundo en sus propios mitos), quien fue sepultado en un sepulcro de roca y resucitó al tercer día. El día del nacimiento de este dios pagano es el 25 de diciembre, la misma fecha que se celebra el “cumpleaños” de Osiris, Adonis y Dionisio. Los regalos de oro, incienso y mirra se ofrecieron a Krishna; y el domingo era el día de la veneración al sol (los antiguos cristianos celebraban el sábado).
Esta fusión de religiones obligó a Constantino a unificar el cristianismo, por lo que convocó el Concilio de Nicea, en donde se inventaría la divinidad de Jesús (los cristianos antiguos lo consideraban solo un ser mortal). La fe en el “Hijo de Dios” viene de este concilio. Con esto la imagen de Jesús quedó desfigurada en un ser supremo y la Iglesia Católica se constituyó en el único camino posible para alcanzarlo.
La confesión de Jesús como mesías era fundamental para los intereses de la Iglesia y del Imperio, por ello la Iglesia primitiva usurpó a Jesús de sus seguidores, tergiversándolo con la idea que él era Dios. Constantino encargó y financió la redacción de una nueva Biblia, omitiendo los evangelios en los que se hablara de los rasgos humanos de Jesús y exagerando los que se acercaban a la divinidad. Todos los evangelios anteriores fueron prohibidos y quemados, por ser considerados herejes.
El otro principio interpretativo fundamental es considerar que toda religión está basada en invenciones humanas. Sobre este principio no es necesario extenderse.
Así pues, los planteamientos básicos de la novela son filosófico-políticos y no se refieren para nada criterios de evaluación de la información histórica de las fuentes. En otras palabras, cuando un determinado texto antiguo coincide o es funcional a las expectativas del intérprete, entonces su información es histórica. Y al revés, cuando se apartan de esta perspectiva, son falsas de hecho.
De la misma manera, se obvia la intencionalidad de los autores de los textos y las obras, porque esta se interpreta desde los valores ideológicos previamente establecidos. Esto implica que los autores no actuaban con independencia de dichos criterios, sino que intentaban señalar su veracidad en un lenguaje cifrado. Esta es la idea de un código de interpretación, desde el cual es factible “leer” correctamente las fuentes.
Sin embargo, estos criterios interpretativos no son adecuados para acercarse al problema de la religión, tal y como propone Brown.
Este autor propone también que el cristianismo es una copia de otras religiones, afirmando la veracidad de cinco suposiciones básicas:
1.   Se pueden encontrar paralelos entre Jesucristo y las deidades paganas en cualquier religión mistérica;
2.   La terminología cristiana se ajusta a las religiones paganas;
3.   Los paralelos indican una dependencia total del cristianismo respecto a las religiones mistéricas;
4.   Las religiones mistéricas se desarrollaron totalmente antes del cristianismo;
5.   El propósito y la naturaleza de los eventos clave son los mismos para todas las religiones.
Aceptar estas suposiciones hace caer en varias falacias a la hora de interpretar las fuentes antiguas.
La primera de ellas es de composición, ya que se combinan distintas figuras de varias religiones para ofrecer una imagen unificada que tiene paralelos claros con el cristianismo. Se crea una especie de mosaico, uniendo piezas de los distintos sistemas religiosos, pero en verdad tales piezas se crearon de manera independiente en cada uno de ellos.
La segunda falacia es terminológica. En efecto, se pueden confundir características diversas entre dos religiones cuando se describe a una de ellas usando una terminología propia de la otra. Como, por ejemplo, cuando se habla de la resurrección de entre los muertos de la tradición judeo-cristiana asemejándola a la reencarnación del Budismo, cuando en realidad ambas implican dos concepciones antropológicas e intencionalidades religiosas distintas.
La tercera es la falacia cronológica, cuando no se tienen en cuenta los períodos exactos en los que distintas religiones pudieron tener relación entre sí, o la datación exacta de determinados escritos.
La última falacia es acerca de la intencionalidad del cristianismo y de las religiones mistéricas. Estas últimas están fundadas en una comprensión cíclica de la historia, mientras que el cristianismo ofrece una visión escatológica, que tiende hacia un fin absoluto. Por eso, difieren totalmente en la intencionalidad de la religión: mientras que los misterios proponen entrar en la armonía con el ciclo que gobierna el universo, el cristianismo ofrece una visión ética de la vida como camino de plenificación personal.

1.2 El testigo que desmiente los evangelios
En el Caballo de Troya I también se presentan varios criterios que pretenden estar en la base de la evaluación de las fuentes para el conocimiento de Jesús. Se afirma en primer lugar la distancia respecto a cualquier Iglesia o grupo religioso. La razón fundamental de ello es que las Iglesias han reducido el caudal espiritual de las enseñanzas de Jesús.
Sin duda, la afirmación más contundente en el libro es el descrédito de los Evangelios canónicos por el testimonio de un testigo ocular más fiel a lo ocurrido. Por ello, se pueden corregir incluso las versiones de los Evangelios de episodios particulares.
La inexactitud de las fuentes evangélicas –explica el narrador de la historia- se debe a que ninguno de los seguidores de Jesús tomó notas acerca de sus discursos. Esto hizo que sus palabras llegaran hasta nosotros tergiversadas.
Otro elemento importante es que las fuentes no explican todos los pormenores históricos que determinaron las acciones de personajes concretos, tales como presiones o miedos por autoridades superiores.
De los textos evangélicos solo se pueden rescatar algunas frases o sentencias perdidas, totalmente desvinculadas de su contexto uniforme y perfectamente estructurado. Esto se debe a que los evangelistas escribieron sobre la vida y parlamentos de Jesús tanto tiempo después de ocurridos que sus enseñanzas no son recordadas textualmente. Lo que implica a su vez que ni siquiera transmitieron el sentido correcto de las palabras de Jesús.
Por otro lado, la insuficiencia de las fuentes evangélicas tiene su origen en el hecho de que ni Pedro, ni el resto de los apóstoles entendieron la verdadera misión de Jesús.
Es fácil darse cuenta de que no se pretende un acercamiento histórico a la figura de Jesús, sino pseudoreligioso. La pretendida toma de distancia respecto a las iglesias o grupos cristianos, no implica una neutralidad metodológica, sino que supone una valoración de la “calidad” de la doctrina transmitida por ellos y que no corresponde a la “verdadera misión de Jesús”.
A estas ideas Víctor Mora opuso una visión crítico científica de los orígenes cristianos en especial de los evangelios en la que no es necesario que nos detengamos, pues coincide con el sentir medio de la investigación católica.

II Las nuevas fuentes para acercarse al “Jesús verdadero”
2.1 El descubrimiento de lo ya descubierto
Los principios interpretativos de Dan Brown suponen que antes del Concilio de Nicea ya existían miles de crónicas acerca de Jesús, que lo consideraban un simple mortal. Si bien estos escritos fueron quemados, algunos se salvaron. Se enumeran los siguientes: Los manuscritos del Mar Muerto encontrados en una cueva cerca de Qumrán, y los manuscritos coptos de Nag Hammadi. La característica de estos escritos es que hablan del misterio de Cristo de forma muy humana. Además, el Vaticano intentó por todos los medios evitar su divulgación, ya que así quedaba en evidencia que los escritores de la Biblia moderna habían editado sus textos por motivaciones políticas.
Prueba de lo anterior serían los Evangelios Gnósticos, que se identifican con los manuscritos del Mar Muerto y de Nag Hammadi, y que serían los primeros escritos del cristianismo, cuya información no coincide con la de la Biblia. Uno de estos escritos es citado en el libro, El Evangelio de Felipe, que el texto parece suponer que fue escrito originalmente en arameo, lo que probaría su antigüedad.
También se afirma como esencial para conocer quién fue Jesús, la utilización de la simbología antigua de la deidad masculina y femenina. Así el Santo Grial, símbolo de María Magdalena y de la fertilidad, se usa como una alegoría de la realidad superior: el poder de la mujer y su capacidad para engendrar vida. Se trata de la diosa perdida, que las historias acerca del Santo Grial intentan recuperar, pero bajo un lenguaje cifrado para evitar la persecución de la Iglesia. Por medio de esta diosa se puede llegar a la revelación del gran secreto que el cristianismo oficial ha tratado de ocultar: la descendencia de Jesús.
Otra de las fuentes propuestas es la obra pictórica de Leonardo Da Vinci, que da fe de la veracidad de los textos gnósticos. Según el libro, en la Última Cena aparece la figura de Pedro, agresivo ante la de María Magdalena (la que está al lado izquierdo de la figura de Jesús). Esta, a su vez, es amenazada por una misteriosa mano con una daga. Esto demuestra, según la novela, que María Magdalena representaba para los hombres de la Iglesia un peligro de un potencial enorme, ya que era la prueba física que la proclamada deidad – Jesús – había engendrado un descendiente. Esto parece implicar de manera automática en la obra que Jesús no podía ser Dios. ¿Por qué la divinidad no puede tener relaciones sexuales? ¿No hubiese sido mejor asemejar a Jesús con los antiguos dioses griegos? Es obvio que la posibilidad se desechó para asegurar el dominio político.
Por último, las pruebas más fehacientes son los documentos de Sangreal, que contienen miles de páginas de información. Estos son relatos hechos por testigos de primera mano y son conocidos como “documentos puristas”, porque son anteriores a la época constantiniana y, por tanto, no manipulados. En ellos se atestigua que Jesús era reverenciado como maestro y profeta humano. Se afirma, también, que es posible que en ellos se encuentre el documento Q, que fue escrito por el mismo Jesús y que el Vaticano admite su existencia. Además se encontraría entre ellos el Diario de Magdalena, que habla sobre su relación con Jesús y su estadía en Francia.
Ahora bien todas estas “constataciones” son un disparate desde el punto de vista de la historia de los textos y de los meros hechos.
Víctor Mora contrapone los siguientes argumentos:
Los escritos de Nag Hammadi son, en realidad, los restos de una antigua biblioteca copta encontrada en 1945 en el Alto Egipto. Se hallaron trece códices, provenientes del s. IV d.C., que contenían unos cincuenta títulos distintos de literatura de toda clase: desde fragmentos de la República de Platón, escritos de moral pagana, otras obras paganas y judías y algunos escritos cristianos de influencia gnóstica.
Algunos de estos tratados cristianos contienen paralelos con la tradición sinóptica. Por ejemplo, el Evangelio de Felipe, que es una obra que tiene como finalidad instruir sobre los sacramentos gnóstico-cristianos. En este evangelio se encuentran diseminados algunos dichos y hechos de Jesús, muchos de los cuales están plagados de imaginería inverosímil como la de los evangelios apócrifos de la infancia.
En general, la gran mayoría de los Evangelios apócrifos han sido escritos originalmente después del 150 d.C. Casi todos están influenciados o dependen en alguna medida de los canónicos.
¿Los textos gnósticos nos presentan la imagen de un Jesús más humano? Todo lo contrario, el Jesús gnóstico está por encima de la materia y del cuerpo. Es un revelador espiritual, que muestra el camino para la superación de los condicionamientos materiales, para entrar en la esfera celestial. Los ligámenes corporales, tales como el matrimonio, son mal vistos, por ser una manifestación de los deseos de la carne y la materia. Interpretar estas obras desde otro punto de vista resultaría una manipulación de la intencionalidad de sus autores.
En cuanto a los textos del Mar muerto, son escritos propios de una secta judía esenia, que no contienen referencia ni a Jesús, ni a la Iglesia Primitiva. La razón fundamental de ello es que se compusieron antes de la vida pública de Jesús. Y de ninguna forma quieren presentar de manera cifrada elementos ocultos del Cristianismo.
La llamada fuente Q se describe como un escrito propio de Jesús. Sin embargo, ella no es más que una hipótesis documental, que sirve para explicar las similitudes y diferencias que encontramos en los Evangelios sinópticos. Desde un punto de vista crítico-literario, se ha especulado que detrás de Mt y Lc existió una fuente escrita de donde obtuvieron mucha de la información que utilizaron para la redacción de sus textos, y que no aparece consignada en Mc, del cual ambos dependerían. Si bien esta es una hipótesis ampliamente aceptada, el carácter escrito de Q, así como la cuestión de posibles versiones diversas de la obra, siguen en polémica. De esta fuente no se tienen pruebas manuscritas. Su origen se suele datar entre el 40-50 d.C. y posiblemente es obra de misioneros carismáticos itinerantes de la Palestina, que recogieron varios dichos de Jesús y los editaron en una colección más o menos organizada.
En cuanto a la evidencia pictográfica, hay que decir que La Última Cena de Da Vinci que data cerca del 1497, no tiene una representación de María Magdalena, sino que se trata del “Discípulo Amado”. De hecho Leonardo siguió la tradición de considerar a este discípulo un joven y lo pintó según los patrones estéticos de la época: sin barba y con cabellos largos y rizados. El mismo estilo se puede admirar en otra obra suya que representa al joven Juan el Bautista, pintada entre el 1513-1516. Lo mismo se puede decir de muchos otros autores renacentistas que siguieron la misma norma.

2.2 El invento de fuentes antiguas
La fuente principal, según el Caballo de Troya, para el conocimiento de Jesús es un testigo ocular excepcional. Se trata de un Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que fue protagonista de un viaje por el tiempo, pero cuya identidad debe permanecer en el más grande secreto, pero hay que tener absoluta fe en su testimonio. Su autenticidad se debe a que la información facilitada por él es un secreto para el Servicio de Inteligencia de los Estados Unidos, por lo que poseerla implica un grave peligro. Otra garantía es su confesión de ser agnóstico y no estar vinculado con ninguna Iglesia o grupo religioso.
Este testigo, además, ha sido entrenado para comprender cabalmente el mundo de Jesús y las lenguas utilizadas en él. Suma a su ventaja la posibilidad de acceder a una base de datos extensa sobre todos los pormenores de la época, lo que le permite interpretar con total exactitud lo que pasa a su alrededor. A diferencia de sus discípulos, este testigo es capaz de recibir e interpretar de forma plena las cosas que hizo y dijo Jesús.
Otro elemento importante es que el Mayor tiene acceso a información de los mismos discípulos de Jesús que no fue consignada por los evangelistas, que tiene que ver con el contexto en cual se desarrollaron los acontecimientos, y que incluye deliberaciones secretas del Sanedrín, posicionamientos ideológicos y motivos económicos.
Víctor Mora opina en contra:
Desde un punto de vista histórico, una fuente secreta no puede constituirse en un elemento de la investigación, ya que no puede ser revisada y consultada. Por ello, resulta totalmente insuficiente toda información que brinde, ya que no puede ser sometida a la verificación. En ese sentido se trata de la invención de una pretendida fuente histórica, que en realidad no existe.
Por otro lado, esta fuente es un texto moderno que se presenta como testimonio de acontecimientos del pasado lejano, pero no es una fuente antigua. El relato mismo nos coloca algunas trampas para crear la ilusión de que el autor del diario obtuvo información de primera mano.

III Los nuevos rostros de Jesús
3.1 Un Jesús irreconocible
¿Qué imagen presenta el Código Da Vinci de Jesús? Los datos son muy escasos en la obra. Se afirma, sin embargo, que fue una figura histórica de inmensa influencia, el líder más inspirador y enigmático que ha tenido la humanidad. Él es la “encarnación mesiánica de las profecías”, por lo que ha derrocado reyes, inspirado a millones de personas y fundado nuevas filosofías. Es descendiente de las familias del rey Salomón y del rey David, por lo que estaba legitimado para reclamar la monarquía de los judíos.
Contrajo nupcias con María Magdalena, hecho documentado porque así lo dejan entrever los Evangelios Gnósticos, además que los evangelios canónicos nunca informan que no lo estuviera. Su esposa pertenecía a la Casa de Benjamín, por lo que también era de linaje real. Su descendencia unía, por tanto, dos líneas de sangre, lo que creaba una unión política suficientemente fuerte como para reclamar el trono y volver a la dinastía salomónica. La perpetuación de la sangre real de Cristo fue lo que originó la leyenda del Santo Grial.
Toda reconstrucción de la figura histórica de Jesús surge de los datos que las fuentes nos arrojan y que han sido tamizados por los criterios de historicidad desde los cuales se parte.
La referencia al linaje de María Magdalena, que por lo demás aparece de la nada, resulta absurdo para el mundo de Jesús, ya que la descendencia solo tiene valor por vía paterna. Las mujeres no eran tomadas en cuenta para determinar posibles pretendientes al trono, tal y como lo fue después en Europa.

3.2 Un extraterrestre con ideología gnóstica
A diferencia del Código Da Vinci, el Caballo de Troya, tiene el proyecto de presentar una imagen alternativa de Jesús muy detallada, empezando por su descripción física: 1, 80 mts., blanco caucásico, cabello lacio y castaño peinado al medio, con bigote y barba fina, labios finos, nariz larga y prominente; dentadura blanca impecable. En fin, un ser humano totalmente diferente a los que tenía a su alrededor. Tenía, además, la capacidad de predecir el futuro.
Jesús es presentado como un hombre profundamente pacífico, que no hace reproches ni siquiera a sus discípulos por cargar armas con ellos. Su doctrina es un mensaje totalmente espiritual, que se va explicitando a lo largo de toda la novela. Él mismo se define a sí mismo como luz que está por encima de todos, y que responde a los grandes anhelos del individuo. En efecto, la relación con el Reino es espiritual e individual.
El secreto de su verdad se encuentra en el conocimiento que cada uno tiene de sí. Por eso, el mundo terreno es solo la antesala del Reino del Padre, que se llega a poseer cuando se escucha el propio corazón. Es una revelación de lo oculto. El encuentro con esta verdad hará posible que los seres humanos lleguen a superar las distinciones de género.
El Padre de Jesús es definido como una energía que es amor y que implica “dar” cualquier cosa que uno posea o sienta, incluso la “angustia”. La aceptación de esta doctrina supone reconocer el error en la propia vida y arrepentirse (pág. 238), porque la realidad verdadera es la espiritual, mientras que la falsa es la material. Por eso cuando él vuelva no será en la debilidad de la carne, sino en poder y espíritu. Este retorno solo es conocido por los “consejos del paraíso”. Cuando el evangelio haya sido predicado a todo el mundo, entonces el Padre enviará otro otorgamiento de designación divina, o el Hijo del Hombre volverá para cerrar la época.
La doctrina de Jesús no incluía la idea de la resurrección de los muertos, que sí mantenían los fariseos. La aceptación de sus palabras implicaba participar en el rito del bautismo. Los judíos que no aceptan su mensaje, pierden la posibilidad de ser la raza conocedora de Dios, por rechazar la revelación del cielo. Y, por eso, pierden su puesto en el mundo como sustentadores de la eterna verdad y custodios de la ley divina.
La enseñanza de Jesús se presenta como algo totalmente distinto a la fe judía. Así, es un error cuando la oración se orienta hacia el beneficio material propio o ajeno, ésta tiene sentido solo cuando obedece a un ansia de conocimiento o consuelo espirituales. Si el hombre no ha alcanzado el grado espiritual necesario y aconsejable para asimilar ese conocimiento emanado del Reino, deberá esperar en este mundo o en otros, hasta que la evolución le permita reconocer y comprender las respuestas que aparentemente no recibió en el momento de la oración.
Jesús había iniciado su ministerio con su ordenación en Cafarnaúm. En sus últimos días habría entrado en Jerusalén montando un burro, como un gesto de ridiculizar a los reyes y héroes que siempre entraban en briosos corceles.
El Sanedrín había decidido acabar con la vida de Jesús por razones diversas, dependiendo de los intereses de sus miembros. Los fariseos, pretendían conservar su prestigio como maestros de la religión y consideraban a Jesús como un pecador, ya que su autoproclamación como Hijo del Divino lo hacía un blasfemo. Las denuncias públicas de Jesús contra ellos los habían ofendido. Los saduceos, temían que la popularidad de Jesús pusiera en peligro a la nación, porque los romanos no aceptarían un movimiento revolucionario como el que predicaba. Sobre todo porque Jesús pregonaba la hermandad de todos los hombres y eso ponía en peligro su función de mantener el orden social.
Por último, el gesto profético de Jesús en el templo les produjo grandes pérdidas económicas, por lo que era conveniente para ellos acabar con su actividad. Sin embargo, según la obra Jesús mantenía que no es incompatible ser hijo del reino espiritual y ciudadano del gobierno secular y civil. Las obligaciones para respetar el ámbito de la administración económica son absolutas. La excepción se puede dar solo si el soberano exige ser tratado como Dios, pero en un caso tal solo se puede adorar a Dios, mientras se intenta iluminar a esos dirigentes.
Ser hijos del reino significa ser ciudadanos ideales en los reinos terrenales. La razón de ello es que los que viven en la tiniebla solo pueden conocer la luz si los hijos del mundo espiritual se acercan a ellos, por lo que tienen que ser respetados y honorados entre los gobernantes y ciudadanos del mundo. La predicación de este evangelio del amor tendría que llevar a la libertad intelectual y religiosa.
Jesús no ignoraba los planes contra él, porque había generado posiciones contrarias en el seno mismo del Sanedrín, lo que había provocado la renuncia de varios de sus miembros que lo apoyaban. Ellos le mantenían al corriente de las resoluciones del grupo contrario. Dentro del grupo de sus discípulos, Judas lo traicionó, las razones para que lo hiciera se definen como un fuerte miedo al ridículo y al fracaso.
Más allá de estos elementos, Jesús se nos presenta como un ser superior, cuya misión es brindar una efusión a los hijos de la creación, una parte de lo cual implica sacrificar su propia carne mortal. La encarnación de su vida está destinada a dar a conocer al Padre, puesto que él es descendiente suyo y tiene que volver a la obra que él le ha encomendado. Jesús en los últimos momentos de su vida se prepara para abandonar su vida encarnada. Él es el creador de los seres humanos, por lo que la humillación que sufrió en manos de sus propias creaciones lo sumió en una profunda postración.
Esta imagen muestra elementos llamativos, por contrastantes. Se trata de una mezcla de posiciones populares acerca de Jesús, que forzadamente son entretejidas en un todo. Sin embargo, es posible distinguir los hilos conductores.
Primeramente hay un esfuerzo por unir a Jesús a otras tradiciones religiosas orientales, en especial al Budismo. Ello se muestra en la insistencia de presentar a Jesús como un hombre pacífico y totalmente tolerante.
También es bastante común considerar a Jesús como un revolucionario, que ha traído un cambio radical al mundo. Pero difícilmente se puede mantener esa idea a partir del mensaje que pone en sus labios la novela.
Por último, Jesús es un pseudo-gnóstico, porque si bien se refieren algunos dichos propios de los Evangelios gnósticos, que parafrasean dichos de los textos canónicos, en varios momentos se niega la doctrina básica gnóstica. No hay duda que Jesús es la encarnación de un ser espiritual superior, lo que sería inaudito para el gnosticismo, que mantenía la total separación entre el espíritu y la materia, esta última una deformación decadente. El éxito de la deformación de Jesús en el contexto de la sociedad contemporánea.

IV El éxito de la deformación de Jesús en el contexto de la sociedad contemporánea
El Código da Vinci une a su trama elementos muy populares en la cultura comercial contemporánea. Se nos dice, por ejemplo, que la Iglesia Católica ha demonizado el sexo –el medio para comulgar directamente con Dios–, porque suponía una seria amenaza para ella: los clérigos querían que la Iglesia fuera el único camino para llegar a la divinidad, por eso su prohibición de una mayor liberación de la sexualidad. En la reescritura de la Biblia promovida por Constantino, se ocultó el hecho que los mismos judíos practicaban ritos sexuales en el Templo de Jerusalén. El tetragrama judío YHWH derivaba de Jehová, que era la expresión de una unión física entre el masculino Jah y el femenino Havah, el nombre prehebraico de Eva. Convertir el sexo en un acto sucio y pecaminoso fue la piedra angular de la hegemonía de la Iglesia. Este mismo camino lo siguieron otras grandes religiones.
Como se ve, feminismo, sexualidad y política se unen en el libro en una serie de motivos absurdos y extraños. El poder hegemónico del emperador y de la Iglesia parecen avasalladores, y tienen una gran efectividad para controlar la sociedad de su tiempo.
Por eso, no sorprende que al final del Código se diga que el secreto del Grial no debería develarse nunca. Porque es el misterio y la curiosidad lo que mueve el alma humana. La belleza del Grial está en lo etéreo de su naturaleza. Para la gran mayoría el Grial es solo una idea, que nos inspira. Por eso, la historia de María Magdalena está presente en el arte, la música y los libros. Pero si la religión es una invención, ¿por qué no contentarnos con el ejercicio de nuestra racionalidad? Porque en realidad no se confía en el juicio crítico, pues ninguna ideología o partido políticos ha podido construir una sociedad con la cual nos sintamos plenamente a gusto.
Jesús se nos presenta como héroe sin contenido o mensaje. Y María Magdalena vale solo en cuanto compañera sexual de Jesús y, después, como su esposa y madre de su hijo. Pero tampoco es una líder con un mensaje claro y preciso. Se nos habla de fuentes históricas que certifican la relación entre Jesús y María, pero no hay propuesta de pensamiento.
Muchas personas a lo largo de los siglos, según la novela de Brown, han tratado de expresar de variadas maneras las “verdades” que han estado siempre ocultas, entre ellas Leonardo Da Vinci. Sus mensajes se pueden encontrar en muchos otros lugares, como en las producciones de Walt Disney, quien había dedicado toda su existencia a trabajar para transmitir la historia del Santo Grial a las futuras generaciones. El secreto se encuentra justo delante de los ojos de todos, esperando ser descubierto.
Por ello, no importa tergiversar la verdad, lo que prima es estar en conexión con aquello que se supone nos dará un respiro de vida. Tal es el caso de la deformación de las tradiciones religiosas, que no tienen valor por sí mismas, sino solo en la medida en que se ajustan a necesidades sentidas. Todo lo demás se desecha, por eso la verdadera novedad de Jesús no es su doctrina o práctica, es su relación con María Magdalena y el culto mistérico desarrollado a partir de ella. Ese es el camino para superar un mundo atrofiado por el hambre de poder de la Iglesia Católica. Pero también es la mejor manera de evadir la responsabilidad de formar un mundo distinto al que existe.
Si bien se critica la veracidad de las fuentes evangélicas, se les da total credibilidad en lo que se refiere a la descripción de fenómenos naturales maravillosos. La razón de ello es que esto le permite al autor aventurar explicaciones “alternativas”: la presencia de objetos voladores de dimensiones gigantescas y con capacidades de movimiento asombrosas. Todo esto permite introducir también la posibilidad de la presencia de seres extraterrestres, como el descrito en la agonía en Getsemaní. No hay posibilidad de usos de géneros literarios, porque toda descripción de los eventos naturales tiene que tener una explicación científica. En el fondo no se acude a las fuentes evangélicas, sino a un collage de ellas, que más o menos se puede apreciar en las películas que recrean la pasión de Jesús. El recurso al avance tecnológico de seres extraterrestres como explicación posible de lo ocurrido, pone a Jesús en relación con la fuente del verdadero sentido de las cosas: el espacio fuera de la tierra.
El éxito comercial de estas obras se puede explicar por el ansia de dar respuestas simples a complejas interrogantes en la sociedad moderna. Por mucho que se nos diga que estamos en la era del conocimiento, lo cierto es que se ha privilegiado el desarrollo técnico en miras a la ganancia económica y se ha dejado de lado el discernimiento sobre los grandes temas de la existencia.
La trama detectivesca de estas obras es una burda parodia de lo que debería ser un serio proceso de interrogación. Investigar significa sobre todo inquirir, preguntar, sospechar, pero en estas novelas todo es prefabricado. Se nos presenta un nuevo producto de consumo, con respuestas fijas e irracionales. ¿Pero qué importa la razonabilidad de las opciones para una persona que solo busca evadir la responsabilidad por cambiar el todo social?
Es sorprendente constatar que muchas personas simplemente creen que lo expuesto en estas obras sea verdad indiscutible, mientras que el esfuerzo de pensadores serios se desacredita con tanta facilidad. Parece que necesitamos del mito alienante, de una propuesta pseudorreligiosa que nos libere del cuestionamiento ético y nos deje en libertad para seguir viviendo por cuenta propia. De hecho las verdades acerca de Jesús o María Magdalena propuestas en estas novelas carecen de cualquier reclamo a la conciencia o a la praxis. El mensaje religioso se circunscribe a palabrería sin sentido: todo queda igual, para salvación de una vida que es asumida desde la superficialidad.
¿En dónde se pone la fe? En el mito del conocimiento tecnológico o en el equilibrio que supone la diversidad de género. Más allá de esto, el silencio cómplice impuesto por el miedo que tenemos a dejar una vida burguesa que nos ofrece miles de productos para satisfacer nuestros deseos. Con todo, la voz del maestro de Nazaret, con sus palabras de esperanza y compromiso, no es acallada en estos vanos intentos por desfigurar su rostro.

- Antonio Piñero -

fuente:enigmasymisterios.net
« Última modificación: 10/04/2009, 11:44 por ganymedes »

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