RFEF - Gaspar Rosety, Salamanca - 09-10-2010
Dos goles de Fernando Llorente y otro de David Silva, todos ellos de cabeza, determinaron un resultado corto (3-1) para los muchos merecimientos de los Campeones del Mundo. España, apoyada por un público extraordinario, sumó tres puntos que nos convierten en líderes del grupo.
Del Bosque volvía a su casa salmantina con la estrella de Sudáfrica. No pudo encontrar mejor recibimiento ni mayor apoyo. De salida, resolvió el centro con un triángulo equilátero formado por Busquets, en el medio, Cazorla a la derecha e Iniesta por la izquierda. Los tres por dentro. La banda derecha encontró a David Silva de protagonista y Villa, un martirio para Stankevicius, se adueño de la izquierda. Fernando Llorente se convirtió en el islote del punto de penalty. Capdevila y Sergio Ramos doblaban constantemente a los extremos y el peligro se hizo presente de manera tenaz. España salió al ataque desde el principio, dispuesta a reivindicar su estela de campeón. Contabilizamos más de diez oportunidades para marcar pero la suerte suprema, la definición, no aparecía. Lituania presentó un equipo que venía de ganar a Chequia y de empatar con Escocia. No eran once cenicientas sino hombres rápidos, con una idea segura del contragolpe que se iniciaba incluso en el portero.
Minuto a minuto, el fútbol fue empujando a los hombres de Zutautas a su propia portería. La constancia del ataque español y su riquísima diversidad, por las bandas, por el medio, por arriba o a ras de la hierba excepcional del terreno salmantino, obligaba al cuadro verde y amarillo a empotrarse en su propia defensa. El gol se cocinaba a fuego lento. Quizá demasiado lento. Un primer tiempo terco en la culminación de las jugadas nos llevó hasta el empate a cero en los cuarenta y cinco minutos iniciales.
La segunda parte sólo podía encontrar un desarrollo. Confieso que me gustaba España, especialmente David Silva, un futbolista con poco premio en la Premier y que encontró esta noche, en el Helmántico, la felicidad que se le niega en la oscura Manchester. Vi detalles de tanta calidad, como una acción de Iniesta que se desembarazó de tres rivales en una baldosa, vi dos quiebros de Villa en la lateral del área chica, otros dos de Silva al lado contrario, la brega de los cuatro zagueros y la seguridad de Iker, vi cosas tan bellas que me dispuse a vivir el partido al margen del resultado. Y así sucedió.
En la segunda parte, Llorente, al que todos esperábamos en su juego aéreo, apareció al primer minuto. La combinación Silva-Sergio Ramos se tradujo en un centro volado al primer palo donde la anticipación del joven león riojano resultó fundamental. Se rompía el cántaro después de muchísimos viajes a la fuente. Es verdad que no contábamos con un contragolpe lituano que Sernas, entre los centrales, usó para batir de tiro cruzado a Iker. Sin embargo, seguíamos jugando al margen del marcador a pesar de que se luchamos para ganar puntos. Los goles son consecuencia del juego. Y el juego fue superior. Llorente volvió a marcar en una repetición de la jugada del primer gol y puso las cosas claras, conscientes todos de que el partido no volvería a complicarse. Después, David Silva saltó, marcando los tiempos con la elegancia de un Quini o un Santillana , y su cabezazo se fue a limpiar la escuadra derecha del meta lituano. La máquina no se detuvo. Cuando Vicente del Bosque y Tony Grande dieron el relevo a Villa y Llorente y dieron entrada a Aduriz y Pablo Hernández, la calidad de nuestro fútbol se consolidó ante un rival al que se le iban apagando los focos paulatinamente. Los dos futbolistas dejaron el sello de una condición madura y llena de clase. Jorge D’Alessandro calificó a Aduriz como el Drogba blanco.
Nos dejó España un resultado corto y un fútbol largo, una sensación de belleza superlativa en la génesis del juego por los exteriores, del quiebro y del remate. Sólo un milagro hizo que La Roja no golease con mayor contundencia. El espectáculo mereció la pena. Y los 17.341 espectadores que abarrotaron El Helmántico regresaron a la ciudad con una enorme sonrisa en los labios; la de aquellos que han vivido una fiesta para los ojos y para los sentimientos que despierta un equipo que tiene garantizada su personalidad y su identidad para mucho tiempo.
Tema: España se da una fiesta en el Helmántico (Leído 1535 veces)
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