El mismo día que Valentino Rossi ganaba su octavo Mundial de motociclismo otro genio volvía a lo más alto. Fernando Alonso ganó el Gran Premio de Singapur, su vigésima victoria en la Fórmula 1 y su podio número 50. No lo hacía desde el 9 de septiembre del año pasado en Monza. Le sonrió toda la fortuna que le faltó el día anterior en la calificación. Fernando acabó muy disgustado y dijo que todo estaba perdido, que los milagros no exitían. Pues se equivocaba porque precisamente ha sido un milagro lo ocurrido sobre el circuito urbano de Singapur.
Fernando volvió a estar genial, como todo el fin de semana. Pero nada podría haber finalizado así si no hubiera sido por la fortuna. Ésa que le ha dado la espalda otras veces, esta vez le tendió la mano. Alonso iba con poco combustible y tuvo que parar en la vuelta 12. Fue el primero en hacerlo. Dos vueltas después se estrellaba su compañero Piquet y salía el 'safety car'. Sólo él había parado y mientras unos entraban en el 'pit lane' aun a riesgo de ser sancionados y otros apuraban su gasolina, Alonso comenzó a remontar.
Por si fuera poco, Ferrari cometió un gravísimo error (otro más), dejando sin posibilidades de victoria a Massa y casi sin Mundial. El brasileño lideraba la prueba, pero su salida del 'pit lane' fue esperpética. Se le dio el o.k. de que podía salir, pero la manguera no estaba recogida y se la llevó consigo. Los mecánicos tuvieron que ir corriendo detrás para sacársela. Mientras, Hamilton se frotaba las manos.
La nueva sitación de carrera dejó a Rosberg primero, pero con un 'stop & go' que cumplir, al igual que Kubica, que era cuaro por delante de Alonso. Entre medias, los dos italianos: Trulli y Fisichella. Poco después de cumplirse el ecuador de la prueba, el asturiano se puso líder de la carrera. Quedaba mucho por recorrer, pero ese milagro en el que no creía había surgido.
Alonso puso el genioSolamente quedaba ya que Alonso hiciera su parte. Y eso, si el coche está en condiciones, es muy sencillo. El R28, que falló el día anterior, debía aguantar. Era la única forma de ganar, de que Renault volviera a ganar un Gran Premio, algo que no sucedía desde Japón'06, precisamente con Alonso en lo más alto del podio.
El bicampeón del mundo empezó a tirar, a abrir hueco con sus perseguidores e, incluso cuando paró a repostar, no perdió el liderato. Por detrás Rosberg era segundo, Hamilton era tercero, Raikkonen estaba muy atrás y Massa era último. Quedaba únicamente un último susto. Sutil se estrellaba a diez vueltas para el final y obligaba al 'safety car' a volver a la pista.
Con todos reagrupados de nuevo y Hamilton tercero, la prueba no estaba finiquitada. Sin embargo, Alonso sacó una vez más ese genio (y esa genialidad) que lleva dentro para, no sólo mantener el primer puesto, sino también para ganar sobrado. Volvieron los pajaritos, volvió el mejor.