Hamilton gana por aplastamiento en casa y recupera el liderato

Lewis Hamilton buscó con la mirada a Nicolas, su hermano pequeño, que olvidó su minusvalía y recorrió todo el paddock casi cayéndose, en milagroso equilibrio, pero de pie al fin para abrazar al ganador. Hizo ese esfuerzo en honor a Lewis, que casi se caía del Mundial, golpeado por todos lados, hasta que en Silverstone se levantó majestuoso, apoyado en un equipo entregado para aplastar a la competencia como no se recordaba en años.

El abrazo entre ambos fue largo y emocionante. El inglés logró su tercera victoria del año y reconquista el liderato de la Fórmula 1 en un triple empate con Massa y Raikkonen, diluidos, como Fernando Alonso, en la torpeza de sus respectivos equipos, incapaces de acertar con los vaivenes del tiempo.

La mejor celebración
En McLaren sí acertaron y se celebró la victoria como ninguna el año pasado, ni de Fernando ni de Lewis. Fue una explosión de gritos, como si hubieran ganado la Eurocopa, con mucha familia del piloto, cercana y lejana, presente en el hospitality. No era para menos. "Fue un desafío mental, la carrera más dura de mi vida, la mejor victoria de mi vida", decía Lewis, que derrotó al mal tiempo las 60 vueltas y mantuvo un ritmo tan brutal con neumáticos mixtos toda la carrera que dobló a los dos últimos campeones del mundo sin esfuerzo y casi dobla a sus compañeros de podio, dos veteranos del Vietnam como Heidfeld y Barrichello. Llevan cuatrocientas mil carreras y la británica era una de esas para sabios más que para genios. Uno de ellos, el que piensa en Honda, Ross Brawn, que le regaló un podio a Barrichello para enmarcar.

Con Hamilton, su equipo también acertó de pleno y cuando le tocó repostar, casi a la vez que Alonso (en la vuelta 20) y a la par que Raikkonen (en la 21) decidieron cambiarle los mixtos por nuevos mixtos mientras sus rivales permanecían con el mismo juego, ya liso, pensando que escamparía.

Error, porque siguió lloviendo, poco, pero lo justo. Fue entonces cuando Alonso se fue a la Luna y tuvo que parar de nuevo; Raikkonen hizo lo propio, pero a Saturno, perdiendo cinco segundos por vuelta con trompos y salidas incluidos; Kovalainen ya estaba en Plutón porque en agua no sacó demasiado partido y los demás a duras penas se mantenían dentro de la pista.

Salida para enmarcar de Lewis
Hasta ese momento, Hamilton se las estaba viendo con el finlandés, aunque era líder merecido. En la salida arrancó perfecto desde la cuarta plaza, cepillándose a Raikkonen y Webber. Y si no pasó a Kovalainen fue porque su compañero realizó una defensa tan asombrosa -medio por la hierba y con contravolante- que no se la esperaba ni Ron Dennis. Qué pensó Ron o qué pasó en las primeras vueltas es secreto pero en cuatro vueltas Heikki le dejó la puerta abierta a Lewis con evidente falta de competitividad. Iba más lento, pero tampoco lo peleó. La FIA esta vez no pinchó -o no quiso pinchar- esa radio.

Desde ese momento y hasta la primera parada, el duelo con Kimi fue emocionante. Incluso en el pit stop (parada en boxes) McLaren espabiló y no cometió el error de Canadá. Repostó lo justo y no se dejó robar el liderato. Al salir del repostaje fue coser y cantar para Hamilton. Los rivales se le caían de las manos.

Ningún safety car salió pese los continuos golpes y los cambios del tiempo, constantes, de granizo a sol radiante, no afectaron ni su marcha ni su estrategia. Tampoco cometió errores, como sí hicieron Kubica, Kimi, Massa (hasta cinco trompos) y casi todos menos Fernando. En la segunda parada, vuelta 37, acertó de nuevo con neumáticos mixtos y eso que había caído el diluvio minutos antes, pero en la 39 salió el sol para quitar los charcos. Hasta la suerte le saludó. Hizo una carrera tan impecable que desde la vuelta 34 le sacaba ya medio minuto al segundo, tan apoteósica que, a veces, era dos segundos por vuelta más veloz que el resto. Al final, logró la ventaja más abultada en los últimos 22 años respecto al segundo.

No le pudo la presión
Ni siquiera esta vez la presión le pudo, como casi siempre que rueda en solitario, se echó el país a los hombros y le devolvió a Gran Bretaña una victoria que no saboreaba en casa desde el año 2000 con David Coulthard (aunque éste es escocés y ya se sabe...), también a bordo de McLaren. Y esto en Inglaterra es algo importante. Hamilton da un paso adelante en una temporada donde camina por la cuerda floja. Veremos qué pasa en el próximo peldaño.

Renault tira otra opción de podio
Toyota, Red Bull y ayer Honda. Menos Renault, todos van pillando un podio. Las carreras locas pasan y Alonso lo huele, pero no acaba de saborearlo. Y se está convirtiendo en una obsesión. En Silverstone de nuevo una mala decisión del equipo le arruinó una segunda plaza segura. Tan segura como que Heidfeld quedó segundo y Fernando, antes de la primera y horrible parada, le metía un mundo al alemán.

La cosa fue que llegaron a la primera parada en la vuelta 20 y Renault pensó que no llovería, por lo que decidieron dejar a Fernando las ruedas mixtas que llevaba ya que se habían convertido en lisas y si se secaba la pista, sería un rayo. Una vuelta después empezó a llover. Un error del meteorólogo, del ingeniero que interpreta los datos, del que decide y de todos a la vez. "Las decisiones se toman con el piloto, porque él ve la pista, pero los datos los tiene el equipo", reconoce Dennis Chevrier, responsable de motores de Renault. Fernando se fió y otra vez se fue al limbo su podio.

No acertaron con la lluvia
Cuando paró era cuarto, salió cargado de gasolina en octava plaza y sin grip cayó hasta el décimo puesto, igual que Raikkonen. El clima no mejoraba y tuvo que volver siete giros después. Igual podían haber arriesgado como Honda y haber pasado a extremas, lo que le dio el podio a Barrichello, pero el equipo galo tiene menos cintura que Metzelder. Alonso reconoce que, incluso esa decisión, le podría haber llevado a los puestos de honor.

Su final de carrera, con los neumáticos en las lonas tras 36 vueltas seguidas, fue un reflejo de la impotencia de esta temporada. Rozaba el podio, pero al final le pasaron Raikkonen y Kovalainen. Y si dura una vuelta más, Nakajima. Fernando tuvo un recuerdo para el protagonista del dïa, Lewis Hamilton: "Ganar en casa siempre es un momento feliz y supongo que lo estará disfrutando. Que lo disfrute, pero el Mundial es el premio gordo, el premio importante, y los Ferrari y él van a estar luchando hasta el final". La tensión se palpa cada vez que a Fernando se le pregunta por su ex compañero de 2007 en McLaren.