Los coches de ElvisVuelven a la vida tras 75 años Darse una vuelta por la mansión de Elvis Aaron Presley es una experiencia recomendable. Habitaciones pintadas de amarillo, paredes forradas de pieles salvajes, sala de juegos, dormitorios de lo más retro, pasillos y pasillos engalanados con cientos de discos de oro y platino... No falta de nada. Pero un amante de las cuatro ruedas no puede evitar cruzar la calle, que en la actualidad no tiene otro nombre que Elvis Presley Boulevard, y disfrutar de su propio Museo del Automóvil.
Los juguetes motorizados de Elvis: un kart, dos motos, un carrito de golf, un trineo... Éstos, y alguno más, son los ‘aparatillos’ que utilizaba para divertirse con sus amigos.
En la entrada, el imponente Cadillac que ves en la foto principal me recibe, pero al entrar al recinto me sorprende encontrar un Mercedes-Benz y no un clásico americano de los de toda la vida. Pero así era Elvis: no le gustaba lo tradicional; lo que pretendía era llamar la atención y lo conseguía. Ahora te cuento por qué.
Coches para él y para toda la familia
El Mercedes al que me refiero es un 280 SL Cabrio que el cantante adquirió en 1970 para regalárselo a su mujer, Priscilla. Justo al lado, dos imponentes Rolls-Royce reclaman mi atención. Esto promete: no he pasado de la entrada y mis ojos se vuelven locos al contemplar tanta joya motorizada junta
Éste fue su primer Rolls Royce,Rolls Silver Cloud (1966)
Un poco más allá veo un precioso Cadillac Eldorado, y muy cerca descansa otro, pero en este caso es un Fleetwood que perteneció a su madre. Ambos están customizados, es decir, decorados al gusto del cliente (customer, en inglés), que no era otro que el propio Elvis.
Un Cadillac Eldorado (1956) pintado de morado
Este Cadillac Fleetwood de 1955 es posiblemente el coche más famoso de Elvis y uno de los pocos que se conservan desde sus inicios como artista. Era conocido como ‘Gladys´ car’, porque era el favorito de su madre, Gladys.
Ese gusto por la personalización de los vehículos fue una característica constante del cantante de Memphis. Eso es algo que se puede apreciar en otros muchos modelos del museo, como un Lincoln Continental de segunda generación, que contaba con sus características puertas de apertura inversa, las conocidas como suicidal doors, y el techo pintado de color dorado. También destaca en este aspecto un Stutz Blackhawk de 1971, que fue la primera unidad de este modelo vendida en el mundo y que guarda una leyenda negra en su interior, porque se dice que en principio era un modelo destinado a Frank Sinatra y no a Elvis.
Lincoln Continental de 1962
Éste es el último coche que condujo en su vida, un Stutz Blackhawk con el interior personalizado en rojo.
También hay hueco para versiones deportivas, como un espectacular
Ferrari Dino de 205 CV, que adquirió de segunda mano en 1975 por 20.583 dólares de la época.
Otra de las rarezas del museo es un Mercedes 600 Limusina. Y la llamo rareza porque supuestamente este tipo de vehículos se fabricaba sólo para gobernantes y familias reales. ¿Pero qué era Elvis sino un rey? Quizás por eso decidió equiparlo con todo tipo de lujos que en la época (1969) no eran nada habituales: techo solar, ventanilla interna de división del habitáculo, teléfono, televisión
El MG (1960) que utilizó en la película ‘Blue Hawaii’
En poco menos de una hora te da tiempo a conocer de sobra la pasión de Elvis por los coches. No, no es un museo demasiado amplio, pero te aseguro que es una visita muy recomendable, cargada de cultura motorizada, anécdotas y olor a gasolina. Y si aún así te quedas con ganas de potencia y velocidad, no tienes más que salir del museo, girar a la izquierda y avanzar unos 200 metros hasta llegar a la zona donde están expuestos sus jet privados. Pero eso ya forma parte de otra historia.