Valentino Rossi tiene dos dones. Uno, para bailar con una moto al ritmo que sea necesario. El otro, para dar la vuelta al mundo con una sonrisa, una mueca cariñosa o un desmán simpático. De su primera aptitud se han impreso hasta libros. Por la segunda recibió un galardón impensable para un humano que jamás se ha matriculado en la universidad. Hace un par de años, Rossi fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Urbino por su contribución al mundo de las relaciones públicas y el marketing. ¡Sin llegar a pisar un Aula Magna se le concedieron las prebendas de una librea doctoral!
Pero alguien debió pulsar su sensible contribución a un mundo carente de personajes con donaire, nacidos con una atracción personal que nada tiene que ver con los resultados, los millones de euros recaudados o las veces que aparezcan ante las cámaras. Lo de Valentino es un gracejo natural, una filosofía de vida única que ha trascendido al deporte. En Italia se dice de él que es como un héroe griego moderno, un actor, un músico frustrado, un reclamo adolescente. No es extraño, por supuesto, que un buen número de empresas globales reparen en su icono para vender productos. Pese a un pasado reciente turbio, tras el agujero que hubo de tapar con el Fisco italiano desembolsando hasta 35 millones de euros por un período de su vida que quedó al libre albedrío en manos de algunos desaprensivos.
Bebida energética, crema de chocolate...
Pero ni la hacienda italiana (a la que pagó 35 millones de euros para quitarse de encima a todo un país que le pedía 112 por retrasos e intereses) ni la prensa que lo trató de lapidar públicamente, ni tan siquiera la crisis asfixiante que ahoga al planeta tierra pueden con su carisma. Este año Monster, una bebida energética líder en Estados Unidos, lo persiguió con ahínco hasta rendirlo. Ahora, Valentino luce una pequeña pegatina en su inviolable casco que le cuesta al fabricante americano la friolera de 600.000 euros.
También Nutella, la famosa crema de chocolate y avellanas de origen italiano, se ha asociado al deportista mejor pagado de la historia del motociclismo. Es uno de los variados patrocinadores que Valentino encastra en su mono junto a los parches habituales como AGV (marca de cascos que se salva de la ruina total gracias al modelo réplica Rossi que comercializa en todo el mundo), Dainese (el mono), Fastweb o la citada Monster. El montante de estos patrocinios, que supera, junto con el merchandising de la marca VR46 el total de 12 millones de euros, está gestionado ahora directamente por el propio Rossi y sus amigos.