El negocio de los plastificadores ilegales de Barajas asciende a 4 millones

    La red amenaza y agrede a los empleados de la concesionaria cuando estos tratan de alertar a los viajeros

El negocio de los plastificadores ilegales de Barajas asciende a 4 millones de euros
Los empleados de la plastificadora de Barajas denuncian amenazas y agresiones (Safebag)

Llegan a primera hora juntos. Una vez instalados, los ‘sinpapeles’ de origen magrebí, sudamericano y rumano que componen la red de plastificadores ilegales de Barajas se reparten las terminales por zonas, aunque comparten un par de furgonetas para el suministro de material dependiendo de la afluencia de turistas. El caso es que no hace falta buscarlos. Apenas se cruzan las puertas de acceso a la zona de embarque de la T4 de Barajas, el viajero que desea proteger sus enseres de posibles robos y manipulaciones de terceros se topa con ellos.Y así llevan unos cuatro años.

Por contra es necesario cruzar la pasarela y caminar unos 25-40 metros para localizar alguno de los puestos de Sinapsis, la empresa que tiene derecho a implantar un servicio de plastificación de maletas en el aeropuerto ya que ganó un concurso público. Allí ofertan sus servicios desde siete euros por bulto. Dos más que los más de 156 empaquetadores fraudulentos de origen magrebí, sudamericano y rumano que ofrecen servicios que habitualmente trabajan en el aeródromo rebajando el servicio hasta los cinco euros beneficiándose de que ellos no pagan impuesto alguno.

¿De cuánto dinero hablamos? El cálculo es difícil de realizar con precisión pero, según detalla  la consultoría Tactica, ascienden hasta los cuatro millones de euros al año. Lo que vendrían a ser 1.565 servicios diarios clientes cada día. Un presunto negocio ilegal que se ha triplicado en los últimos tres años.

Si al viajero le ha costado, apenas, un par de minutos dar con ellos es porque la red opera a la vista de todo el mundo. Algo necesario para que el supuesto negocio delictivo prospere, pero que contraviene su clandestinidad. Pero lo tienen todo bajo su control y solucionan este, y cualquier otro contratiempo a su manera: insultando, agrediendo y amenazando.
Es el caso de una de las empleadas de Sinapsis a quien amedrentaron hace unos meses amenazándola con seguirla a casa y “violarla” después de que alertara a unos turistas de que el empaquetado “que estaban a punto de contratar era ilegal”.

En otra ocasión otros compañeros suyos tuvieron que volver a casa en transporte público dado que sus coches y motos habían sido dañados o, misteriosamente, habían “perdido piezas imprescindibles para su funcionamiento” y seguridad.

A pesar de ello la empresa ha interpuesto varias denuncias en su contra. Sin embargo los infractores han vuelto a Barajas tan pronto concluían los juicios celebrados. La facilidad con la que operan es tal que trabajadores habituales del aeropuerto madrileño reconocen a ‘La Vanguardia’ que “cada mes hay uno nuevo”. En los últimos años se han duplicado a la vista de todo el mundo”.

El problema parece enquistado ya que Sinapsis se siente desprotegida por AENA quien, a su vez, se desentiende del asunto asegurando que el aeropuerto es un espacio público por lo que “la vigilancia y seguridad corren a cargo de las Fuerzas de Seguridad del Estado”.

Pero ojo porque en algunos casos hay hasta dos perjudicados. La empresa concesionaria, y el viajero. Dada la falta de seguridad de los precintos ilegales, son ya varias las aerolíneas que, por motivos de seguridad, rechazan embarcar los equipajes cuya plastificación no esté realizada por las empresas oficiales.

Las diferencias son aún mayores en cuestión de robos. Safebag, la empresa que ofrecía este servicio hasta 2015 -y que abandonó el negocio por la imposibilidad de hacer frente a las pérdidas económicas derivadas de la mafia- ofrece en los aeropuertos en los que trabaja un seguro de equipaje como opción adicional al servicio de protección y empaquetado. En caso de pérdida total o parcial del equipaje, robo o daños la empresa indemnizará al beneficiario

Dada la falta de seguridad de los precintos ilegales, son ya varias las aerolíneas que, por motivos de seguridad, rechazan embarcar los equipajes cuya plastificación no esté realizada por las empresas oficiales.