El Gobierno estudia anticipar la venta de espectro móvil

expansion.com.El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero está buscando nuevas líneas de financiación ante el aumento galopante del déficit público que este año amenaza con acabar muy por encima del 10% del PIB.

Y en busca de dinero ha vuelto a mirar a las operadoras de telecomunicaciones, una industria que para el Ejecutivo es, aparentemente, fuente inagotable de recursos con los que financiar la retirada de la publicidad en la televisión pública, remendar las depauperadas arcas municipales o pagar la creación y funcionamiento del nuevo Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, el nuevo policía de los contenidos televisivos.

Ahora Moncloa ha caído en la cuenta de que dispone del control de un preciado recurso que las compañías de telecomunicaciones �un sector que está notando la crisis pero en menor medida que otros� van a necesitar desesperadamente en los próximos años debido al enorme aumento del tráfico de las comunicaciones móviles: el espectro radioeléctrico de frecuencias. Y piensa que puede sacar un buen dinero por él.

Dividendo digital
Por eso el Ejecutivo está estudiando la posibilidad de adelantar al máximo en el tiempo las licitaciones de nuevas bandas de frecuencias, que inicialmente estaban previstas para el próximo lustro, con el objetivo de recabar recursos financieros para contribuir a reducir el déficit público.

El pasado mes de junio, el Gobierno anunció que destinaría una parte de las frecuencias que va a dejar libre la televisión analógica tras su apagón (previsto para abril de 2010) al sector de las telecomunicaciones móviles. Es lo que la Comisión Europea ha bautizado como Dividendo Digital y que se está extendiendo en toda Europa.

Sin embargo, desde el principio, el Gobierno advirtió que las frecuencias sólo estarán disponibles para las telecomunicaciones a partir de enero de 2015, lo que supone que los operadores tendrán que esperar cinco años y medio todavía. La idea es utilizar estas frecuencias, que son excelentes (mucho mejores que las que se usan actualmente por su mejor capacidad de propagación) para construir las redes móviles de cuarta generación (denominadas 4G o LTE) que ofrecerán velocidades de transmisión de datos muy altas, de hasta 100 megas por segundo.

Ambigüedad calculada
La porción de espectro reservada en principio a este uso son los 72 megahercios que van de los 790 megahercios a los 862 megahercios. Sin embargo, y a pesar del anuncio oficial, el Gobierno aún no se ha pronunciado con claridad sobre el destino de estas frecuencias. Es decir, se ha mostrado deliberadamente ambiguo acerca de si destinará la totalidad de esta banda a este uso o habrá, además, otros destinos para las frecuencias.

Tampoco ha especificado cuando las licitará ni con que mecanismo de asignación. Aunque al tratarse de un recurso público escaso debe realizarse una licitación, no se sabe aún si será un concurso de méritos �en el que el criterio para la adjudicación es la inversión o el porcentaje de cobertura de la población que se alcanzará� o una subasta, o incluso una mezcla de ambas.

Aunque en principio a nadie le gusta tener que pagar por anticipado por un activo que no va a poder utilizar hasta dentro de cinco años, el Gobierno sabe que los operadores de comunicaciones móviles prefieren esta solución como mal menor y estarían dispuestos a acudir ahora a los concursos y pagar por las frecuencias.

Desconfianza
La razón es que, así, las operadoras se asegurarían definitivamente poder disponer de ellas sin miedo a que en el futuro el Ejecutivo rectificase y decidiese volver a ceder estas frecuencias a las cadenas de televisión, tal y como tenía previsto inicialmente.

Las cadenas de televisión (casi todas integradas en grandes grupos mediáticos) tienen mucho más poder político ante el Gobierno que las compañías de telefonía, como se ha demostrado recientemente. Además, las televisiones no parecen haber abandonado definitivamente sus ambiciones sobre las frecuencias del dividendo digital, un espectro que consideran suyo.

De hecho, Jaume Roures, presidente de Mediapro (el grupo que controla La Sexta), comentó el pasado lunes, al lamentar que la falta de espectro le va a impedir emitir en alta definición su nuevo canal deportivo que, a lo mejor, �cuando se discuta en serio el Dividendo Digital� las televisiones dispondrán de más frecuencias.

Ante este panorama comprar y pagar ya el espectro daría mucha más seguridad a las operadoras, puesto que cualquier rectificación sobre este punto obligaría a la devolución de las cantidades adelantadas, algo sobre lo que los gobiernos, en general, son poco partidarios.

Mal momento
Un adelanto de las licitaciones de frecuencias llegaría en un momento delicado para las compañías de telefonía que están irritadas con el Ejecutivo por la nueva tasa que les ha impuesto para financiar a RTVE con el 0,9% de las ventas.

Razones para apuntalar una decisión
- Dividendo digital
El Gobierno del PSOE había previsto inicialmente destinar casi todas las frecuencias de la TV analógica a las cadenas de televisión. Sin embargo, en junio decidió equipararse con el resto de Europa y reservar parte del espectro radioeléctrico para la nueva generación de banda ancha móvil, y evitar, así, que España se convirtiera en un agujero negro tecnológico.

- Retraso
Para reservar esta banda de frecuencias (el Dividendo Digital) a los móviles hay que trasladar a las cadenas de TV que ahora la ocupan. Por eso el Gobierno retrasó su cesión a las operadoras de telecomunicaciones hasta el 1 de enero de 2015.

- Financiación
Sin embargo, ahora estudia la posibilidad de adelantar los concursos para adjudicar las frecuencias, lo que le podría permitir obtener recursos financieros que contribuirían a recortar el déficit público.

- Suspicacia
Aunque a las operadoras no les hace gracia pagar por las frecuencias con tantos años de antelación, la licitación anticipada tiene dos ventajas para ellas: les permite planificar e incluso ir construyendo las nuevas redes y, además, supone una �vacuna� contra cualquier tentación del Ejecutivo de volverse atrás en su decisión y destinar de nuevo estas frecuencias, o parte de ellas, a las cadenas de televisión, cuya capacidad de influencia política es mucho mayor que las de las compañías de comunicaciones.