Shinobi

Shinobi



Los fieles a SEGA recordarán Shinobi con cariño, mito de los salones recreativos que acabó pisando todas las consolas de la compañía con más pena que gloria. MegaDrive, Master System, Game Gear y Sega Saturn fueron devaluando una fórmula que terminó de languidecer en los circuitos de Game Boy Advance y PlayStation 2.

El título que nos ocupa es el cuarto en denominarse simplemente “Shinobi”, como suele hacerse con aquellas franquicias a las trata de revigorizarse y rendir pleitesía una vez dan signos de agotamiento.

No es que este beat’em up de scroll lateral sea de los peores cartuchos que hemos insertado en nuestra 3DS, pero a fin de cuenta no deja de ser un juego correcto sin más, reprobable en sus últimas secciones.

En Shinobi encarnamos al predecesor del Joe Musashi original, Jiro Musashi, ninja que deberá hacer frente al clan liderado por su otrora amigo.
Poco de original encierra la narrativa del título, que se desgrana en atractivas cinemáticas de estilo cómic. Ni siquiera un pronunciado salto temporal (ochocientos años en el futuro) consigue despertar la curiosidad del jugador por lo que se le cuenta.
Metidos de lleno en la acción, Shinobi hará las delicias de todo buen aficionado a los arcade clásicos, el personaje ofrece un amplio repertorio de movimientos que dominaremos sin mucha dificultad, siendo protagonistas los ataques cuerpo a cuerpo (tornado ninja, katana, patada en picado…) y a distancia.
Los kunáis (armas arrojadizas) y las magias (de fuego, aire, trueno y agua) se convertirán en vuestros mejores aliados en el transcurso de los niveles, si bien estas últimas solo podrán usarse una vez (mejor reservarlas como último recurso) a no ser que topemos con alguno de los manuscritos ocultos.
Hemos de advertir que, aunque el juego dispone de cuatro niveles de dificultad, en todos ellos resulta a una empresa exclusiva para iniciados en el género. Si queréis reto, Shinobi os lo ofrecerá.
El problema, como dejábamos caer hace unos párrafos, es que Shinobi se desinfla por momentos: arranca de forma muy prometedora, con un diseño de fases soberbio que se echa al traste una vez nuestro ninja atraviesa el vórtice temporal, donde los escenarios y enemigos se repiten más que el ajo.
A partir de entonces nos acompañará una molesta monotonía, ausente tan solo durante los enfrentamientos contra los enemigos finales, quizás los tramos de juego que mayor complejidad (y disfrute para quien la busque) encierren.
Obviando el buen hacer artístico de sus primeros compases, Shinobi es un juego bastante pobre gráficamente, que no consigue llamar la atención ni por su efecto estereoscópico, hasta el punto de preguntarnos si está realmente justificado. Tan solo las denominadas “escenas de acción”, donde el gameplay abandona su concepción horizontal, se le saca un mínimo provecho a la tecnología. Las melodías y efectos, por su parte, pasan sin pena ni gloria.
Una vez acabéis el modo principal, podréis empeñaros en los mapas descargables vía StreetPass, que nos permite ir desbloqueándolos aleatoriamente. La idea aquí es cruzarnos con otro usuario del juego, cuya máquina transfiera automáticamente los mapas por este desbloqueados (y viceversa). Una forma curiosa de aprovechar la funcionalidad que alarga ostensiblemente la vida del título.
Al final, Shinobi queda en otro frustrado intento por conmemorar la clásica franquicia. Es un juego complejo, ideal para los amantes de la recreativa original, aunque decepcionante a largo plazo, pues pronto nos imbuye en la monotonía de enemigos y escenarios clónicos. Sus breves instantes de lucidez le impiden destacar, máxime cuando su envoltorio audiovisual pasa tan desapercibido y su aprovechamiento del 3D resulta tan nimio.
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