-Dichosa la mañana en que aparezcan tus hermosos zapatos debajo de mi cama!
-Dichosos los ojos que te ven y más feliz la mano que te toque.
-En esta noche tan fría yo te ofrezco mi estufa. No tiene pilas ni cables, pero igualmente se enchufa.
-Eres como el sol de invierno, que sales tarde y calientas poco.
-Pareces miel de abeja, porque quien te prueba no te deja.
-Si tu cuerpo fuera cárcel y tus brazos cadenas, qué bonito sitio sería para cumplir mi condena.
-Si amas a Dios que murió por tanta gente, ¿por qué no me amas a mí que me muero por ti solamente.
-