Como si de un combate en la distancia se tratara, casi al mismo tiempo que Rafa Nadal tocaba con los nudillos a las puertas de Wimbledon, Roger Federer reafirmaba su tiranía en la hierba con su quinto título en Halle (Alemania). El Gerry Weber Stadion es una réplica casi exacta de la Centre Court del All England Club de Londres, un capricho que el empresario de la moda Gerry Weber se construyó en 1991 para alumbrar un torneo lo más parecido posible al Grand Slam más prestigioso. Al menos en apariencia. Quizá por eso el suizo está tan suelto allí, donde barrió al local Phillip Kohlschreiber por 6-3 y 6-4.
Sin despeinarse, con esa suficiencia que le dan cinco títulos consecutivos en Wimbledon, el número uno del mundo sumó su triunfo 59 consecutivo sobre hierba. El de Basilea no pierde un partido sobre césped desde Wimbledon 2002, contra Mario Ancic. Y en ese intervalo le ha dado tiempo a mostrar su infalibilidad en la superficie menos utilizada: 10 victorias en 10 finales. Brutal. En esta edición de Halle, no cedió el saque ninguna vez.
"Mi intención inicial era superar dos rondas. Sentí algo de presión al principio, pero cada partido he ido a mejor y terminé con grandes sensaciones. Espero que, al igual que en las cuatro ocasiones anteriores, este título anteceda al de Wimbledon", advirtió.
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