OPINION PERSONAL al final ganara igual
A Rafa Nadal le cuesta entrar en los torneos. Ni siquiera su condición de número uno le privó de no sufrirAlgo más tarde de las diez y media de la mañana, Rafa Nadal estaba preparando el partido de su debut frente al alemán Bjorn Phau. Los alrededores de la pista de entrenamiento, de difícil acceso, estaban a reventar. Gente venida desde España, españoles que viven en Estados Unidos y americanos que ven en Rafa a un ídolo hacían cola para lograr su autógrafo. Unas horas más tarde, Nadal saltaba a la pista ‘Arthur Ashe’.
Incluso antes de que el ‘speaker’ dijera su nombre, los aficionados –tres cuartos del aforo de casi 22.000 espectadores– ya estaban gritando: hacía su entrada el flamante número uno mundial bajo los acordes de la sempiterna ‘Matador’ de ‘Los Fabulosos Cadillacs’ –hace tres años que se le recibe con esa canción– y luciendo, contra las informaciones que anunciaban un cambio de imagen, la misma indumentaria que en la gira previa a los Juegos Olímpicos de Pekín. Así, con su ‘look’ pirata –que parece que pronto pasará a mejor vida–, salió a jugar su primer partido en este US Open. El primero como número uno mundial. Y, como siempre, pese a su recién estrenada condición, a Nadal le costó entrar en competición en un torneo que no le ha deparado hasta ahora buenas sensaciones. Nada menos que dos horas y 58 minutos para doblegar al alemán Bjorn Phau, 136 del ranking, por 7-6 (7/4), 6-3 y 7-6 (7/4). El germano es un tenista con un revés extraño, rarísimo, que ejecuta con un golpeo antinatural aunque, sin embargo, enormemente sólido (cometió pocos errores). También estuvo dispuesto a correr y luchar lo que hiciera falta. Nada que perder.
Pero la diferencia entre ambos, a día de hoy, debía tener su reflejo en el desenlace del encuentro. Y es que, mientras Phau estuvo jugando al mejor nivel de su vida, Nadal jugó a ráfagas. Aunque fue suficiente para solventar la papeleta y avanzar a la segunda ronda del último ‘grande’. Ahora tendrá unos días para depurar detalles antes de su próximo encuentro.
Y lo mismo le sucede a David Ferrer, a quien esta temporada se le está haciendo larga y pesada. Pero el objetivo de poder disputar su segunda Masters Cup le mantiene en la senda de querer recuperar las sensaciones perdidas, de querer volver a ser el hombre que se dio a conocer como uno de los mejores restadores del circuito y todo un ‘guerrero’ en las pistas. Empezó algo nervioso ante un rival, el argentino Martín Vassallo-Argüello, que se caracteriza por su personalidad. Pero lo importante es que, pese a no desplegar su mejor tenis, el tenista de Xàbia sacó el envite adelante en un torneo en el que defiende una buena base de sus puntos ya que el año pasado fue semifinalista.