Wimbledon: La táctica salva a Nadal....

Tras la demostración de Ernests Gulbis ante Nadal en el primer set, en la Pista 1 del All England, un espectador normal hubiese dado por eliminado al rival de Gulbis. En caso de que este rival hubiera sido un jugador normal, naturalmente. ¿Como Djokovic, por ejemplo? En ese primer set, Gulbis acertó con el 75% de primeros servicios, y ganó el 95% de los puntos que jugó con esos primeros, con eco de truenos. Ante ese alud, Nadal no tuvo una sola bola de break, sólo ganó cuatro puntos al resto y acabó equivocándose cuando servía con 6-5 para Gulbis. Dos errores no forzados, sendas derechas "terribles", según el mismo Nadal, y algún resbalón en seco (las pistas se van corrompiendo día a día), dejaron el set en 7-5 para Gulbis. Por un momento, una luz inquietante bañó a Nadal. No por mucho más de un momento.

"Ya sabía lo gran jugador que era Nadal, pero lo que más me ha sorprendido es su capacidad de ajustarse", relataría Gulbis. Tras besar la hierba en el primer set, Nadal pudo plantearse morir de pie en una batalla de servicios o blindarse ante los cohetes que le lanzaba Gulbis.
Tensión.

Rafa Nadal se atrasó dos metros ante los segundos saques del letón. Tras un momento de tensión en el segundo juego del segundo set (1-0 y 0-30 para Gulbis), Nadal capitalizó el primer despiste de Gulbis y rompió por primera vez el servicio del letón. Parcial de 5-0 y, en menos de 20 minutos, Gulbis se vio 1-5 abajo. Pero, aunque Gulbis tenga 19 años, no se chupa el dedo. Y, además, es un condenado buen jugador dirigido por el viejo zorro Nikki Pilic.

Tras el 6-2 del segundo set para Nadal, el asalto de Gulbis continuó. El crecido niño letón reveló que nunca tiraba de principio al revés de Rafa Nadal. "Si se hace eso, lo primero es pensar que Nadal raramente falla el revés. Y, cuando se repite un tiro, él toma posición en la esquina y entra con su derecha invertida, llena de topspin. Y ahí toma la iniciativa". Con esas ideas sibilinas (de su maestro Nikki Pilic, claro) y con proyectiles de servicio que iban más allá de los 210 kms/hora, Gulbis forzó la muerte súbita en la tercera manga. Donde otro hubiera estado ya convertido en chatarra, Nadal, acolchonado por su instinto de supervivencia, ya se había apropiado del discurso. Con restos bloqueados, mezclando cortados con topspin y atrayendo a Gulbis hacia zonas de riesgo, Rafa liquidó esa muerte súbita, el tercer set, y, claro, el partido. En la cuarta manga, Gulbis ya estaba en territorio de Nadal, allá donde Nadal nunca pierde. Esta vez, la táctica gobernó la batalla y permitió que cierto lobo gris bronceado siga habitando en la selva de Wimbledon.