Cada vez que se anuncia alguna ineficaz reunión política de alto nivel sobre el clima, se resalta la creciente preocupación mundial por este tema. Durante siglos creímos que los avances tecnológicos resolverían nuestros problemas, aunque se opusieran a las leyes de la naturaleza, a las leyes de Dios y a la justicia social e internacional convertida en Derecho para que el más fuerte imponga siempre el suyo. ¿Qué hemos conseguido?... Destruir, destruir y destruir, llevar al límite la habitabilidad del Planeta y crear un abismo inmenso entre países ricos, contaminadores, saqueadores, y otros países saqueados, contaminados y endeudados.
¿Cómo responder a tantas injusticias, y al desafío climático que es la rebelión de la Tierra maltratada? Responder esta pregunta es vital hoy. La respuesta es sencilla para nosotros: reciclar todo lo que podamos y reducir nuestro consumo a lo esencial e imprescindible, lo que perjudica al Sistema de producción capitalista, que hará lo posible para evitar eso. Y en esto serán apoyados por los gobiernos, hoy en manos de los grandes grupos de poder financiero e industrial, e incapaces de poner límites contaminadores a esas empresas que muchas veces, oh casualidad, subvencionan las campañas de los partidos políticos gobernantes.
Poco menos que imposible resulta a esas empresas cegadas por el afán de lucro “apostar por lo verde”, pues para eso tendrían que aumentar su conciencia ética, ecológica y social, y reducir voluntariamente sus índices de contaminación y poner su codicia a cero, acabando con sus producciones venenosas, ya que no existe hoy suficiente conciencia mundial capaz de detenerles aunque se sumen todas las organizaciones ecologistas del mundo a esta tarea.
Para que nuestro mundo mejore toca ponerse las pilas cada uno y reducir a cero en lo posible nuestra aportación contaminante, pero está claro que el problema es responsabilidad fundamental de los grandes contaminadores: los que talan los árboles del Planeta, los que extienden la ganadería y los cultivos transgénicos, los que vierten residuos industriales tóxicos al aire, al agua y a la tierra, los que trabajan con energías fósiles del carbón y del petróleo que son energías sucias; los que usan la energía nuclear y contaminan tierras, ríos y mares, los que organizan guerras, fabrican y arrojan bombas y toda clase de productos mortíferos para personas animales y plantas, etc. Estos son los grandes responsables y tendrán que dar cuenta un día no ante los gobiernos que les dan permisos para legalizar la muerte que provocan y se conforman con el sistema de “quien contamina, paga”, sino a su conciencia ante Dios, que es la Vida y el Creador de la vida y ante la madre Tierra y todos sus habitantes, incluidos animales y plantas, pues ¿con qué derecho nos envenenan? ¿Dónde está escrito que cualquiera por el hecho de tener una industria o un negocio adquiere patente de corso para matarnos a todos lentamente o con accidentes nucleares, laborales y otros de los que estamos acostumbrados a ver en todas partes?
Claro está que la democracia representativa no sirve para que los pueblos tomen conciencia ni opongan resistencia a tanta barbarie. Por eso, porque es la que sirve al sistema, esta falsa democracia es la que defienden las naciones ricas ante las naciones “bárbaras” como el gobierno ideal…Ideal para manipular y dejarse manipular. Nunca podemos esperar de eso verdad, libertad, justicia, ni siquiera clemencia. Sólo represión, miserias, pobreza, mentiras, robos legales, paro y extorsión. O sea: lo que hay.
La contaminación en Europa, sin ir más lejos, mata mucho más que el terrorismo (mas de cien mil muertos anuale), pero si a alguien se le pregunta en las encuestas si le preocupa más que Al Qaeda, casi seguro que diría que le preocupa menos: cree estar a salvo porque haya policías en la calle y la mirada del Gran Hermano le siga hasta su dormitorio…contaminado, por cierto. Ignora, por ejemplo, cuánto ha disminuido lo más esencial para su vida en los últimos veinte años: en primer lugar y ante todo la proporción de oxígeno puro contenido en el aire que respira, a lo que se suma la mala calidad del agua por fosfatos y pesticidas, metales y otros productos químicos residuales. a lo que habría que añadir los venenos vertidos en la tierra de cultivo y las consecuencias en los productos que cada uno lleva a su boca. El Planeta se parece cada vez mas a un gigantesco estercolero letal.
El individuo de la hipotética encuesta desprecia el aumento de la polución atmosférica con ese coche que se compra para que el sistema no colapse, según le dicen, mientras se olvida de la contaminación acústica y lumínica en su ciudad, la electromagnética producida por las cancerígenas antenas para su móvil si vive cerca de una de ellas, o el propio móvil cuyo uso prolongado afecta al cerebro y puede llegar a producir cáncer, aunque lo nieguen los científicos “untados”.
Y tantas cosas más. Pero si usted denuncia todo esto aparecen siempre unos tipos listos en los medios que dicen que todo eso es una exageración. ¿Y quien paga las nóminas de esos tipos listos aunque sea bajo cuerda? Las industrias contaminantes, mire usted por donde. ¿Y quien pone en duda lo que dicen? Sus vecinos seguro que no. Estos creen en esos tipos listos que se dicen científicos y defienden al sistema. Y es que a sus vecinos, a los míos, a la mayoría, los que lo contradicen son sospechosos de algo. Para que luego digan que la televisión es inútil: sus programas programan.
Más si movidos por la fuerza del amor a la sufrida madre Tierra, y al Creador, fuésemos capaces de dar marcha atrás, finalmente tendríamos una humanidad que actúa inteligentemente a todos los niveles y capaz de construir en vez de caminar como hasta hoy hacia la autodestrucción. Cuando algún día exista eso que debe llegar a existir llamado conciencia ética, solidaridad, justicia climática y todas esas hermosas palabras tan malgastadas; cuando hayamos desarrollado, por ejemplo, la Regla de Oro de Cristo (del que abominan las iglesias) y que dice: “Lo que quieras que te hagan a ti, hazlo tú primero a otros, y no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan”; cuando seamos capaces uno a uno de amar y respetar la vida, empezando por la propia, tendríamos finalmente una humanidad sabia a todos los niveles, y capaz de cambiar por completo el rostro de la Tierra. Lo que pasa es que si tardamos demasiado para entonces ella ya lo habrá hecho por su cuenta con ese gesto con que su perro sacude el agua del baño. Bendita sea su inteligencia.
Entonces podríamos valorar la inteligencia del mundo animal: ninguna especie destruye su hábitat ni se autodestruye. Tal vez a partir de esa valoración, en vez de cazarlos, sacrificarlos, hacerles sufrir con experimentos crueles y ponerlos al fuego empecemos a sentir por ellos amor, respeto como se siente por un pequeño hermano. Creo honradamente que no existe otro camino.
PATROCINIO NAVARRO VALERO