En Inglaterra, el Programa de Impactos Climáticos de Reino Unido (UKCIP, por su sigla en inglés) realiza grandes esfuerzos para identificar los desafíos de la adaptación. Los planes comenzaron por armar un sistema de defensa contra las inundaciones más graves, que se evalúan, podrían afectar a 3,5 millones de personas. El gasto anual en contra de inundaciones y erosión costera es de 1.200 millones de dólares anuales.
En Japón los registros señalan aumentos del nivel del mar entre 4 y 8 milímetros anuales. Desde hace muchos años los distintos gobiernos nipones destinan grandes sumas para que sus puertos y las bahías sean unos de las más seguros del mundo. Sin embargo, saben que no alcanza y, ante la perspectiva de que el nivel del mar aumente en un metro durante el siglo XXI, diseñaron planes que tienen un costo estimado de 93.000 millones de dólares.
En California estiman que el cambio climático afectará la acumulación de nieve en Sierra Nevada, la principal fuente de abastecimiento de agua del Estado. Calculan que hasta el 2064 disminuirá en un 37% y entre el 2070 y 2090 un 79%. Por eso el Departamento de Recursos Hídricos de ese Estado ha ideado un exhaustivo sistema que incluye medidas para mejorar la eficiencia y reducir el uso de agua en las zonas urbanas y agrícolas. También se invierte en el reciclaje de agua y recarga de acuíferos para acumular el doble en las napas de aquí al 2020.
Según los números que analizan distintos gobiernos de los países del norte, por cada dólar que invierten en actividades de prevención de riesgos, se evitan pérdidas por siete.
Mientras sus representantes retrasan la adopción de medidas para reducir las emisiones de CO2 en Copenhague, en sus propios países invierten para prevenir los desastres y en obtener beneficios por el cambio climático. Según sus pronósticos, en la agricultura el cambio beneficiará sus cultivos en desmedro de los países en desarrollo. Según los informes, la producción de alimentos en Estados Unidos y en el norte de Europa aumentará en el corto plazo. Eso permitirá el reemplazo de las importaciones de los países en desarrollo por producción local.
El Sur
El cambio será más duro y dramático en los países en desarrollo, dice el PNUD. “En Londres y Nueva York se está protegiendo a la población…por medio de inversiones públicas en infraestructura. En los países pobres, la adaptación es más bien un asunto de autoayuda”.
En Ecuador los campesinos están recuperando la técnica tradicional de estanques para acumular el agua de lluvia, al igual que en la India, donde construyen pequeños diques para acumular las pocas gotas de agua en tiempos de sequía.
En Bangladesh se están construyendo “jardines flotantes” para poder cultivar en zonas inundables y en Sri Lanka comenzaron a experimentar con variedades de arroz que resistan la intrusión de agua salada de los mares.
En África están preocupados porque la infraestructura para obtener buena información meteorológica es deficitaria. En ese continente las estaciones de medición están ubicadas a una distancia de más de 25 mil kilómetros una de otra, en contraste con los 716 kilómetros de las estaciones ubicadas en los Países Bajos.
El país por dentro
La distribución de los pocos fondos para la adaptación a los cambios es un tema que preocupa. De hecho, el PNUD sostiene que la tendencia es que las comunidades marginadas serán ignoradas por grupos más poderosos.
Los poderosos sectores vinculados a las actividades industriales o agroindustriales disponen de mecanismos de presión que favorecen sus intereses por encima del interés general. Así, es habitual y lo será aun más, que los planes de financiamiento o las obras de infraestructura se destinen para abastecer a esos sectores y no para resguardar de tormentas o de falta de agua a las poblaciones hacinadas en barrios populares de las ciudades.
Es por ello que el organismo de Naciones Unidas prevé un aumento de la conflictividad social en los países en desarrollo cuando los efectos del cambio climático de agudicen. El problema es que en los países en desarrollo la planificación es escasa, la improvisación aumenta y la dependencia a fondos externos es una búsqueda cada vez más recurrente.
Sobre la base de estas políticas, los países del norte prometen donaciones (que no son compensaciones) y que rara vez cumplen. En el 2001 se creó el Fondo para los Países Menos Adelantados (FPMA) donde 17 donantes iban a aportar la exigua suma de 157 millones de dólares. Hasta el momento sólo ingresaron 9,8 millones de dólares.
En el año 2005 se creó el Fondo Especial para Combatir el Cambio Climático, con una promesa de contribuciones de 67,3 millones de dólares. Hasta el momento ingresaron 26 millones, el equivalente al gasto que realiza en una semana Inglaterra en defensa contra las inundaciones.