El movimiento zanahoria o carrotmob es una nueva forma de financiación ciertamente original. El movimiento comenzó en San Francisco, pero ya se está extendiendo por todo el mundo. Ha llegado a España. El primer evento se ha celebrado en Zaragoza.
El sistema se basa en lo que llaman buycotts, una forma de impulsar el activismo de los consumidores a través de la compra de un lote de productos de una empresa por un breve período de tiempo. La empresa, por su parte, tiene que desarrollar iniciativas de responsabilidad social. En otras palabras, las empresas compiten por ser la social o medioambientalmente más responsable, ganando la aprobación (y el dinero) de los consumidores.
Esas iniciativas responsables, en muchos casos, apelan a la conciencia ecológica de los consumidores y al comercio justo. Las personas tienen el poder de no comprar productos que dañen el medio ambiente. Pero, en este caso, el boicot o, mejor dicho, el premio para la empresa responsable se otorga directamente y en grupo. Es una invitación para que las empresas apuesten por la sostenibilidad. Son los consumidores los que llaman a las empresas. Se ha dado la vuelta a la tortilla.
De ahí el nombre, claro. La zanahoria se pone delante del burro para que siga avanzando. En este caso, hacia prácticas respetuosas con el medio ambiente.
El primer proyecto español: un bar que ahorrará energía y agua
El método funciona como sigue. Una multitud de consumidores se reúne en un lugar para generar el suficiente consumo como para afrontar la financiación de un proyecto sostenible. Se pone en contacto, pues, una idea y personas que la apoyan. Como la financiación en masa a través de internet, tan de moda en los últimos tiempos, pero cara a cara. Con todo, se usa la web para presentar el proyecto sostenible.
El primer evento del movimiento zanahoria se ha celebrado en Zaragoza. En y para un bar, como no podría ser de otra forma. La elección del bar fue difícil. Se ofrecieron 25 locales y 10 de ellos prometieron invertir el cien por cien de la recaudación en su proyecto sostenible. El ganador recibió, el día previamente fijado, una multitud “naranja”. Con las consumiciones, el dueño del establecimiento invirtió en bombillas de bajo consumo y detectores de movimiento para los aseos para reducir el gasto energético del local, así como reductores de caudal para los grifos para ahorrar agua.