Capítulo I. Con este relato sobre las catorce montañas más altas del planeta, Sebastián Álvaro (creador de Al Filo de lo Imposible) inicia una serie de reportajes sobre superación humana, historia, exploración y aventura. En próximas entregas, la conquista de los Polos Norte y Sur.
Sebastián Álvaro | 05/08/2009
El Himalaya siempre ha ejercido una poderosa e irresistible capacidad de fascinación sobre los hombres. El haberse mantenido fuera del alcance de los occidentales hasta finales del siglo XIX, unido al halo de misterio que lo envolvía, contribuyó a crear su leyenda. El nombre de Himalaya proviene del sánscrito y significa "morada de las nieves perpetuas". Es un nombre perfecto para describir la cadena que reúne las montañas más altas del mundo. Es una impresionante creación de la naturaleza, el producto de las fuerzas orogénicas, de la brutal colisión de dos continentes que ha levantado las montañas más altas del mundo lanzándolas al cielo.
Entre ellas destacan poderosamente las catorce grandes cimas de más de ocho mil metros. No es de extrañar que desde el comienzo los alpinistas se fijaran en estas catorce, aunque los británicos argumenten, con ciertas dosis de cinismo e ironía, que ellos como no utilizan el sistema métrico decimal y miden la altitud en pies, no han contribuido a la popularidad de la que gozan hoy los ochomiles. Sin embargo, fueron alpinistas ingleses los que comenzaron avivando esta pasión por las montañas más altas de la tierra.
Montaña asesina.
En 1895 Alfred Mummery, un alpinista británico considerado como el inspirador del alpinismo moderno, se encontraba en las laderas de una de estas montañas, el Nanga Parbat, que con sus 8.125 metros cierra la colosal cadena del Himalaya por su extremo occidental. Era la primera vez que se iba a intentar una escalada de este tipo pero Mummery llegaba al Himalaya precedido por sus grandes escaladas en los Alpes. Mummery resumió en una frase tanto su filosofía del alpinismo moderno como de una forma de vivir: "Cuando todo indica que por un lugar no se puede pasar, es necesario pasar. Se trata de eso".
Con ese espíritu inquieto se dirigió al Himalaya, por entonces sin explorar o muy mal conocido. El Nanga no tiene comparación posible con ninguna de las montañas alpinas. Su descomunal presencia debió impresionar a Mummery, pues desde el río Indo se levanta 7.000 metros hacia el cielo, convirtiendo ese espacio en el mayor desnivel de la Tierra.
Aunque el británico lo intentó con un estilo limpio y una tenacidad sin límites, sería la primera víctima del Nanga. Unos años más tarde la escalada del Nanga Parbat se convertiría en la obsesión de los mejores alpinistas germanos que se estrellaron en sus laderas y que le valieron el negro apodo de "montaña asesina" o "la montaña del destino". Hasta bien entrada la década de los cincuenta el Nanga Parbat seria el ochomil que más víctimas se cobraría. Y sigue haciendo honor a su fama. Hace pocos días el Nanga se ha llevado la vida de la coreana Go Mi-Sun quien acababa de apuntarse su undécimo ochomil y estaba en el sprint final de la carrera por ser la primera mujer en ascender los catorce.
En los años veinte y treinta del siglo XX se llevaron a cabo un buen número de expediciones a estas montañas, por ejemplo siete al Everest siempre a cargo de británicos, donde desaparecieron dos alpinistas, Irvine y Mallory, sin saber si llegaron a pisar la cima. Lo cierto es que al comenzar la segunda guerra mundial ningún ochomil había sido conquistado.
Avances.
A comienzos de los años cincuenta se reinician los intentos. Pero para entonces las expediciones son organizadas con precisión militar y los adelantos tecnológicos derivados de la gran contienda ponen a disposición de los alpinistas unos medios tecnológicos más eficientes, sobre todo, en los sistemas de oxígeno. Son grandes empresas en las que se pone en juego el orgullo nacional. Nunca como entonces se sustituye la imaginación en la escalada por la voluntad de vencer.
Y así en el breve plazo de catorce años, (desde 1950 en que se ascendió el primero de ellos, el Annapurna, hasta 1964 en que cayó el último, el Shisha Pangma) los catorce ochomiles fueron conquistados. Fueron los tiempos gloriosos de las grandes expediciones al Himalaya, cuando la tirada de libros como Annapurna, primer ochomil. Rivalizaba en éxito de ventas con un clásico como La Biblia. Sin embargo, tras esta época de conquista surgió, como ya había ocurrido en los Alpes, otro alpinismo, bajo un punto de vista deportivo, más libre y limpio, y más puro éticamente. Desde entonces se instaura la limpieza de medios y el alpinismo se convierte en "el arte de hacer más con menos".
Fueron alpinistas como Hermann Bull, Kurt Diemberger o Bonatti los que comenzaron a trazar esta línea, pero sería el italiano Reinhold Messner quien en 1986 se convertiría en el mejor alpinista de todos los tiempos, siendo el primer ser humano en escalar las catorce montañas de ocho mil metros y además en hacerlo sin botellas de oxígeno. Era el inicio de una nueva era. Inauguraba también un reducido club al que luego se han incorporado algo más de una docena de alpinistas, entre los que se encuentran dos españoles: Juanito Oiarzabal y Alberto Iñurrategui. Sin embargo, muchas de estas ascensiones no han tenido el valor de las realizadas por el italiano: las montañas se han masificado, hay cuerdas en las rutas, se dispone de teléfonos satélite, se emplean helicópteros, se abusa de sherpas y campamentos y en muchas de ellas, es casi imposible estar solo. Todo un contraste con aquella época dorada.
Reto femenino.
Sin embargo la atracción por las catorce montañas más altas del planeta no ha disminuido, más bien todo lo contrario. A la "absurda colección", como ha llegado a ser calificada, de los varones, ahora se han sumado las mujeres. En el tramo final hay cuatro muy fuertes y motivadas. Ayer mismo, la surcoreana Oh Eun Sun se colocó en cabeza de esta carrera tras hacer cumbre en el Gasherbrum. Tras ella se encuentran la austríaca Gerlinde Kaltenbrunner y la española Edurne Pasaban con doce ochomiles conquistados, aunque sólo Kaltenbrunner los ha ascendido sin botellas de oxígeno (la española ha utilizado oxígeno en dos). Otra italiana, Nives Meroi, tiene once lo que, vista la situación actual, parece que la descarta como posible vencedora. Sin embargo en montaña también cabe, como en el fútbol, resultados sorpresa. Como ejemplo, la hazaña de ayer de la coreana y el fracaso de la austríaca en el K-2.
Mientras tanto, todavía hoy, los nativos que habitan a su sombra consideran a muchas de estas montañas como sagradas. Un gran poeta hindú, escribió: "Con razón le dan el nombre de Señor de las Montañas porque la Divinidad anida en su alma..." Para ellos ese espacio, casi un universo en sí mismo, lleno de misterios e intrigantes retos, se encuentra más cerca de la imaginación que del deporte.