Autor Tema: El temple: la primera multinacional bancaria (Leído 1934 veces)

Perfil · Registrado: 22/01/2008 Gracias: 1034/226 Mensajes 74395

El temple: la primera multinacional bancaria

Dinero, deuda y engaño: su historia oculta

Los más notables esoteristas ven la Orden del Temple como una frontera entre el mundo tradicional de la antigüedad y nuestro mundo moderno y desacralizado, donde la cantidad materialista se impone sobre la cualidad esencial. Al introducir las prácticas bancarias, los templarios tuvieron un prominente papel en esa historia del dinero-crédito que –como explicábamos en el número anterior– resulta tan importante para comprender la crisis económica virtual en la que hoy vivimos atrapados.
Los templarios jugaron un papel muy importante en los orígenes del dinero fiduciario, que carece de valor alguno por sí mismo, más allá de la fe o confianza que inspira a quienes lo aceptan y en el que están basados todos los actuales sistemas monetarios...
Siguiendo el llamado de san Bernardo y varios papas, desde sus comienzos las donaciones de tierras y económicas afluyeron al tesoro de la Orden del Temple desde los reinos cristianos de Occidente, convirtiéndose en beneficiaria de numerosos testamentos. Y a ello se sumaron los cuantiosos bienes heredados de quienes, al ingresar en la misma, hacían voto de pobreza.
Pero, además de éstos y otros que luego veremos, sus ingresos más importantes procedían de los recursos proporcionados por las numerosas tierras propias, que se agrupaban en torno a sus nueve mil encomiendas, y por las rentas pagadas por los campesinos que cultivaban muchas de éstas. Sin olvidar las colectas anuales que se autorizaba a realizar al Temple en todas las iglesias.
De esta manera, en pocos años, el Temple contó con una cuantiosa riqueza que le permitió crecer raudamente y acometer las obras más diversas. Éstas iban desde el equipamiento y avituallamiento de sus ejércitos y la construcción de fortalezas hasta la financiación de catedrales y la construcción de una gran flota. Sus numerosos navíos no sólo se encargaban del transporte de tropas, caballos, avituallamientos y mercancías ajenas, sino también del dinero propio y de los viajeros que confiaban en ellos. Y, a diferencia de los mercaderes –disgustados por esta competencia desleal–, lo hacían beneficiándose de exenciones de tasas en muchos puertos, además de los que ellos poseían.
Se ha presentado a los templarios como los primeros banqueros por ejercer actividades a las que también se entregaban otras órdenes religiosas. Porque en el Medievo muchísima gente entregaba –de forma permanente o temporal– sus tierras, sus bienes e incluso ellas mismas, al amparo de abadías e iglesias, por estar cualquier posesión eclesiástica protegida de cualquier ambición por la paz inviolable de la que universalmente han gozado los lugares sagrados, proporcionando aún mayor seguridad y protección que la ofrecida por las cajas fuertes de los bancos actuales. Pero, además de contar con la garantía que ofrecía su doble naturaleza religiosa y militar, los templarios no se limitaron a ejercer esta función de depositarios de bienes ajenos.
A diferencia de otras órdenes, ellos hicieron circular su riqueza a escala internacional, multiplicando su prosperidad con los intereses obtenidos. Los depósitos económicos propios y ajenos permitieron al Temple conceder toda clase de préstamos, con intereses sabiamente disimulados, pero muy inferiores a los ofrecidos por los prestamistas judíos. De esta forma podemos comprender su memorable riqueza, tan poco compatible con los principios cristianos como lo es el de la propia Iglesia

Fuente: Año Cero