Massa devuelve a Brasil la ilusión por el título.

Uno de los mejores pilotos de la parrilla definió hace unos días fuera de micrófono a Felipe Massa: "Es bueno y rápido, lo que pasa es que dos o tres veces al año comete errores gravísimos". Esas dos cantadas, las de Australia y Malaisia, ya han pasado. Kimi y Hamilton no acaban de levantar el vuelo (aunque en el caso del finlandés por mala suerte en las dos últimas carreras). Y hasta la habitualmente escéptica afición brasileña comienza a pensar que en un Mundial tan abierto el poco regular Massa puede ganar su primera corona y devolver a su país un entorchado que se les escapa desde el último título de Ayrton Senna en 1991.

El domingo, el piloto de Ferrari logró algo que nunca consiguió Barrichello, alcanzar el liderato del Mundial quince años después de que Magic Senna lo asumiera por última vez. Justo después de su victoria en el GP de Mónaco en 1993 aventajaba a Prost en cinco puntos. En la siguiente carrera, en Montreal, el francés se aupó a la primera plaza del campeonato. Puesto que ya no abandonaría hasta el final.

Después de conocer este dato, Massa le quitó importancia: "Es algo bonito, pero mi sueño no sólo es liderar el campeonato, mi sueño es ganar el título mundial". Éste es el cuarto cambio en la cabeza de un emocionante certamen que el año pasado a estas alturas dominaba con mano de hierro McLaren. Ahora Hamilton está a diez puntos. Felipe tiene 27 años y los ingenieros de la escudería italiana saben de sus carencias, pero también de una entrega que supera con mucho a la de Raikkonen. Al brasileño no le importa realizar interminables jornadas de test y es mucho más comunicativo que el hipertalentoso campeón del mundo. Junto a Michael Schumacher ganó mucho en capacidad para reglar el coche. Fue en 2006, cuando comenzó su periplo como piloto titular de Ferrari.

Entre sus hándicaps están sus malas prestaciones ante circunstancias cambiantes, un improvisado chaparrón o una pista con el asfalto levantado, como le sucedió en la calificación de Montreal. Y su ímpetu en carrera, que le lleva a chocarse con sus rivales en más ocasiones de las deseables.

Es excesivamente agresivo, pero si le sale, le sale, y a veces sorprende con una calificación como la que realizó en Mónaco. Gana cinco a tres a Kimi en calificación. Los graves errores de Albert Park y Sepang responden a su inadaptación a la ausencia de ayudas electrónicas. Algo que ha conseguido superar con el paso de las carreras. Ahora bien, los coches ayudan bastante con esas cartografías electrónicas que simulan el efecto de un control de tracción. Si las asistencias técnicas estuvieran de verdad prohibidas, él sería uno de los pilotos que más sufriría.

La suerte de Massa es haber disfrutado de la era posterior a Michael Schumacher. Rubens Barrichello tenía más talento pero vivió sus mejores años como piloto a la sombra del Kaiser. Condujo para Ferrari entre 2000 y 2005 y logró dos subcampeonatos. Rubinho ha sido el mejor de una generación perdida y de una cantera inagotable de pilotos de F-1.

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