Subida de impuestos, golpe al contribuyente

Expansión.com.El provechoso compromiso de España con la estabilidad fiscal se ha diluido como un espejismo, y la validez de la afirmación de Zapatero de que bajar impuestos era de izquierdas ha durado lo mismo que una raya en el agua.

O sea, lo que las exuberantes tasas de crecimiento al 4% y aumentos de la recaudación del 15% han tardado en transformarse en una recesión económica que el presidente ha decidido combatir a base de gasto público. Esa huida hacia adelante se traducirá en breve en un déficit público del 10%.

Enjugar ese colosal desequilibrio, necesario por salud económica pero también por imperativo de Bruselas, sólo puede hacerse mediante un drástico ajuste en el gasto, a lo que el presidente no está dispuesto pues se desmoronaría toda su estrategia política, o subiendo los impuestos para que la máquina de gastar pueda seguir funcionando.

Para esto segundo, el Gobierno lleva meses preparando el terreno, y por si había alguna duda –más aún después de que el presidente pretenda calmar la crispación social extendiendo el cheque parado– el ministro de Fomento, José Blanco, con su facilidad para inmiscuirse en las competencias de otros departamentos, fue ayer explícito al respecto.

Blanco apeló a la necesidad de subir impuestos para seguir financiando las medidas anticrisis: “los que tienen más recursos tendrán que apretarse el cinturón (...) Habrá que subir los tipos impositivos a los que tienen más rentas para apoyar las medidas sociales”.

El problema es que bajo este aparente discurso de justicia redistributiva –ahora subir impuestos es de izquierdas– se esconde el empeño de Zapatero de seguir profundizando en la política de la improvisación y las ocurrencias sustentadas por el gasto público como receta mágica, al tiempo que sin la subordinación a la exigible eficiencia económica se despliegan medidas populistas y clientelares que alientan las simpatías electorales de los beneficiados.

Blanco pide ahora a los españoles que se aprieten el cinturón, pero ninguna administración –ni el Estado, ni las autonomías, ni los ayuntamientos– ha predicado con el ejemplo ajustando sus partidas de gasto. Todo locontrario, para seguir engordando sus presupuestos no dudan en recargar con más impuestos las sufridas espaldas de la clase media.

El empeño del Gobierno de subir la fiscalidad a las ganancias del capital entraña el riesgo de que las grandes fortunas acaben buscando refugio en la fiscalidad más competitiva de otros países y sean las familias con acciones, fondos de inversión o depósitos las más perjudicadas, de igual manera que los asalariados más cualificados sujetos a una nómina.

Como advirtió el gobernador del Banco de España, la subida de impuestos es un gran error porque puede arruinar los efectos expansivos de las medidas adoptadas. Es decir, soportar un déficit y una deuda mastodónticos no habrán servido para nada. Aún está a tiempo el Gobierno de rectificar y de elaborar unos presupuestos para 2010 que respondan a criterios de austeridad.