Zapatero propone un cambio de modelo que ignora las urgencias de una economía en

cotizalia.El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, realizó ayer en el Congreso de los Diputados un ejercicio de ese “más difícil todavía” propio del consumado prestidigitador que es. Compareció, en efecto, ante la Cámara para presentar una llamada Estrategia de Economía Sostenible “cuya pieza central es, sin duda, la Ley de Economía Sostenible. Pero aquella no se agota en ésta”. Dos por el precio de una. Lo hizo en una fecha del todo sospechosa: cuando en el recinto ferial de Madrid se producía la mayor concentración de empresarios -¿más de 3.000?- ocurrida en los últimos años, dispuestos todos a cantarle las cuarenta, y cuando se publicaba una nueva y negra cifra de paro correspondiente a noviembre.

Para contraprogramar ambos acontecimientos, el líder del PSOE construyó en la Carrera de San Jerónimo una gran catedral de cartón piedra sobrada de grandilocuencia. Pero si las catedrales góticas del XIV tardaban en construirse un siglo, Zapatero pretende levantar su nuevo templo productivo en una década, tiempo más que suficiente para que la economía española, sumida en la crisis más profunda de la democracia, termine en la quiebra. Y lo hizo con su habitual estilo campanudo, seguro de sí mismo y carente de cualquier tipo de aflicción o complejo de cumpla. Como si él y su Gobierno no hubieran tenido nada que ver con la situación de una economía que tiene ya parado a casi el 20% de su población activa.

A lo largo de 20 folios, el presidente tocó todos los palos y sectores productivos, incluidos ellos en una especie de gran cajón de sastre donde se habla de todo sin entrar en profundidad en nada. Muchas de las medidas propuestas lo fueron ya en un pasado reciente, y la mayor parte de ellas, algunas ciertamente interesantes, están apenas esbozadas. “Durante los últimos quince años, hasta 2008, nuestra economía creció ininterrumpidamente”, comenzó diciendo, “pero durante ese tiempo fue acumulando algunos desequilibrios de los que ya éramos conscientes cuando llegamos al Gobierno en 2004”. Falso de toda falsedad, en un hombre que se negó a reconocer la crisis hasta casi el verano de 2008.

Aludió a continuación a una serie de “no podemos seguir” (con un crecimiento que depende en un 12% de la construcción; con una tasa de fracaso escolar del 29%, etc.) que es un buen resumen, aunque incompleto, del fracaso de su sexenio como presidente. Tras cantar las excelencias y logros de estos años de los que “podemos y debemos sentirnos orgullosos”, pasó por fin a defender la citada Ley de Economía Sostenida (LES), cuyos cinco elementos clave se refieren a competitividad, sostenibilidad medioambiental, normalización de la construcción, innovación y formación profesional, e impulso a los sectores emergentes. Nada con gaseosa.

Limitar la morosidad de las administraciones públicas

Como asunto interesante en el cajón de sastre, Zapatero habló de “limitar las modificaciones al alza en los contratos públicos -los famosos “modificados”-, reduciendo costes y favoreciendo la competencia”. ¿Se lo permitirán Florentino Pérez, Luis del Rivero y compañía? No menos interesante fue también la promesa de “limitar la morosidad de las administraciones públicas. A tal fin, se reducen gradualmente los plazos de pago de 60 a 30 días”, lo cual sería un auténtico milagro para tantas empresas ahogadas por tantos Ayuntamientos morosos como pululan por este país.

Interesante también: el presidente anunció la creación de dos Fondos, operativos desde el 1 de enero de 2010, para impulsar en el corto plazo el desarrollo de los sectores relacionados con la Tecnología y la Sociedad de la Información: uno Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local, dotado con 5.000 millones de euros, y un Fondo para la Economía Sostenible, con una dotación de hasta 20.000 millones en 2010 y 2011, que será aprobado este mismo mes en Consejo de Ministros. ¿De dónde saldrá el dinero? ZP dijo que, gestionado por el ICO, será  cofinanciado al 50% por las entidades financieras. Se supone que a punta de pistola.   

A partir del folio 15, Zapatero dio por finiquitada la LES y pasó a enunciar “otras reformas que va a ir aprobando el Gobierno a partir de este mismo mes de diciembre”, cinco folios en los que acabó por completar esa imagen de totum revolutum que impregna la “Estrategia” arriba aludida. Así, y “sin ánimo de ser exhaustivo”, hizo alusión a “Un amplio proceso de modernización de la Justicia”, uno más y van…; “Una reforma de la administración”; “Una revisión de nuestro sistema financiero” -les suena, ¿no?-, en el que se incluiría “la reforma de la Ley de Órganos Rectores de Cajas de Ahorros con el fin de reforzar su funcionamiento”, sin que se especifique el cómo ni el cuándo ni, lo que es más importante, el contra quién.

Rótulo luminoso en un solar vacío

Entre esas reformas figuran también “El refuerzo de la lucha contra el fraude y la economía sumergida”, un tal “Paquete de medidas destinadas a impulsar el desarrollo de un modelo energético sostenible”, para terminar con un canto a los sindicatos, como no podía ser menos en un Gobierno Sindical como el que preside el señor Zapatero, inédito en nuestra democracia. Nada, en suma, que tenga que ver con los grandes desafíos que enfrenta España y su Economía, tal que asegurar el futuro de las pensiones, reducir el coste sanitario, flexibilizar el mercado de trabajo, achicar el aparato administrativo del Estado, por no hablar del drástico recorte del gasto público, de la defensa de la unidad de mercado, del apoyo fiscal a la creación de empresas, etc., etc.

Como no podía ser de otra forma, el discurso del presidente despertó en la Cámara el entusiasmo que era de prever: ninguno. Para Mariano Rajoy, el de ayer fue “un capítulo más en la serie de planes ineficaces que aplica el Gobierno a la economía española desde hace cuatro años”. Tras asegurar que algunas de las medidas planteadas están siendo ya debatidas en el Congreso, mientras que otras son reedición de anteriores ya anunciadas, el líder del PP apostilló que “todo esto no es más que un borrador en desarrollo que no está en condiciones de ejercer influencia en la triste marcha de la economía, es un rótulo luminoso en un solar vacío”.

Idéntico fervor despertó en el resto de los grupos: Josu Erkoreka, portavoz del PNV, consideró “de justicia felicitar a los publicistas del Gobierno”, mientras que Joan Ridao (ERC), elogió “la fabulosa maquinaria propagandística del Gobierno”. Unanimidad en la idea. A Sánchez Llibre, portavoz de CiU, le gustó tan poco lo escuchado que pidió una “enmienda a la totalidad”. Las frases más oídas ayer fueron del tenor de “mucho ruido y pocas nueces”, “conjunto de ocurrencias”, “ley propagandista” y otras lindezas de similar porte. Zapatero, sin embargo, se las apañará para sacar adelante en el Parlamento su última ocurrencia. Cosas más difíciles hemos visto.