Suena el teléfono, un loquito llama al psiquiatra y pregunta:
¿Se encuentra el P, siquiatra?
Lo mismo lo vuelve a preguntar tres veces, entonces la señorita le contesta, mire señor el doctor no está, pero para decir psiquiatra no se pronuncia la P, sólo siquiatra, ¿quién le digo que le llamó?
Dígale que le llamó Edro.
Si yo pongo un florero arriba de la mesa y mi esposa lo saca, ¿Quién de los dos está loco?
Los dos estamos locos, pues yo "locoloco" y mi esposa "loquita".
Va un señor con rumbo a una reunión de negocios muy importante. Estalla un neumático de su auto, justo frente a un manicomio. El señor toma sus herramientas y baja del auto, saluda a un loco que estaba observándolo por una ventana. El señor quita las tuercas y va a la parte trasera del auto por el repuesto del neumático, pero cuando vuelve no encuentra las tuercas, por lo que no puede poner el repuesto.
Se preocupa y pone cara de desesperación porque se le hace tarde para su cita de negocios. Entonces, después de contarle sus preocupaciones al loco que no ha dejado de mirarlo, se desarrolla esta conversación:
¿Conoce usted algún teléfono que pueda utilizar para llamar a una grúa-remolque o a mi mecánico y avisar a mi cliente que estoy un poco tarde?
Caballero, por qué se preocupa, esto tiene una solución muy sencilla y no toma mucho tiempo.
El señor con mucha curiosidad, pero desconfiado pregunta:
¿Está seguro de eso? ¿Y cuál es la solución?
Muy fácil, quite una tuerca de cada una de los otros neumáticos, se las pone al repuesto y puede conducir sin problemas con tres tuercas en cada neumático, hasta que coloque las tuercas que hagan falta.
Luego de una rápida reflexión el señor dice:
Pero usted tiene toda la razón. Dígame, ¿Por qué esta usted internado en un manicomio siendo tan inteligente?
A lo que el loco muy seguro responde:
Estoy recluido por loco, ¡No por tonto!
Iba un hombre por la calle y pasa al lado de una casa de locos que están gritando:
¡Cuatro, cuatro!
El hombre los oye y los locos siguen:
Cuatro, cuatro.
El hombre no puede esperar y mira por la valla de la casa, los locos le tiran un ladrillo y empiezan:
Cinco, cinco, cinco.