Goleada para la autoestima
REAL MADRID 5 - REAL SOCIEDAD 1
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La Real Sociedad fue un pésimo equipo pero un magnífico terapeuta. El líder entró al partido con algunas dudas y salió con la autoestima por las nubes (si las hubiera en Madrid). De pronto no hay crisis y seis puntos son media docena. La decisión de no hablar con la prensa ha resultado un absoluto acierto, de enorme influencia táctica y anímica. Menor relevancia tiene que Mourinho alineara juntos a Higuaín y Benzema, tres goles entre ambos. O que renunciara al trivote en beneficio de Kaká, o que colocara al exquisito Varane en compañía de Sergio Ramos. O que se esfumara él mismo. Lo importante es lo importante y nosotros debemos serlo mucho.
Superado el menosprecio, diremos que la superioridad del Real Madrid fue total y sonrojante, incluso para ciertos madridistas. Me refiero a esos aficionados con más de 40 años para los que la Real sigue conectada al temible equipo de los 80, doble campeón de Liga y enemigo fidelísimo. Sin embargo, nada queda de aquello. Hasta las rayas están de rebajas y los antiguos diablos se visten ahora como el Hércules. Hoy en día, lo mejor de la Real es demasiado viejo (Prieto, Aranburu) y la juventud está considerablemente verde. Esa imagen dejaron Íñigo Martínez o Illarramendi, por citar a dos prometedores futbolistas con diferentes problemas: exceso de testosterona y ausencia de pasión.
En esta ocasión el gol tempranero del Madrid no sirve de excusa. La Real hubiera salido goleada de cualquier modo y manera. A tal cosa contribuyó Montanier con una defensa tan retrasada que muchas veces parecía la visera de Bravo.
El portero chileno, por cierto, se repartió el mérito en el primer gol de Higuaín. Su disparo desde la frontal fue inesperado y hubiera hecho la rana sobre el agua, pues simuló un lanzamiento de sobaquillo, aunque lo propulsara una pierna. La culpa de Bravo fue reaccionar tarde, como si en lugar de tirarse le hubieran bajado con poleas.
Armonía. Al no sentirse presionado (sólo Agirretxe encimó levemente a Xabi, con más devoción que intensidad), el Madrid jugó a placer. A partir de esa comodidad la presencia de Higuaín y Benzema resultó incontenible. No hay razón para que no jueguen juntos. Se complementan, se alternan y afirmaría que se quieren fraternalmente.
Cristiano marcó el segundo gol al aprovechar un extraordinario pase de Kaká y Benzema anotó el tercero, después de controlar en carrera uno de esos balones de Xabi Alonso que vuelan saludando al público. El otro Xabi, Prieto, alivió la pena al marcar con la ayuda involuntaria de Sergio Ramos, que rozó la pelota con las mechas y la encajó en una escuadra.
Benzema (que no paró de sonreír) y Cristiano cerraron la cuenta con goles trenzados con inspiradores poco frecuentes: Khedira y Varane. El francés estuvo cerca de marcar el sexto para culminar una actuación perfecta, pero De la Bella despejó entre palos.
La noche fue tan plácida que Karanka sentó a Cristiano (Mou nunca se hubiera atrevido); tan relajada, que ingresaron al césped Sahin, Coentrao y Jesé, con mayoría de aplausos y pitos del público partidario de los estadios sin humo.