Algunos misterios del embarazo

Comunicarse mentalmente con el feto. Telepatía embrionaria y fetal)

Por: Marisol y José Antonio Roldán

Desde hace unos años nos vemos avocados en la observación de los “Nacidos con Señal”. Eso que decían nuestras yayas que eran fenómenos adyacentes a los embarazos y neonatos y que, a nivel popular, se daba como “signos” de particularidades y facultades que traían consigo algunos niños.

Nacer con manto y llorar en el vientre materno eran dos de las muchas “señales” que el mito nos ha traído a lo largo del tiempo. Y de ambas existe un índice testimonial sorprendente. Pero el manto existe, aunque los médicos digan que son mucosas anómalas y los lloros grabados también, aunque todavía parezca sorprendente que se pueda efectuar desde la placenta rodeados de líquido amniótico y sin cuerdas vocales desarrolladas.

Esto último nos venía motivando desde hace un tiempo a buscar la forma u el origen en que los pequeños conseguían con éxito provocar ese ruido, que indudablemente primero tenían que convertir en vibración u energía. Pero, ¿de qué tipo? Algo que usaba el medio acuoso y provocaba el sonido similar a un lloro o maullido de gatito. Débil pero real.

Que los pequeños son sensibles a la luz, el sonido o el calor en el vientre materno, pese a estar desarrollándoseles los órganos de estos sentidos, no tiene un misterio del más allá si no del más aquí.

Y es acá pues donde debemos observarlo, aunque sea prodigioso o sorprendente. La fuerza de voluntad o la necesidad de esos pequeños de comunicarse con el exterior, en un momento determinado, es la verdadera causa de este fenómeno extraordinario. El cómo es posible que se produzca y cuándo, es lo que deberíamos observar. Por eso es que siempre que tenemos ocasión animamos a las madres en estado de gestación a intentar hablar con los pequeños, así como sus parejas y estar muy pendientes con una grabadora a mano por si el fenómeno se provoca registrarlo. No como prueba, si no para su posterior estudio.

Estos sonidos deben estar producidos por una cadena de fenómenos dentro del vientre materno, pero no hay duda de que lo desencadena la voluntad del pequeño, su mente.

Al día de hoy hemos estudiado unos seis testimonios, pero hemos ido acumulando con el tiempo el relato textual de los protagonistas de cientos de ellos.

Que los pequeños reaccionan comunicándose sin lenguaje hacia fuera, indicaba que podría darse a la inversa. Sabemos por estudios clínicos sobre embarazadas que los fetos (e incluso los embriones) reaccionan a estímulos externos, dando lecturas de ello en sus constantes vitales medidas durante la emisión de estos estímulos y dejando constancia de la no reacción cuando estos cesan. Es lo que se venía mirando con la aplicación de música al vientre o los masajes de los vinculados familiarmente con el pequeño ser. En ambos casos se valoró reacción. Pero, ¿y a los extraños? Podrían “percibir” desde fuera mensajes de otros seres y contestarles de igualmente, por medio acústico (transmisión física) o sólo mental.
Eso es lo que intentamos comprobar el pasado día uno de abril del 2006 aprovechando la ocasión de una charla en la que teníamos que comentar nuestras observaciones sobre este tema. Tuvimos la oportunidad de experimentar con una de las embarazadas presentes que se prestó para tal finalidad. De aforo experimental desde el exterior habría un número de más de un centenar de personas (todos los presentes, excepto la futura madre, participaron de forma activa), ayudando a amplificar las peticiones que en este caso le hacíamos a la pequeña. Un feto de cinco meses de gestación, que respondía a las peticiones de movimiento y saludo de los presentes, asombrándonos y haciéndonos partícipes de lo extraordinario y misterioso de la vida aún en su estado más ínfimo.

Después de la comprobación nuestra personal sugerimos a los presentes que nos corroboraran que la pequeña reaccionaba a nuestros estímulos exteriores (que eran tan básicos como pedirle que presionara en el lugar donde poníamos la mano, en la barriga), y estos eran con voz y con pensamiento. A las dos formas de llamamiento la pequeña respondía, en ocasiones tras un titubeo inicial.

Como muchos lectores comprenderán que un feto se mueva dentro del vientre materno no es anómalo, es cotidiano, ya que se ubican y van cambiando para adquirir comodidad según sus necesidades de desarrollo, así como sus requerimientos diarios, ya que se alimentan, duermen y comunican en el útero materno. Lo inusual era que respondiera dando como tal, no un movimiento cualquiera, sino el exactamente pedido por los presentes. En cuyo caso nos preguntábamos si la madre adquiría un papel importante de traductor, ya que la telepatía materno-filial (por unión psicobiológica) en ese momento es indiscutible. O tal vez la pequeña sentía por las vibraciones exteriores que trascendían su líquido amniótico hasta su cerebro en pleno desarrollo.

Del experimento, más complicado de lo que aquí exponemos, hablaremos en sus dossiers cuando sean publicados en la web (que esperemos que no sea una de esas cosas más que nos queda pendientes por falta de tiempo o logística... somos humanos con dos manos).

Allí mismo tuvimos la ocasión de encontrar otros testimonios de lloros en el vientre de la madre. Testimonios que recogimos y que nos comentaban que los nacidos así eran personas con carácter, con una capacidad muy concreta que es aliviar dolores concretos con su presencia o toque de mano en el lugar afectado (no es sanación o curanderismo, sino como una especie de analgésico). También se nos comentó públicamente un caso muy especial, de un embarazo gemelar con riesgo, en el que uno de los fetos murió y el otro lloró dejando que su padre lo oyera desde el exterior.

Nuestros pequeños, no lo dudéis (los de hoy, los de ayer y los venideros) mientras están siendo vida en nuestro interior sienten, reciben estímulos, reaccionan frente a personas, intuyen circunstancias positivas y adversas, sueñan e incluso tienen pesadillas. No sabemos si recuerdan o vienen con vidas pasadas o no. Eso es metafísica y no se puede evaluar, sólo opinar sobre ello, pero sí sabemos que reaccionan como receptores telepáticos.

Y por otro lado están las madres. Sean o no facultadas. Durante estos meses su organismo para dar creación a otro ser se altera psico-bio-socialmente. La revolución hormonal y la creación de neuroelementos químicos las vuelve hipersensibles tanto a recibir emociones exteriores o “mensajes” como a enviarlos. Lo que muchas explican como durante ese tiempo se da como una especie de mayor astucia para determinar a la gente, para evaluarla, a ella sus intenciones e incluso para convertirse por esos días en pronosticadoras de enfermedades no visibles, tienen sueños precognictivos con más frecuencia. Y su psicometría o capacidad de deducir o ver con el tacto aumenta considerablemente. Podría ser debido a que este estado alterado que viven por un lado les unifica los cinco sentidos consiguiendo una intuición extrema o hipersensible (sexto sentido). Podría ser también que el causante no fueran ellas mismas, sino el ser que llevan dentro, pero en estos casos sólo se sabrá al nacer los pequeños, si muestran algo inusual con el tiempo.

De lo que no cabe duda, y es lógico, es que durante los meses de embarazo la mujer eleva su instinto de supervivencia y de protección de aquello que lleva en su interior, de forma inconsciente, incluso en embarazos no deseados, nuestro cerebro arcaico, el animal, el más básico, obliga a proteger a la especie.

Por lo fascinante del tema, seguiremos poniendo en marcha nuevas búsquedas de datos y sin duda seguimos temiendo, que es nuestro tema inconcluso, ya que llevamos más de una década de tras de entender las verdades y mitos que hay detrás de los Nacidos con Señal.

En próximas ocasiones nuestra intención seguirá siendo sondear las facultades extrasensoriales tanto de las madres y neonatos, como de los padres y allegados familiares, porque por observación de los testimonios que vamos recibiendo entendemos que también el fenómeno se abre hasta ellos. Extendiéndose en un campo más amplio, a modo sociológico es un campo interesante a estudio el porque se abren las intuiciones y las percepciones a terceros.

Pero sin duda uno de los próximos puntos de interés para nosotros será estudiar otro factor del mito de los fenómenos extraordinarios durante el embarazo. La emanación de telergias del vientre y de las manos maternas. Si bien es cierto que habíamos visto y comprobado la sensibilidad electroestática aumentada en las gestantes, lo que conllevaba a descargas eléctricas o recepción de las mismas (en personas o aparatos eléctricos) con más frecuencia que en otras personas que no están embarazadas (aunque si coincidente con mujeres pre-menstruantes). Lo cierto es que nos parecía ficción lo de la emanación de luces ventrales. Se comentaba que algunas madres en los dos primeros trimestres de evolución del ser, llegaban a sentir en la zona del ombligo un cosquilleo primeramente que luego se transformaba en pequeñísimos hilos o haces lumínicos en ocasiones, quedando al mismo tiempo la sensación de calor en el abdomen. Y una especie de pequeñas descargas (sensaciones de escalofrío) recorriendo el cuerpo, de pies a cabeza.

En la mayoría de casos podrían tratarse de meras alucinaciones de la gestante debidas a procesos biológicos que estuvieran dándose en su organismo, alteraciones hormonales o bioeléctricas. Pero al encontrarnos con testimonios de terceros (padres, compañeros, hijos, abuelos, amigos) de estas emanaciones y al comentarnos que son visibles, nos vemos en la necesidad, nos lo pide el espíritu buscador, de buscar testimonios de este factor telérgico, así como de intentar encontrar voluntarios para fotografiar estas emanaciones, que aunque tengan explicación médica o no, no dejan de ser curiosas.


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