Ir de picos pardos
Ir de picos pardos es una expresión equivalente a ir de parranda o juerga y en busca de mujeres. En el Renacimiento las mujeres llevaban una falda que era un lienzo de forma cuadrada, con una abertura en el centro. Esta abertura se ajustaba a la cintura y la falda resultante tenía cuatro picos. En el Quijote se habla de la condesa Trifaldi y explica Cervantes que lleva una falda con tres picos en vez de cuatro. Carlos III impuso a las prostitutas la obligación de distinguirse mediante sayas de color pardo cortadas por los bajos en picos, aunque también se dice que “Ir de picos pardos” tiene que ver con las costumbres ligeras de los estudiantes del Siglo de Oro y sus acompañantes. Ellas, para identificar su condición de rameras, llevaban un cintillo pardo en el borde de la falda.