Pablo Gutiérrez Marqués, Director de Operaciones de la cámara científica a bordo de la sonda espacial DawnEntrevista realizada por Jorge Munnshe
Pablo Gutiérrez Marqués es un brillante ingeniero español que trabaja desde hace siete años en el Instituto Max Planck para la Exploración del Sistema Solar, una entidad alemana que colabora en diversas misiones espaciales. Gutiérrez Marqués es creador del diseño de varias piezas de la cámara Osiris que viaja a bordo de la sonda espacial Rosetta, de la Agencia Espacial Europea, rumbo al cometa Churyumov-Gerasimenko. También trabajó en el desarrollo de la cámara científica de la sonda espacial Dawn de la NASA, que ha viajado hasta el asteroide Vesta y que en el futuro llegará al miniplaneta Ceres. Entre otras cosas, Gutiérrez Marqués se ocupa ahora de tareas tan vitales como la de programar el software de las dos unidades de la cámara científica que viajan a bordo de la Dawn y sobre las que recae la misión de mapear esos dos astros y ayudar a la navegación orbital de la Dawn.
-¿De qué modo se inició su vocación por la tecnología? ¿Cómo decidió dedicarse a la ingeniería aeroespacial?
La tecnología despertó mi interés ya desde pequeñito. Con 8 años, un compañero del colegio me habló del lenguaje de programación Basic y me prestó un libro. Leyendo aquel libro empecé a hacer mis propios programas, primero en papel, luego en el ZX Spectrum de un vecino, y así hasta hoy, que programo el software de las cámaras de Dawn.
Acabé estudiando ingeniería aeronáutica (que en mi plan de estudios también incluía motores cohete y mecánica orbital) porque por un problema administrativo no pude entrar en la escuela de ingenieros de telecomunicaciones. La aeronáutica también me atraía, pero un poco menos, y al final resultó que el sector espacial me tenía guardadas unas cuantas sorpresas.
-¿Puede relatarnos cómo y cuándo empezó su actividad en el Instituto Max Planck para la Exploración del Sistema Solar? ¿Y su labor en relación con la sonda Dawn?
Mi colaboración con el Instituto Max Planck para la Exploración del Sistema Solar (Max-Planck Institut für Sonnensystemforschung, MPS, en alemán) comenzó durante mis años de universidad, cuando estaba de becario en la Cátedra de Aerodinámica. Yo llevaba ya tres años estudiando alemán y andaba buscando un trabajo de verano en Alemania que me permitiera practicar mis nuevos conocimientos además de completar mi currículo. En el MPS, el equipo del instrumento Osiris necesitaba alguien que hiciera un modelo térmico del sensor y uno de los profesores de la Cátedra me propuso el trabajo y me fui para allá. Mis ideas que desarrollé en aquel verano para el aislamiento térmico del sensor les gustaron tanto que decidieron fabricar una unidad de prueba y me pasé también el verano siguiente en Alemania, en un laboratorio con cámaras de vacío y botellas de nitrógeno líquido, demostrando que mis cálculos eran correctos. De hecho, cuando en 2004 el instrumento Osiris fue lanzado al espacio a bordo de la sonda Rosetta, llevaba varias piezas que yo había diseñado.
Durante años, mantuve una relación cordial aunque infrecuente con el equipo de Osiris y cuando ese mismo equipo se vio abocado a construir las cámaras para Dawn me llamaron y acepté.
-¿Qué destacaría, en su criterio, como los resultados técnicos más importantes de la experiencia recogida hasta este momento de la misión de la Dawn en lo referente al funcionamiento de la cámara científica? ¿Todo ha funcionado según las expectativas que se tenían?
Para mí el resultado técnico más importante es que, en sistemas complejos como son los instrumentos espaciales, es fundamental probar todas y cada una de las actividades para asegurarse de que funcionan como se había planeado, porque no es infrecuente que, tras uno de estos ensayos, se demuestre que el instrumento no opera exactamente como se pensaba.
La cámara científica de la Dawn. Gráfico: NASA/JPL /MPS/DLR/IDA.
En nuestro caso, aunque pueda parecer sorprendente, ya hemos actualizado el software de la cámara cuatro veces desde el lanzamiento. Unas veces ha sido por un aumento en las exigencias del equipo científico, que necesitaba nuevos modos de operación. Otras, para corregir pequeños errores que, sin afectar a la funcionalidad central de la cámara, hacían que la operación de la cámara fuera innecesariamente complicada.
Y en cada caso hemos vuelto a probar tanto la funcionalidad del nuevo software como las secuencias de comandos necesarias para instalarlo a bordo.
-La evolución tecnológica en captación y procesamiento de imágenes ha evolucionado de manera espectacular desde el inicio de la Era Espacial. ¿Cómo ve el futuro de las cámaras para sondas espaciales y satélites astronómicos?
En el caso de los sistemas de observación remota de todo tipo, la ley de Moore nos ha fallado en el aspecto de las comunicaciones. Mientras los sensores, los procesadores y las memorias han ido progresando a gran velocidad, los sistemas de transmisión siguen anclados en la tecnología de microondas, lo cual supone una limitación notable en la cantidad de datos que pueden enviar las sondas, especialmente desde el espacio profundo. Mientras no se descubra una tecnología revolucionaria que permita acelerar la transmisión en dos o tres órdenes de magnitud, la tendencia actual es dotar a los instrumentos de procesadores más potentes y algoritmos más inteligentes que sean capaces de identificar las observaciones de interés, evitando transmitir el resto y reduciendo así el volumen total de datos.
-Como ingeniero aeroespacial, conocerá de cerca el debate entre quienes consideran que el paso final de casi toda exploración espacial debe ser una misión tripulada, y quienes creen que la exploración automática mediante sondas no necesita de presencia humana alguna en los lugares a visitar, para alcanzar cualquier objetivo científico por ambicioso que sea. ¿Se considera partidario de una de estas dos corrientes de opinión? ¿Qué piensa al respecto?
Creo que nadie puede dudar que es mucho más barato mandar un instrumento robotizado que el mismo instrumento con un operador humano. Tampoco es discutible que un explorador robótico sólo necesita la mitad de combustible que una exploración tripulada (no queda bien mandar astronautas con billete sólo de ida si no tienen al menos alguna posibilidad de autoabastecerse). Y en ese sentido, es evidente que la exploración robótica es muchísimo más eficiente en términos de ciencia obtenida por euro invertido, por lo que no me parece justificable desde un punto de vista científico el envío de astronautas en misiones científicas.
Un aspecto completamente diferente lo constituyen los experimentos de colonización. En ese sentido, las misiones Apolo fueron demostraciones tecnológicas de que se podía enviar hombres a la Luna con seguridad y traerlos de vuelta. Y este tipo de experimentos continúan todavía hoy en la Estación Espacial Internacional, que probablemente podría llevar a cabo sus experimentos de manera robótica a un coste muy inferior, pero el hecho de mantenerla habitada la convierte en un laboratorio de estudios sobre la propia navegación espacial. Y de hecho creo que ha sido precisamente el éxito de las Apolo, combinado con la falta de objetivos de colonización, el que ha frenado la carrera espacial.
Con las nuevas plataformas comerciales de vuelo espacial, ya no será necesario justificar la presencia humana en el espacio mediante argumentos científicos; bastará con que alguien con suficientes recursos económicos desee volar. Y en ese sentido preveo una nueva carrera espacial a la caza de ese turismo, porque la tecnología para llevar pasajeros a órbita baja ya está madura para su explotación comercial. Pero la visita a otros cuerpos del sistema solar no creo que se produzca hasta que no encontremos un motivo económico para su colonización, ya sea por los recursos minerales o porque un desmesurado crecimiento del turismo espacial empuje la frontera más allá de la órbita terrestre.