Ferrari ha tenido el atrevimiento de renunciar a la capota de lona para su último cabrio, un formato del que hasta la fecha han huido el resto de constructores de lujosos deportivos, sobre todo si estos llevan el motor detrás del habitáculo, entre otros motivos por las complejidades técnicas y de espacio. Además, los puristas consideran que los coches descubiertos no pueden cerrarse de otra manera que no sea con una lona blanda, y prefieren sacrificar la funcionalidad que ofrecen los modelos más modernos, conocidos como coupé cabriolet, porque según ellos eso condiciona de tal forma el diseño que se rompen las proporciones.
Si nos atenemos a los ejemplos que encontramos en el mercado, hay que reconocer que no les falta razón... hasta que la firma del Cavallino Rampante ha desvelado su nuevo 458 Spider, un deportivo que echa por tierra esa teoría, con unas líneas equilibradas y de una rotunda belleza, lo mismo cuando está abierto que cuando va cerrado.
El reto de guardar el techo duro en un biplaza con el motor central situado muy cerca de los dos asientos no es tarea fácil. En Maranello llevan una década trabajando sobre prototipos, el primero de ellos con la plataforma del 360, después sobre la base del 430 y, por último, tomando ideas del Superamerica, aquel ingenioso vehículo protegido por un cristal que rotaba para quedar al descubierto.
Un concepto genial
Al final, tras muchos esfuerzos de ingenieros y diseñadores, se ha llegado a un resultado perfecto, que nos deja boquiabiertos al comprobar la genialidad de un concepto en apariencia muy simple: Al pulsar un botón en la consola central, la doble cúpula que se prolonga hacia atrás se levanta; a continuación, las dos piezas que componen el techo giran 180 grados, se colocan una sobre la otra y quedan guardadas en un espacio plano que apenas ocupa 100 litros; la doble cúpula baja de nuevo... y ya tenemos descapotable.
Bueno, aún falta un detalle. El cristal eléctrico que abre y cierra el habitáculo en la parte posterior, justo entre las dos «jorobas», baja hasta la altura ideal marcada por las pruebas hechas en el túnel de viento y sirve precisamente como cortavientos. Con esto se evitan las molestas turbulencias en el interior, incluso a velocidades elevadas como pudimos comprobar, y se consigue una excelente aerodinámica, en conjunto con el resto del diseño.
En total, la operación completa de cubrir o descubrir el vehículo dura 14 segundos. Una ventaja adicional es que el peso de todo el conjunto es 25 kilos más ligero que el de una capota blanda, por lo que el 458 Spider únicamente «engorda» 50 kilos sobre el 458 Italia del que deriva. Y, por supuesto, el confort sonoro y climático cuando está cerrado es idéntico al del coupé.