Un cohete Ariane-5ECA lanza un satélite brasileño y otro europeo
ASTRONÁUTICA
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Después de un retraso de 24 horas debido a la mala meteorología, la compañía Arianespace lanzó el 10 de noviembre a un cohete Ariane-5ECA con dos satélites de comunicaciones a bordo. El despegue desde la base de Kourou, en la Guayana Francesa, ocurrió a las 21:05 UTC y culminó con la exitosa liberación de los dos vehículos en una ruta de transferencia geoestacionaria.
La misión VA210 transportó a bordo al satélite brasileño Star One C3 y el europeo Eutelsat 21B. Este último es propiedad de la compañía Eutelsat y ha sido construido por Thales Alenia Space para sustituir al viejo Eutelsat-W6/W3. El 21B fue bautizado originalmente como W6A, pero sus patrocinadores han cambiado recientemente la nomenclatura que define a sus vehículos espaciales. Como su nuevo nombre indica, el 21B será colocado en la posición geoestacionaria 21,5 grados Este, donde ofrecerá cobertura de comunicaciones (televisión, datos…) a Europa, Norte de África, Oriente Medio y Asia Central. Para ello transporta un total de 40 repetidores en banda Ku. El satélite pesó unas 5 toneladas al despegue, y ha sido construido sobre una potente plataforma Spacebus-4000C3 para una misión de 15 años.
En cuanto al Star One C3, se trata de un satélite de 3.200 kg propiedad de las compañías Star One (EMBRATEL) y Bolivarsat, que con sus 28 repetidores en banda C y 16 en banda Ku, dará servicio a Sudamérica, especialmente a Brasil y la zona de los Andes. El satélite ha sido construido por la estadounidense OSC sobre una plataforma Enhanced Star-2.4 Bus, para una vida útil de 15 años. Será colocado en la posición geoestacionaria 75 grados Oeste.
Sensores que se pueden fabricar dibujándolos con un lápiz y un papel especiales
INGENIERÍAAplicación de los nanotubos sobre la hoja de papel especial. (Foto: Jan Schnorr)
Los nanotubos de carbono ofrecen una nueva y versátil vía de detectar gases nocivos en el entorno. Sin embargo, los métodos usados normalmente para construir sensores de nanotubos de carbono son peligrosos y no resultan adecuados para la producción a gran escala.
Un nuevo método de fabricación creado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, que es tan simple de usar como dibujar una línea en una hoja de papel, podría superar esos obstáculos.
El equipo de Katherine Mirica y Timothy Swager ha diseñado un nuevo tipo de mina de lápiz en la cual se reemplaza al grafito por un polvo comprimido de nanotubos de carbono. La mina, que puede ser usada con un lápiz mecánico corriente, puede incorporar sensores a cualquier superficie de papel. Añadiendo al papel los componentes necesarios, el sensor funciona.
Un sensor de esta clase, ya comprobado, detecta cantidades minúsculas de gas amoniaco. Los escapes de amoniaco son un riesgo que debe ser vigilado cuidadosamente en varios sectores industriales.
En principio, es factible adaptar los sensores de esta clase para que detecten casi cualquier tipo de gas.
Para crear sensores usando un lápiz con la singular mina, los investigadores trazan una línea de nanotubos de carbono sobre una hoja de papel impresa con pequeños electrodos de oro. A continuación, aplican una corriente eléctrica y miden la corriente que fluye a través de la franja de nanotubos de carbono, la cual actúa como una resistencia eléctrica. Si la corriente se altera es porque moléculas de gas se han enlazado a los nanotubos de carbono.
Los investigadores pusieron a prueba su dispositivo con varios tipos de papel, y encontraron que la mejor respuesta se obtenía con sensores dibujados en los papeles más lisos. También constataron que los sensores dan resultados válidos sin distorsiones aún cuando los trazos del lápiz no sean uniformes.
Dos ventajas importantes de esta técnica son que es barata y que la "mina del lápiz" es muy estable.
Los sensores fabricados de este modo tan singular podrían resultar útiles para una multitud de aplicaciones.
En este estudio, los investigadores se centraron en los nanotubos de carbono puros, pero ahora están trabajando en adaptar los sensores para que detecten una amplia gama de gases.
Un gas en el que los investigadores están especialmente interesados es el etileno, ya que medir su presencia sería útil para monitorizar el grado de maduración de la fruta mientras es transportada o está almacenada. El equipo de Mirica y Swager también quiere desarrollar sensores para compuestos de azufre, que podrían resultar útiles para detectar fugas de gas natural.
En el trabajo de investigación y desarrollo también han intervenido Jonathan Weis, Jan Schnorr y Birgit Esser.[youtube]http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=kWTrZxt4j50[/youtube]