Interior
Todo el salpicadero tiene una superficie dura, pudiendo tener aplicaciones que imitan metales, carbono o piano lacado. La calidad general del montaje y de los acabados es mediana (mejora con respecto a su antecesor pero es inferior a de la gran parte de los demás VW y a de varios potenciales rivales), pero quien se compra un icono sobre ruedas y sin capota busca algo distinto de un medio de transporte racional para ir del punto A al punto B.
Igual que en la versión cerrada, el salpicadero ha cambiado totalmente de concepto gracias al avance del pilar delantero, que posibilitó que aquel fuera menos profundo, menos tipo monovolumen, como era antes. Dicha solución, junto con la posición más baja de los asientos delanteros, contribuyó enormemente para una posición de conducción francamente más deportiva y el hecho de que todo el parabrisas tiene una posición muy vertical privilegia la sensación de circular a cielo abierto (sin duda mucho mejor que los descapotables tipo coupé-cabrio con techo rígido removible donde el parabrisas está obligado a «estirarse» lo más atrás posible para unirse al techo rígido).
Los compartimentos en las puertas son pequeñas y por eso se agradece la existencia de la segunda guantera (también pequeña), incluso porque detrás solo hay espacio para guardar objetos finos en los bolsillos en los respaldos de los asientos delanteros. El acceso a las plazas posteriores se hace con la ayuda del adelantamiento de los anteriores y, una vez aquí sentado, hay sentimientos mixtos a reportar.
Por un lado, la altura es generosa (incluso para un pasajero con 1,80m) y el hecho de que los asientos tienen una posición más alta que los delanteros favorece la visibilidad. Por otro, los movimientos de los ocupantes de estas plazas están bastante limitados porque existe una divisoria fija que, juntando a la posición muy vertical de los respaldos, genera una sensación de algún aprieto. Además de tener una capacidad limitada, el maletero tiene una boca de carga pequeña y presenta formas irregulares en su interior (debajo de cuyo piso existe una rueda de sustitución de emergencia), pero dispone de un interesante sistema para sujetar el corta-viento (que se monta sobre los asientos traseros cuando quedan libres), para que este no quede suelto dentro, haciendo ruido de curva en curva.
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Los respaldos de los asientos traseros son plegables en dos mitades iguales, pero no es posible generar una zona de carga totalmente plana (además de que solo existe una apertura en el centro por culpa de la estructura vertical del sistema de protección antivuelco. La plataforma del Golf anterior ha sido usada como base, o sea, siempre con suspensión trasera independiente multibrazos (al contrario del Beetle coupé que usa una barra de torsión en las versiones menos potentes, tal como el nuevo Golf). Según los ingenieros alemanes, eso ocurre porque el descapotable es 100 kilos más pesado y la suspensión posterior más sencilla no aseguraría el confort exigido.
Al volante
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En esta primera experiencia al volante del Beetle cabrio, en California, hemos probado el motor 2.0 TDI, trabajando en equipo con un cambio automático de 6 marchas, deliciosamente suave y rápido. Bien encajados en el amplio y bien acabado asiento y notando el enorme progreso en la posición de conducción nos escapamos del congestionado escenario idílico de Santa Monica rumbo a la sinuosa Pacific Coast Highway donde, a norte de Malibu, y a sus agitadas carreteras de montaña.
La dirección pasa buena parte, pero no toda, de la información que le llega de las ruedas, pero es suficientemente suave y precisa lo suficiente para el tipo de conducción relajada que se suele practicar en un cabrio. El motor de 140 CV despierta con más vitalidad por encima de las 1750 rpm, pero siempre se muestra relativamente pacato, a no ser que le «castiguemos» con reducciones de caja más agresivas. Menos positiva es la visibilidad hacía atrás (cuando está montada la bien revestida capota, claro), porque los pilares traseros son muy anchos y los retrovisores exteriores pequeños.
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Contrariando la idea de que nunca llueve en el sur de California, el día estuvo muy húmedo y por eso no hemos conducido tanto cuanto nos hubiese gustado y haber tenido así un contacto más directo con los elementos (algo que resulta especialmente agradable en este VW cabrio porque el para-brisas tiene una posición muy vertical y nada intrusiva), pero hemos notado que el agua se acumula en la capota y luego se despeja para dentro del habitáculo cuando la cerramos (algo que puede hacerse con el coche en movimiento, hasta 50 km/h).
Lo que mucho se agradece en la tercera generación del mítico escarabajo descapotable son sus muy mejoradas agilidad y estabilidad (también gracias a las vías y carrocería más anchas) en curva y contra curva, algo en que su antecesor era casi indigno de llevar el logotipo de VW.
Su precio oscilará en torno a los 30.000 euros, unos 4.000 más caro que la versión equivalente del coupé (versión mas asequible) 1.2 TSi de 105 CV por 23 800 euros.